La Federación Nacional de Comerciantes Detallistas de Provisiones (Fenacodep) denunció hoy que los ingenios azucareros del país aumentaron el precio del azúcar crema y refina, trayendo consigo que esos productos lleguen al consumidor con un incremento de cinco pesos por libra.
René Japa, director de comunicaciones y expresidente de la Fenacodep desvinculó al comercio detallista de lo que está pasando con el precio del azúcar que aumentó entre un 20 y un 25 por ciento a los consumidores.
Japa expresó que el aumento del precio del azúcar afecta la economía de los hogares dominicanos e impacta en los costos de producción de cientos de micro y pequeñas empresas como son las reposterías, dulcerías, panaderías y las que fabrican jugos y otras bebidas refrescantes.
Dijo que cuando los productos de primera necesidad aumentan de precio se va produciendo paulatinamente una devaluación del salario, porque cada día la gente puede comprar menos cosas con sus ingresos fijos.
Apuntó que el comercio también resulta afectado, porque se ve obligado a buscar más capital para reponer los inventarios.
“En ese caso el detallista tiene dos opciones: reinvertir forzosamente sus ganancias o recurrir a los bancos y asumir los costos financieros de los préstamos para mantener un surtido aceptable”, añadió el dirigente comercial.
Afirmó que por mucho tiempo el azúcar se mantuvo como uno de los productos exentos en impuestos como el Itbis, pero que a raíz de la reforma 253-12, se estableció un Itbis escalonado llegando al 15 por ciento.
Sostuvo que por diversas razones el país perdió la autosuficiencia azucarera y que todos los años se ve compelido a importar parte del dulce que demanda el mercado local.
Reveló que la cuota de importación la asigna el Instituto Azucarero Dominicano (Inazucar), recayendo el grueso en los ingenios y una pequeña partida va al comercio, que para obtenerla tiene que acceder a un mecanismo de subasta a través de la Bolsa que dirige la Junta Agroempresarial Dominicana.
Consideró que el aumento del precio del azúcar es un duro golpe a la economía familiar y al presupuesto de la micro y pequeña empresa que usa este producto como materia prima.