Cúpulas gigantes y aeropuertos en el cielo: el Nueva York que nunca fue

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La arquitectura siempre ha nacido del dibujo. La música, como sabemos, nace de una partitura. De esta manera, tanto arquitectura como música terminan un trabajo.

Los dibujos para la arquitectura y las partituras para la música viven una vida de perfecta soledad, incluso si están en un cajón o en un altillo. Curiosamente, la gente no puede construir la arquitectura o la música sin un resultado físico.

Los más grandes y espectaculares edificios que nunca construyeron
Los más grandes y espectaculares edificios que nunca construyeron

Podemos construir un edificio y, sin embargo, terminarlo sin ninguna arquitectura. Podemos hacer arquitectura en un dibujo, pero nunca llegar a construir algo. Un compositor puede escribir una partitura que tal vez nunca sea interpretada, pero la falta de interpretación no la descalifica como pieza de música.

Los estadios con techo pueden parecer normales hoy en día, pero en los años 50 eran una rareza. Este proyecto de 1955 era para la casa de los Dodgers. Está en el libro "Never Built New York".

En eso radica la paradoja de los trabajos que nunca son construidos ni interpretados. Viven su propia existencia, sin importar el paso del tiempo. El poder del dibujo y su fuerza creativa no residen simplemente en su uso como una herramienta por razones prácticas. Residen en la imaginación del espectador.

Así se imaginó Victor Gruen que podria ser la hoy llamada isla Roosevelt, antes isla Blackwell, en 1961. Su idea nunca llegó a ser una realidad. Aparece en el libro "Never Built New York".

El arquitecto Daniel Libeskind alguna vez soñó con construir en Madison Avenue. Fue en el 2007. La imagen hace parte del libro "Never Built New York".

Un dibujo puede alojarse en la mente y allí construirse a sí mismo con grandes alturas. Beethoven compuso sus últimas piezas sin poder escucharlas cuando las tocaba. Las oía en su mente, en su ser.

Eso mismo sucede con la arquitectura.

Los contenidos de los dibujos arquitectónicos, aunque se lleven a cabo o no, pueden entrar en la imaginación del público. De esa manera se convierten en proyectos, en acciones futuras.

Así como la música, el dibujo arquitectónico puede esperar mucho tiempo antes de revelarse a sí mismo. Las partituras de Bach estuvieron durante casi 200 años sin ser interpretadas, hasta que Mendelssohn las redescubrió y las hizo públicas a través de su interpretación.

Piranesi sólo construyó un edificio; Chernikov no construyó ninguno, pero sus creaciones son fundamentales para la historia y la producción de la arquitectura.

Los dibujos arquitectónicos han sido y seguirán siendo un impulso para construir el mundo. Los dibujos del libro Never Built New York no son, para mí, un compendio de nostalgia, remordimientos y oportunidades perdidas. Son, por el contrario, dibujos que abren la mente y permiten repensar lo construido y lo que nunca se construyó.

Esta enorme cúpula transparente, imaginada por R. Buckminster Fuller en 1961, debía cubrir parte de Manhattan. Está en el libro "Never Built New York".

Este diseño de Foster + Partners ganó un concurso en el 2012 pero nunca vio la luz por un concepto negativo de Zaha Hadid. Está en el libro "Never Built New York".

Este dibujo de 1909 buscaba convertirse en un memorial para honrar a los indios americanos. Aparece en el libro "Never Built New York".

Este estadio de béisbol, proyectado en Flushing Meadows Park, en el 2013, hubiera costado unos 300 millones de dólares. La historia aparece en el libro "Never Built New York".

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