Que levante la mano el que nunca compartió el usuario de Netflix o cualquier otro sitio pago con un amigo. Probablemente nadie esté libre «de este pecado», que, ahora, también podría ser considerado un delito federal en los Estados Unidos.
De acuerdo con un fallo de la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito, compartir contraseñas constituye una violación de la Ley de Abuso y Fraude Informático (Computer Fraud and Abuse Act).
Se trata de una legislación que fue aprobada en 1986 para complementar la normativa existente en ese momento, en materia de ciberdelitos.
Este dictamen en contra de la posibilidad de compartir contraseñas es un claro ejemplo de cómo la interpretación normativa puede afectar los derechos ciudadanos.
El fallo en cuestión está vinculado con el caso de David Nosal, ex empleado de la compañía Korn/Ferry International, que fue imputado por el uso no autorizado de la contraseña de otro empleado para acceder a la base de datos de la compañía. La imputación fue ratificada por el Circuito Nueve el miércoles 5 de julio.
En la decisión de la corte se menciona el término «no autorizado», cuya interpretación es muy amplia y, por ende, podría traer aparejada una lluvia de demandas.
De acuerdo con la jueza Margaret McKeown, el fallo no se refiere a las claves en general, sino a esa empleada en particular que no contaba con la autorización de la compañía para pasarle su contraseña a otros ex empleados. Y según la magistrada, no debería haber lugar a dudas, tal como lo explicó en el sitio Motherload.
Por otra parte, el juez Stephen Reinhardt, entre otros, sostiene que si bien David Nosal no tenía permiso de la empresa para acceder a la base de datos, sí contaba con la autorización de la empleada que le prestó la contraseña. Con lo cual no se puede interpretar su acceso a las computadoras como algo que no estuviera autorizado.
Si bien pareciera que se está hilando muy fino, lo cierto es que la letra de la norma puede ser interpretada de diferentes maneras, y este último fallo queda como un precedente que puede jugarle en contra a varios usuarios.
Reinhardt también cuestionó que el tribunal interpretara la situación como una cuestión de hackeo, teniendo en cuenta que lo único que hizo Nosal fue usar la contraseña de una ex compañera.
Según el magistrado, estas cuestiones lingüísticas son muy delicadas, ya que en la actualidad se usa internet para prácticamente cualquier cosa.
Si bien es poco probable terminar en prisión por compartir contraseñas deNetflix, HBO, Amazon, Spotify -o cualquier otro sitio que requiera suscripción paga- también hay que considerar que la normativa deja lugar para que se presenten varias demandas.