La región Caribe de Centroamérica vive este miércoles una jornada de tensión por la llegada prevista de Otto, el fenómeno climático que amenaza con lluvias y vientos de más de 100 kilómetros por hora, independientemente de sus cambios de categoría entre tormenta tropical y huracán. Panamá, Nicaragua y Costa Rica son los países que, según las advertencias de sus autoridades, recibirían el impacto de un evento meteorológico que resultó inesperado para esta región del sur de Centroamérica, en las postrimerías de la temporada de huracanes que finaliza el próximo miércoles.
En territorio panameño se han registrado cuatro muertes y al menos cinco desaparecidos por crecidas o deslizamientos, según fuentes oficiales citadas por la prensa local. Mientras que en Costa Rica -donde se espera que Otto llegue este jueves- 3.600 personas han sido evacuadas y en Nicaragua 10.000 han tenido que que dejar sus hogares, según informa la agencia Efe.
Aunque han emitido alertas preventivas y aplicado planes de evacuación en decenas de poblados costeros, los tres países del sur de Centroamérica esperaban el golpe climático más fuerte en la costa caribeña, una región empobrecida y de vulnerable infraestructura. Con sus suelos saturados por las lluvias de días recientes y la inexperiencia de estas regiones frente a los vientos propios de los huracanes, las advertencias eran graves.
“El fenómeno climático es altamente peligroso”, señalaba el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, cuyo país no registra en su historia contacto directo alguno de huracanes. Lo decía el martes por la noche, tres horas después de que Otto hubiera alcanzado la categoría de huracán y 10 horas antes de que volviera a condiciones propias de tormenta tropical, por una leve disminución en la velocidad de sus vientos, de 120 a 110 kilómetros a la hora, según el monitoreo desde Miami del Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) de Estados Unidos. Este martes a mediodía tampoco se descartaba que el sistema retomara parámetros propios de un huracán.
Inexperiencia
“No hay experiencia de parte del costarricense de manejar estas velocidades de viento”, advirtió el director del Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica, Juan Carlos Fallas, en una conferencia de prensa conjunta con Solís. Por eso las autoridades intentaban evacuar a todos los pobladores de pueblos vulnerables del norte de su costa caribeña, incluso contra la voluntad de muchos de ellos, antes de la hora señalada para la llegada de la tormenta.
En el lado nicaragüense, el Gobierno ordenó cerrar escuelas y colegios en todo el país jueves y viernes. Además de emitir la alerta roja para la zona costera y amarilla para el resto del país, igual que lo hizo Costa Rica, el Ejército se preparaba para ordenar evacuaciones masivas si fuera necesario, según el diario oficial El19digital.
En Panamá las lluvias amainaron este miércoles y ahora atienden los daños en caseríos y vías públicas. No se prevé que reciba un impacto directo del fenómeno climático. También mantienen la búsqueda de cinco personas desaparecidas en ríos y los preparativos para albergar pobladores de Bocas del Toro, donde se mantiene la alerta por huracán. En paralelo surgen en medios de comunicación y redes sociales críticas a las autoridades por los tiempos de reacción ante el incremento de lluvias de esta semana, pues las alertas y la suspensión del curso lectivo se anunciaron el martes por la mañana, cuando ya eran evidentes los estragos por crecidas de ríos y los derrumbes de tierra.