Con esta fascinante experiencia, el francés Michel Siffre iluminó el mundo de la cronobiología, descubriendo cómo los ritmos del organismo humano se alteran en esas condiciones
En 1962, un joven científico francés de 23 años, Michel Siffre, se adentró en un experimento extremo, considerado por muchos como una apuesta peligrosa para la salud mental. Solo y sin ninguna referencia del paso del tiempo, descendió a 130 metros de profundidad en una cueva helada de los Alpes franceses, con la única compañía de su lámpara de minero.
Durante más de dos meses, reseña The New York Times, su único contacto con el mundo exterior fue a través de informes regulares enviados a su equipo en la superficie, que no debía indicarle ni la hora ni el día. El objetivo de su investigación: estudiar los efectos de la ausencia total de señales temporales externas (luz solar o relojes) en el ritmo biológico humano.
Lo que comenzó como una curiosidad sobre los ritmos circadianos, los ciclos internos que regulan el sueño y la vigilia, se transformó en un hito para la ciencia, particularmente en el campo de la cronobiología, el estudio de los ritmos biológicos. Siffre, al privarse completamente de las referencias temporales, reveló aspectos inesperados del cerebro humano y sus procesos de adaptación a condiciones extremas.
Lo que los científicos no sabían es que este aislamiento extremo no solo alteraría su percepción del tiempo, sino que también brindaría nuevos insights sobre cómo los seres humanos experimentan el paso del tiempo cuando se les priva de sus rutinas y señales habituales.Durante más de dos meses su único contacto con el mundo exterior fue a través de informes regulares enviados a su equipo en la superficie, que no debía indicarle ni la hora ni el día (Captura de YouTube)
Lo que Siffre vivió no fue un experimento aislado; su descubrimiento tuvo implicaciones mucho más amplias, incluso para futuras misiones espaciales. La NASA y el ejército francés siguieron de cerca sus estudios, interesados en los efectos de la falta de referencias temporales en condiciones extremas, como los viajes espaciales de larga duración o las misiones en submarinos nucleares.
Pero, más allá de las aplicaciones militares o espaciales, el estudio de Siffre también dejó interrogantes sobre nuestra naturaleza más profunda: ¿hasta qué punto estamos atados a los relojes y la luz solar para funcionar de manera óptima? Y, tal vez más inquietante, ¿es posible que nuestro cuerpo esté diseñado para una forma de tiempo completamente distinta a la que vivimos?
La cueva de Scarasson: un experimento sin vuelta atrás
El 16 de julio de 1962, Siffre descendió al abismo de Scarasson, una cueva en los Alpes franceses, con una misión clara: vivir completamente aislado durante un período de tiempo sin ningún tipo de referencia temporal. En un entorno de temperaturas bajo cero y con niveles de humedad extremadamente altos, el científico francés permaneció sin reloj, sin contacto con el mundo exterior y sin luz natural. Solo contaba con una lámpara de minero para prepararse la comida y leer, y un equipo de apoyo fuera de la cueva que se limitaba a seguir su evolución sin intervenir directamente.
Sin los ciclos diurnos y nocturnos que nos guían, ¿cómo cambiaría la percepción del tiempo? En lugar de seguir horarios rígidos, Siffre dormía y comía cuando su cuerpo se lo pedía, marcando la pauta para lo que sería el descubrimiento de un “reloj biológico” diferente al convencional.Siffre se sumergió en el Scarasson, una cueva alpina, privándose de luz y relojes para estudiar los ritmos biológicos (Captura de YouTube)
Después de 63 días, Siffre salió de la cueva, sorprendido al descubrir que el tiempo había pasado mucho más rápido de lo que pensaba. Según su propio relato, había creído que solo habían transcurrido un mes, pero en realidad había permanecido en la oscuridad durante más de dos meses. Esta percepción de un tiempo más comprimido se convirtió en una de las bases para sus futuras investigaciones y la creación del campo de la cronobiología humana.
El descubrimiento del reloj biológico de 48 horas
Uno de los hallazgos más sorprendentes de este experimento fue que, en ausencia de las señales naturales que regulan nuestro ciclo de 24 horas, el cuerpo de Siffre parecía ajustarse a un ciclo de 48 horas. Este ciclo más largo se caracterizaba por una alternancia entre 36 horas de actividad continua y 12 a 14 horas de sueño. Este descubrimiento no solo alteraba lo que se sabía sobre los ritmos circadianos, sino que también planteaba nuevas preguntas sobre la flexibilidad y adaptabilidad del cuerpo humano en condiciones extremas.
En una prueba particularmente significativa, Siffre tuvo que contar del 1 al 120 a razón de un número por segundo. Mientras su equipo registraba el tiempo real, descubrieron que a Siffre le tomaba cinco minutos contar hasta 120, lo que indicaba una alteración de su percepción del tiempo, como si su cerebro estuviera procesando el tiempo a un ritmo más lento que el real. “Psicológicamente, experimenté cinco minutos como si fueran solo dos”, explicó más tarde Siffre en una entrevista con Joshua Foer para la revista Cabinet en 2008.Sin señales temporales, Siffre descubrió que su ciclo de actividad se alargaba a 48 horas, alterando la noción de tiempo (Captura de YouTube)
El impacto de los experimentos de Michel Siffre no se limitó solo a la cronobiología; sus descubrimientos tuvieron un papel importante en los estudios sobre el ciclo de sueño y vigilia de los astronautas. En los años 60, cuando las misiones espaciales de larga duración estaban comenzando a tomar forma, la NASA se interesó profundamente en los efectos de la ausencia de señales de tiempo sobre los astronautas. Como Siffre había demostrado en su experimento, sin las referencias temporales tradicionales, los humanos eran capaces de adaptarse a ciclos de sueño no convencionales.
A lo largo de las décadas, Siffre continuó con sus investigaciones en entornos subterráneos. En 1972, realizó un segundo experimento, esta vez en Texas, en la cueva Midnight Cave, donde permaneció durante 205 días. Allí, los efectos del envejecimiento y la percepción del tiempo fueron los nuevos focos de su investigación.
La contribución de Michel Siffre a la ciencia va más allá de la cronobiología. Al sumergirse en la oscuridad total, Siffre no solo desafió los límites de la ciencia, sino también los límites de la percepción humana. En sus propios términos, al entrar en la cueva y despojarse de todo conocimiento del tiempo, “creé el campo de la cronobiología humana sin saberlo”.Siffre salió del aislamiento tras 63 días, creyendo que solo había pasado un mes debido a un tiempo percibido comprimido (Captura de YouTube)
Su legado continúa vivo en la ciencia moderna, y su investigación sigue siendo un referente crucial para comprender cómo los seres humanos interactúan con el tiempo. Sin embargo, Siffre también dejó preguntas abiertas. ¿Qué sucede con nuestra mente cuando el tiempo se vuelve relativo? ¿Y hasta qué punto los avances tecnológicos, como los relojes y las luces artificiales, modelan nuestra experiencia del mundo?
En una de sus entrevistas más reflexivas, Siffre comentó: “El problema del tiempo psicológico es el problema de los seres humanos. ¿Qué es el tiempo? No lo sabemos”. Esta pregunta, que sigue vigente hoy, nos invita a repensar nuestra relación con el tiempo y con nosotros mismos.