El Caribe se desarrolla en el fondo marino

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El nuestro es un planeta azul. El agua cubre más del 70% de la superficie de la Tierra y la economía oceánica impulsa el comercio internacional, contribuyendo todos los años con alrededor del 3%, o US$1.5 billones, del valor agregado a nivel mundial. Es más, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calcula que las industrias basadas en los océanos duplicarán esa contribución al PIB mundial en los próximos 15 años.

Pero ese crecimiento tiene un precio, y hoy por hoy nos encontramos en una encrucijada. Sin un esfuerzo coordinado por asegurar la sostenibilidad del medio ambiente marino, las amenazas crecientes que se ciernen sobre la salud de los océanos podrían comprometer los beneficios del espacio marino para las generaciones futuras. La buena noticia es que no es demasiado tarde para poder actuar.

De verde a azul
“Pensar en verde” fue la expresión en boga de la última década, a medida que tanto países como compañías tomaban conciencia de su responsabilidad compartida frente a la sostenibilidad. Ahora es el momento de agregar un color a nuestra paleta: el azul.

La “economía azul” busca equilibrar la riqueza de los mares con la salud de los mismos, administrando de manera sostenible los activos oceánicos (población ictícola, arrecifes de coral) y los servicios ecosistémicos (protección de litorales, potencial de captura de carbono, producción de oxígeno). Asimismo, de acuerdo a un nuevo informe del Banco Mundial, “Hacia una economía azul: una promesa de crecimiento sostenible en el Caribe”, realizado junto a socios clave como la Secretaría del Commonwealth, la Organización de Estados del Caribe Oriental y el Instituto Nicholas para Políticas Ambientales de la Universidad Duke, millones de personas en la región podrían beneficiarse.

El mar Caribe sostiene de manera directa las economías de 37 pequeños estados y territorios insulares o costeros. Más aún, la economía oceánica genera un quinto del PIB total de los estados y territorios insulares de la región y creemos que esta cifra está subestimada.

Qué debería hacerse
En tierra firme, el mapeo de áreas para su ordenamiento espacial es una práctica común. Es poco probable que alguien intente construir una carretera a través de la selva tropical más productiva del mundo, por ejemplo. Pero bajo el mar, tales divisiones son más difíciles de administrar.

El arrecife mesoamericano es el equivalente marino a una selva tropical terrestre. El arrecife de coral más largo del mundo luego de la Gran Barrera de Arrecifes, se extiende directamente por debajo del mar Caribe, proporcionando el 60% de la biomasa en México y los Estados Unidos.

Para hacerlo más simple, sin coral no habría peces. Y si no hay peces no hay alimento para millones de personas. Sin embargo, esta área ecológica tan importante está siendo explotada por numerosos sectores y usuarios que cuentan con sus propias normas, prioridades y objetivos.

Es por ello que el mapeo del espacio oceánico y del capital natural del área debería ser una de las primeras medidas hacia una economía oceánica sostenible. En el Caribe, este planeamiento espacial marino, como se le llama, clasificaría el área oceánica según sus usos potenciales.

Si bien aún queda un largo trecho por recorrer, las naciones de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO) ya comenzaron a moverse en esa dirección, elaborando una política de gobernanza integrada para su espacio oceánico compartido, y comprometiéndose a que al menos un quinto de sus aguas territoriales estén protegidas para el 2020.

CUÁL ES EL OBJETIVO
En última instancia, la economía azul no es solo protección. También tiene que ver con asegurar la sostenibilidad de los ecosistemas marinos y los activos de capital natural asociados. Esto no puede lograrse sin ecosistemas oceánicos saludables. Y dado que la salud de los océanos depende de muchas cosas más allá de aquellas que tienen lugar bajo el agua, promover una economía azul en el Mar Caribe requiere de cooperación entre gobiernos, sector privado (tanto en tierra firme como en el agua) y sociedad civil. Es un gran desafío, pero si todos nos ponemos de acuerdo, no será demasiado tarde para actuar.

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