Alemania recuerda mañana el 75 aniversario de la Capitulación del Tercer Reich, el régimen que lanzó al mundo a una guerra aniquiladora y activó un plan de exterminio masivo sin precedentes, a partir del ascenso al poder de Adolf Hitler, en 1933.
«Todo empezó con una elección», apunta el cartel de la exposición conmemorativa del aniversario, inicialmente planteada como parte de un acto multitudinario en la Puerta de Brandeburgo, adaptada luego al formato virtual por las restricciones derivadas de la COVID-19.
En lugar de acto ciudadano, el 8 de mayo de 1945 será recordado con una ceremonia institucional en la Neue Wache de Berlín, donde se rinde homenaje a las víctimas de la guerra y la dictadura, con la asistencia de la canciller Angela Merkel y del presidente Frank-Walter Steinmeier.
LA DICTADURA QUE ARRANCÓ DE LAS URNAS
El cartel de la exposición virtual, que estará accesible hasta el 30 de septiembre, remite al voto que precedió al nombramiento como canciller de Hitler, el 30 de enero de 1933. El partido nacionalsocialista, NSDAP, había obtenido en noviembre de 1932 un 33,1 % -frente al 37 % de los anteriores comicios nacionales-. Sobre ese resultado, y aliado con varias formaciones conservadoras, el presidente del Reich, Paul von Hindenburg, le nombró canciller.
De la ideología de Hitler no había duda. Pero al parecer -a juicio de los historiadores-, esa alianza conservadora consideró que podría manejarlo y convertirlo en un captador de voto popular.
En cuestión de meses se materializó la «Machtergreifung» (Toma de poder). Al devastador incendio del Reichstag, en febrero de ese año, siguió el decreto de Hindeburg que suspendía derechos fundamentales democráticos. Hitler obtuvo así carta blanca para sofocar a sus adversarios y suprimir el parlamentarismo.
Con la invasión de Polonia, en 1939, empezó la II Guerra Mundial. Un conflicto que en solo seis años dejaría entre cincuenta y sesenta millones de muertos.
En paralelo orquestó el nazismo la «Solución Final», con seis millones judíos asesinados. Fue el principal, pero no el único colectivo al que Hitler trató de aniquilar: gitanos, homosexuales, discapacitados o enemigos políticos también fueron víctimas de sus campos de exterminio.
La noche del 8 al 9 de mayo de 1945 se firmó por fin en Karlshorst, en las afueras de Berlín, la Capitulación. Hitler se había suicidado el 30 de abril en su búnker, junto con su esposa Eva Braun; sobre el Reichstag humeante había colgado su bandera un soldado soviético, el 2 de mayo. Berlín había caído.
Alemania tardó décadas en denominar «Liberación» a ese día. Ciudades enteras habían quedado barridas por los bombardeos; uno de cada cinco niños nacidos en esos años creció sin padre -muerto, prisionero, huido o exiliado-; a las mujeres les correspondió la tarea de levantar el país de las ruinas; unas 900.000 habían sido o serían violadas en la posguerra por soldados aliados.
DE LA HORA CERO A LA LIBERACIÓN
Fue en 1985 cuando el entonces presidente del país, Richard von Weizsäcker, marcó un hito al recordar el 8 de mayo de 1945 como el Día de la Liberación. Pese a la derrota y al sufrimiento, así debería reconocerse esa fecha, afirmó, cuarenta años después de la caída del Tercer Reich.
Fue una frase valiente, de un presidente carismático, pero que apenas llevaba un año en el cargo y que siendo un joven abogado había intervenido en la defensa de su padre, Ernst von Weizsäcker, en los procesos llevados a cabo entre 1948 y 1949 en Nuremberg contra cargos del nazismo.
El presidente von Weizsäcker marcó la pauta. Desde entonces, la fecha del 8 de mayo es reconocida por la plana mayor de la política alemana como de la liberación.
La plana mayor no significa, sin embargo, la totalidad de la clase política actual alemana. El jefe del grupo parlamentario de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alexander Gauland, recuperó ahora el término «Día de la Derrota» para el aniversario de la Capitulación.
«El 8 de mayo no puede ser una festividad nacional. Tal vez fuera el día de la liberación para los presos en campos de concentración. Pero para gran parte de Alemania fue el día de la derrota absoluta, de la pérdida del poder gestor», argumentó estos días Gauland, en alusión a que el país quedó bajo la ocupación de las potencias aliadas.
La AfD se convirtió en las elecciones generales de 2017 en la primera formación ultraderechista con escaños en el Bundestag (Parlamento federal) desde los años 50. Desde entonces, se ha consolidado como tercera fuerza en todo el país, con representación en las cámaras de los 16 estados federados («Länder») y el Europarlamento.
Fuente: Listin Diario