Desde la Real Academia Española (RAE) definen a la soledad como la “carencia voluntaria o involuntaria de compañía, aislamiento, retiro, abandono, incomunicación, separación, desamparo, encierro, clausura, destierro”.
En esa línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que la soledad y el aislamiento social “que aquejan a cerca de una cuarta parte de las personas mayores, son factores de riesgo clave para padecer afecciones de salud mental en etapas posteriores de la vida”. Con respecto al impacto de la soledad en la salud mental, cabe hacer, en primer lugar, una diferenciación entre dos conceptos: soledad y aislamiento social.
“La soledad y el aislamiento social son diferentes, pero están relacionados. La soledad es el sentimiento desalentador de estar a solas o separado. El aislamiento social es la falta de contactos sociales y el tener pocas personas con las que se puede interactuar con regularidad”, dicen desde los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés).
El psicólogo Sebástián Ibarzábal, miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental y de la Asociación de Psiquiatras de Argentina, introdujo en diálogo con Infobae que, “en general la soledad está asociada a estados de de tristeza, de desesperanza y de depresión; sobre todo cuando esa soledad no es elegida, sino que se nos va imponiendo y nos vamos aislando progresivamente”.
La OMS vincula el aislamiento social con un mayor riesgo de ansiedad, depresión y una menor esperanza de vida en adultos (Imagen ilustrativa Infobae)
“La soledad puede surgir, incluso, si estamos rodeados de otras personas. Después de la pandemia por el COVID-19 y de los confinamientos, a la expresión ‘me siento solo’ la escucho en casi todas las sesiones de terapia, de casi todos los pacientes. Es como si la pandemia hubiera disparado y empujado a esta sensación que las personas transmiten, con una mezcla de angustia, miedo e incertidumbre. Todo eso se enlaza en la palabra ‘soledad’”, le dijo, por su parte, a Infobae Any Krieger, licenciada en psicología, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), full member de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA).
En tanto, el doctor Oscar A. Paulucci, psicoanalista, médico especialista en Psiquiatría y miembro titular de Asociación Psicoanalítica Argentina, además de autor de numerosos libros, explicó a Infobae que “el término soledad deriva del latín ‘solitas’, que significa la cualidad de estar sin nadie más. Como toda palabra, su significación y resonancia emocional va a depender de cada sujeto y del momento y el contexto en que la exprese”. “Es muy diferente la vivencia de la soledad ante una pérdida, cuando se ha tenido un lugar en el otro, de cuando ello no ocurrió. En la primera se puede evocar un sentimiento de abandono, desamparo, con una posibilidad de elaboración diferente del duelo, de la que tiene aquel que no tuvo ese lugar”, agregó.
“No es lo mismo estar solo que sentirse solo. En ciertos momentos de nuestra vida queremos estar solos y disfrutamos nuestra soledad. Pero si nos sentimos así es por la escasa calidad de nuestras redes sociales, y esta sensación subjetiva de soledad puede ser dolorosa y, como ya vimos, convertirse en un factor de riesgo, incluso de mortalidad temprana, tanto para los hombres como para las mujeres”, dijo en un artículo consignado por la Universidad Nacional de México (UNAM) Benno de Keijzer, médico por la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor en los Másters de Salud Pública, Estudios de Género y Salud, Arte y Comunidad de la Universidad Veracruzana de México.
El impacto de la soledad en la salud mental
Ansiedad y depresión
Los Institutos Nacionales de Salud diferencian la soledad del aislamiento social, siendo el primero un sentimiento desalentador y el segundo la falta de contactos sociales (Freepik)
“El aislamiento social tiene un grave efecto en la salud física y mental: diversos estudios muestran su relación con la ansiedad y la depresión”, indican desde la OMS. Al tiempo que remarcan que, especialmente para los adultos mayores, “la conexión social es particularmente importante para atenuar los factores de riesgo como el aislamiento social y la soledad”.
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Asimismo, en MedlinePlus, el servicio de información en línea de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, señalan que la soledad “se ha relacionado con índices más altos de depresión, ansiedad y suicidio. También puede debilitar el sistema inmunitario, que nos protege de las enfermedades”.
