La agricultura y la convivencia humana en el territorio dominicano se colocan en una situación de vulnerabilidad hídrica considerable, generada en los eventos asociados al cambio climático, es decir, los efectos que ejercen las actividades humanas sobre la temperatura, puesto que el calentamiento de la atmósfera en República Dominicana, entre uno y tres grados Celsius entre 1984 y 2013, somete a estrés los ciclos hidrológicos.
Esta debilidad a enfrentar por el sector agroproductor está contenida en el documento “Evaluación, Vulnerabilidad y Adaptación al cambio climático de los sectores: agua potable, riego y agricultura, como parte del Proyecto de Tercera Comunicación Nacional de la República Dominicana para la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (TCNCC)”.
Montecristi, Bahoruco y Pedernales, con un índice de vulnerabilidad de 1.00, son las provincias con mayores debilidades en lo que respecta al sector agua potable, lo que señala que la población de estas unidades políticas corre un riesgo de más ponderación, a la hora de verificar su disponibilidad de recursos hídricos para el consumo humano en el futuro cercano. Azua, con niveles de 0.83, completa el cuarteto de los territorios con “muy alto” índice de vulnerabilidad en este aspecto.
Por otro lado, el Distrito Nacional (0.18), Monseñor Nouel (0.15), Sánchez Ramírez (0.15), Samaná (0.15) y Espaillat (0.22) son las provincias con mayor holgura ante la disponibilidad de agua potable para sus residentes. También, La Altagracia, que alberga a Punta Cana, el principal polo turístico del país, tiene un nivel de vulnerabilidad medio en esta materia.
Entre las medidas de adaptación que República Dominicana comunica a la ONU, para mitigar la vulnerabilidad frente al agua potable, se encuentran la aplicación de tarifas para incentivar el uso racional del líquido, lo que viene con la instalación de medidores de consumo, de igual manera, la reducción de las fugas en las redes de distribución y la difusión de campañas educativas a la población en general. En ese tenor, la Tercera Comunicación cita el aumento del suministro, la conservación de fuentes de agua y la protección de los sistemas naturales de captación del recurso hídrico generado por lluvias.
“En cuanto al Fortalecimiento Institucional, capacitación de personal técnico en materia de cambio climático, un programa de calidad ambiental y climática, gestión de la descentralización de las organizaciones que se encargan del agua, en adición a la incorporación del tema del cambio climático en las reformas legales”, establece el informe sobre recursos hídricos de la TCNCC.
En 2014, República Dominicana tenía una disponibilidad de agua aproximada de 73 kilómetros cúbicos al año y 3,466 metros cúbicos de agua al año por persona, el doble que en Europa y Estados Unidos.
Agroempresas en aprietos
La nación dominicana plantea la estrategia de fortalecer su plataforma de exportación agrícola, de cara a un aumento de la población mundial y un menor proteccionismo fundamentado en el avance de tratados de libre comercio.
En este contexto, el agua, el insumo más importante de esta actividad primaria, muestra complicaciones y sus ciclos hídricos perturbados colocan a algunas zonas prolíferas en la generación de frutos en un “muy alto” riesgo o vulnerabilidad de que el recurso para el riego disminuya su disponibilidad.
En ese aspecto, la Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático (TCNCC) reporta en condiciones de “muy alto riesgo” a Villa Vázquez (0.98), Valverde (0.94), Azua (1.08), Elías Piña (1.25, la provincia más pobre de la nación), San Juan de la Maguana (0.99), Bahoruco (1.29), Barahona (1.10) e Independencia (1.18).
La Tercera Comunicación señala que entre las medidas de adaptación a esta vulnerabilidad se encuentran los invernaderos.