Según los especialistas de Mayo Clinic, “la depresión y la ansiedad son afecciones diferentes, pero con frecuencia se manifiesten juntas. Los tratamientos para ambas también son similares. Sentirse desanimado o triste cada tanto es normal. Y todos nos sentimos ansiosos de vez en cuando; es una respuesta normal a las situaciones estresantes. Sin embargo, los sentimientos constantes e intensos de ansiedad y depresión pueden ser un signo de un trastorno de salud mental de fondo. En el mismo sentido, desde el centro de salud estadounidense sugieren que los cambios en el estilo de vida, como por ejemplo aumentar el apoyo social, entre otros, pueden ser útiles para prevenir esta situación.
Demencia
Según un estudio, las personas solitarias procesan el mundo de manera diferente, lo cual puede incrementar la sensación de soledad (Imagen Ilustrativa Infobae)
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en ingles) informan que la soledad y el aislamiento social “en los adultos mayores son un riesgo grave de salud pública que afecta una cantidad significativa de personas en los EE. UU., y las pone en riesgo de presentar demencia y otras afecciones graves”.
“Los adultos mayores están en mayor riesgo de soledad y aislamiento social porque es más probable que enfrenten factores como vivir solos, perder familiares o amigos, tener enfermedades crónicas y pérdida auditiva. El aislamiento social se asoció a un aumento de casi el 50% del riesgo de demencia; y la soledad se asoció a mayores tasas de depresión, ansiedad y suicidio”, agregan desde los CDC.
Y los NIH apuntan: “El aislamiento social y la soledad también pueden ser perjudiciales para la salud cerebral, pues se les ha relacionado con una función cognitiva más deficiente y un mayor riesgo de demencia, especialmente la enfermedad de Alzheimer. Además, la poca actividad social y estar a solas la mayor parte del tiempo puede contribuir a una disminución en la capacidad para realizar tareas cotidianas como conducir, pagar facturas, tomar medicamentos y cocinar”.
Dolor emocional y pérdida del sentido
La soledad también puede aumentar el estrés, interfiriendo con las actividades diarias y las relaciones personales (Freepik)
Sebastián Ibarzábal postuló que la “soledad emocional es algo que experimentamos cuando podemos estar rodeados de un montón de personas, incluso aquellas con las cuales tenemos un buen vínculo o que son importantes para nosotros, pero por alguna razón no podemos conectar positivamente con ellas. También puede ocurrir cuando no nos sentimos entendidos por esas personas. Todos estos son momentos en los cuales nos vamos aislando progresivamente y desarrollando una sensación de soledad interna. Es decir, nos sentimos solos a pesar de estar rodeados de mucha gente”.
En ese tono, los NIH aportan que las personas “que se sienten solas experimentan dolor emocional. Perder el sentido de interconexión y comunidad puede cambiar la forma en que una persona ve el mundo. Las personas que padecen de soledad crónica puede sentirse amenazadas y desconfiar de los demás”.
Y agregan: “El dolor emocional puede activar las mismas respuestas de estrés en el cuerpo que el dolor físico. Cuando esto se prolonga durante mucho tiempo, puede provocar una inflamación crónica (liberación sobre activa o prolongada de sustancias que pueden dañar los tejidos) y una inmunidad reducida (capacidad para combatir enfermedades). Esto aumenta el riesgo de enfermedades crónicas y puede dejar a una persona más vulnerable a algunas enfermedades infecciosas”.
“La soledad y el aislamiento social son diferentes, pero están relacionados», advirtieron los NIH
En tanto, Paulucci reiteró que “es muy diferente la vivencia de la soledad ante una pérdida, cuando se ha tenido un lugar en el otro, de cuando ello no ocurrió” y destacó que “la experiencia de la soledad no solo es un deseo de alejarse del otro o un temor que nos remite a una vivencia de desamparo, es también una capacidad: la de poder estar solo. Winnicott, psicoanalista inglés, lo plantea de este modo como capacidad para estar a solas; estar solo en presencia de la madre”.
La percepción del tiempo es, dentro de esta temática, otro factor fundamental. En 2023, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos, realizó un estudio, publicado en Sage Journal, donde encontró que quienes no estaban solos tenían una forma similar de procesar el mundo que las rodeaba. Sin embargo, descubrieron que los solitarios no solo interpretan las cosas de manera diferente a quienes están acompañadas, sino que incluso las ven de forma distinta entre ellos.
“Encontramos que las personas solitarias son excepcionalmente diferentes a sus compañeros en la forma en que procesan el mundo que los rodea, incluso cuando se tiene en cuenta la cantidad de amigos que tienen”, dijo la autora principal Elisa C. Baek. Su estudio mostró que las respuestas neuronales de las personas solitarias difieren de las de otras personas, lo que sugiere que “ver el mundo de manera diferente a quienes lo rodean puede ser un factor de riesgo para la soledad, incluso si se socializa regularmente”.
Sebástián Ibarzábal describe la soledad emocional como un aislamiento progresivo a pesar de estar rodeado de personas (Imagen ilustrativa Infobae)
“Este enfoque nos permitió probar si las personas que experimentan altos niveles de soledad tienen respuestas neuronales que son diferentes a las de sus compañeros y entre sí, incluso después de controlar su número objetivo de vínculos sociales. En otras palabras, probamos si los individuos solitarios procesan el mundo de manera idiosincrásica, incluso si tienen muchos amigos”, afirmaron en el estudio.
Baek y sus colegas Ryan Hyon, Karina López, Meng Du, Mason A. Porter y Carolyn Parkinson llegaron a esta conclusión al comparar las imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) de 66 estudiantes universitarios de primer año. “Las respuestas neuronales de los individuos solitarios eran diferentes a las de sus pares, particularmente en regiones de la red de modo predeterminado en las que respuestas similares se han asociado con perspectivas compartidas y comprensión subjetiva. Estas relaciones persistieron cuando controlamos las similitudes demográficas, el aislamiento social objetivo y las amistades de los individuos entre sí”, dijeron en el estudio.
Durante cada escaneo, los participantes vieron videos. Después de la exploración, informaron sus sentimientos de conexión social utilizando la Escala de Soledad de UCLA.A principios del año académico, cada participante también había completado una encuesta de redes sociales en la que mencionaron los nombres de cada persona con la que estudiaron, comieron o pasaron el rato durante sus primeros meses como estudiantes.
Para analizar estos datos, Baek y sus colegas dividieron a los participantes en dos grupos: un grupo “solitario” con participantes que obtuvieron puntajes más altos que la mediana en la escala de soledad y un grupo no solitario con participantes que obtuvieron puntajes por debajo de la mediana.
Benno de Keijzer de la UNAM diferencia entre estar solo y sentirse solo, destacando que la calidad de las redes sociales influye en la sensación subjetiva de soledad (Freepik)
Según el estudio, “sentirse comprendido por otras personas es un factor crítico para lograr la conexión social y está asociado con una mayor satisfacción con la vida”. Pero “las personas solitarias procesan el mundo de manera idiosincrásica, lo que puede contribuir a la sensación de incomprensión que a menudo acompaña a la soledad”, explicaron los investigadores.
Estrés
Según datos de MedlinePlus, el aislamiento social “(la separación física de otras personas) puede causar sentimientos de soledad y aumentar el estrés. Aunque sentir un poco de estrés es normal, una cantidad excesiva puede interferir con las actividades diarias, las relaciones y el trabajo. Algunos de los síntomas del estrés y la ansiedad son sentirse irritable, inquieto y con los nervios de punta; sentirse abrumado y con falta de motivación; tensión muscular; fatiga o cansancio; dificultad para concentrarse”.
Para la OMS, el estrés “afecta tanto a la mente como al cuerpo. Es positivo tener un poco, pues nos ayuda a realizar las actividades diarias, pero cuando el estrés pasa a ser excesivo tiene consecuencias físicas y psíquicas. Cuando tenemos estrés nos resulta difícil relajarnos y concentrarnos, y podemos sentirnos ansiosos o irritables. Además, el estrés puede causar dolor de cabeza o de otras partes del cuerpo, malestar gástrico, dificultades para dormir o alteraciones del apetito (comer más o menos de la cuenta)”.
Escuchar y comprender los sentimientos de soledad de quienes eligen vivir solos es esencial para abordar este problema (Getty)
Consejos para prevenir el impacto de la soledad en la salud mental
Desde la AARP de Estados Unidos, que se dedica a la atención de adultos mayores, aconsejan: “Se puede contrarrestar la soledad de muchas maneras, por ejemplo, haciéndote de tiempo para retribuir a la comunidad, viajando, aprendiendo junto a otros o relajándote con amigos. (…) Los informes muestran que, por lo general, las personas que se conectan socialmente son más sanas, más felices y están mejor preparadas para enfrentar los obstáculos que surgen en su camino”.
Ibarzábal, en tanto consideró que el ser humano “es un ser social desde que nace hasta que muere; necesitamos el contacto con los demás para sobrevivir, aprender, crecer y encontrar sentido a nuestra vida. La soledad, en sí misma, no es un problema, pero puede generar sentimientos de tristeza, desesperanza, enojo, frustración y resentimiento cuando no podemos vincularnos adecuadamente con los demás. Esto puede convertirse en una profecía autocumplida, donde nuestros sentimientos de soledad nos llevan a alejarnos aún más de los demás”
“Sin embargo, la soledad también puede ser una oportunidad para el autoconocimiento y el crecimiento personal si aprendemos a gestionarla adecuadamente. A través de la reflexión, la paciencia y la autoaceptación, podemos convertir los momentos de soledad en oportunidades para desarrollarnos y enriquecer nuestras vidas. Hay muchas personas que pueden estar solos y utilizar esos momentos de soledad para construir cosas sumamente positivas, como momentos de reflexión y crecimiento con muchos conocimientos que pueden permitirnos resolver problemas de manera más efectiva y abordar situaciones que de otra manera no podríamos”, aconsejó el psicólogo.
Las relaciones sociales son fundamentales para afrontar y prevenir la soledad que no es elegida (Imagen ilustrativa Infobae).
A su turno, Any Krieger observó: “Se elige cada vez más vivir sin compañía. Es una paradoja. Quiero vivir solo y después está ese sentimiento al que llamamos soledad. Ahora, pienso mucho en mis pacientes, de distintas edades, que padecen esto. Algunos están en una situación de pareja complicada, abrumados por la presencia de la pareja, y eligen la separación. Y después aparecen estos sentimientos, no de depresión, sino de soledad. Es muy importante escuchar qué siente esa persona que eligió irse a vivir sola”.
“La estrategia para combatir esto es una terapia. Sé que muchas personas no pueden acceder, pero es un tema que, como la depresión y las adicciones, necesita ayuda”, señaló la experta.
Al tiempo que Paulucci aseguró: “Sin duda hay una preocupación social por la vivencia de soledad que aqueja a cada vez más personas. En la cultura actual, pese a la facilitación enorme de los contactos a través de las redes sociales y los miles de amigos de Facebook e Instagram que cada uno pueda tener, el sentimiento de soledad no decae, al contrario. La soledad está mal vista. El sujeto queda aturdido por la música, la sobreinformación y la hiperactividad. Con interacciones múltiples y superficiales, que muy frecuentemente esquivan al cuerpo, no se logra un encuentro satisfactorio con el otro. Priman la decepción y la rápida sustitución, la pérdida de brillo es vertiginosa”.
Y concluyó: “El recorrido de un psicoanálisis implica la posibilidad de estar solo con el analista y encontrarse con lo diferente, aquello inconsciente que habita en mí y me lleva a repetir dolores y sufrimientos, a penar de más para tener alguna satisfacción, a postergar mis deseos por temor a las consecuencias, a quedarme solo. Este recorrido puede permitir el pasaje de la loneliness, la soledad ligada al desamparo y al dolor, a la solitude, la soledad elegida que no implica aislamiento ni exclusión del otro”.