ste texto es parte del especial sobre la era de Trujillo, con motivo de la conmemoración del 129 aniversario del nacimiento del tirano y ha sido coordinada por Emilia Pereyra, con la especial colaboración de los historiadores Eliades Acosta Matos, Juan Daniel Balcácer y Alejandro Paulino Ramos y del arquitecto y escritor José Enrique Delmonte Soñé.
El dictador Rafael Leónidas Trujillo centró su nepotismo en las estructuras de las Fuerzas Armadas, según plantea el historiador Alejandro Paulino Ramos, estudioso de la prolongada tiranía del pasado siglo.
A juicio del investigador, el nepotismo trujillista convirtió la estructura militar de la República Dominicana en una instancia familiar para garantizar la permanencia en el poder del tirano y sus correligionarios.
“Aunque el nepotismo fue una práctica recurrente en los gobiernos anteriores a los que encabezó Rafael L. Trujillo a partir del 16 de agosto de 1930, este nunca se sobredimensionó de la forma en que lo hizo el gobernante militar, surgido del golpe de Estado del 23 de febrero, que desde la jefatura del Ejército se catapultó a la primera magistratura, apoyado en lo fundamental por el poder militar que le sirvió de sostén de su largo período de gobierno”, argumenta.
En una entrevista concedida a Diario Libre, Paulino Ramos expresa que Trujillo conocía, por su relación con el gobierno militar americano (1916-1924), con el que se hizo oficial, que la Guardia Republicana había sido eliminada y fue sustituida en 1917 por la Guardia Nacional Dominicana.
Argumenta a continuación que debido a que por la legislación y la represión del gobierno extranjero, la población había sido desarmada, Trujillo se aprovechó de esas circunstancias y dio pasos desde muy temprano para ocupar las más altas instancias del Ejército.
A su juicio, desde la jefatura del cuerpo militar, Trujillo logró convertirse en lo que sectores políticos y económicos reclamaban como “el hombre capaz de enrumbar el país por senderos de orden y progreso», negadores de políticas caudillistas, sin percatarse de que la condición de jefe de esa instancia le convertiría de inmediato en el líder absoluto del país.
Dice que desde entonces el jefe del Ejército “tenía conciencia del poder que confería la condición de militar, por encima de cualquier otra posición dentro del Estado dominicano”.
Paulino Ramos, autor del libro “La dictadura de Trujillo: vigilancia, tortura y control político” (2020), explica que el jerarca quiso enmascarar su satrapía, promoviéndola acorde con fundamentos constitucionales, para lograr que la población reconociera su gobierno enmarcado en los lineamientos de la democracia representativa.
Argumenta que “se tiene entendido que solo la instancia ejecutiva, concentrada en su recia figura militar, hacía aparecer a Trujillo ante los diferentes mandos de la estructura militar como el comandante en jefe y ‘generalísimo de los ejércitos nacionales’, condición con la que se invistió desde 1933, y que lo situaba en una cómoda posición para gobernar”.
“Con ese interés, las demás instancias del Estado quedaban supeditadas al poder conferido por las armas, en un ambiente en el que solo eran importantes en el marco de lo formal y propagandístico, pues por encima de las decisiones congresuales y judiciales, eran las decisiones personales de Trujillo las que se imponían de manera permanente y sin ninguna forma de disidencia ni contradicciones en cuanto las órdenes surgidas de su oficina presidencial”, agrega.
Otra imagen del déspota Rafael Leónidas Trujillo, junto a su esposa María Martínez y hermano Héctor Bienvenido Trujillo, jefe militar de su régimen. Foto: AGNMiembros de la familia Trujillo en la cima militar
De tal manera, dice, Paulino Ramos: “La dictadura de Trujillo lo fue típicamente de índole militar, aunque estuvo matizada de un formal constitucionalismo que no sobrepasó los límites de la falsa existencia conferida en la propia ley fundamental, corrompida en el marco de la existencia de un partido único, que intrincado en el aparato del Estado respondía de manera directa a las instrucciones de quien le había dado su propio nombre, haciendo énfasis en su condición militar”.
Recuerda que al partido oficial se le llamó Partido del General Trujillo, aunque se le cambiara el nombre posteriormente por el de Partido Dominicano, del que Trujillo era, de manera vitalicia, su máximo directivo.
Enfatiza Paulino que “los poderes, supuestos a ser ejercidos por diferentes instancias del Estado, se hallaban concentrados en la propia persona del dictador y en el aparato militar del que él era su generalísimo y comandante en jefe, condición que no abandonó durante sus treinta años de gobierno”.
Argumenta que, conociendo Trujillo el poder que le confería la condición de mandatario sustentado en las estructuras militares, en su estrategia de dominación política puso especial atención a todo lo relacionado con el Ejército, Policía Nacional Dominicana y el partido, por ser instancias que les garantizaban mantener el control del aparato estatal y de la población en general, luego de los incidentes en que altos oficiales militares encabezaron conspiraciones para desplazarlo del poder, los cuales fueron aplastados de manera despiadada.
Recuerda que esos militares derrotados fueron Leoncio Blanco, Ramón Vásquez Rivera, Aníbal Vallejo y Eugenio Marchena.
Según el historiador, la necesidad de mantenerse ejerciendo la presidencia de la República explica en parte el interés de Trujillo en rodearse dentro del Ejercito y en las demás ramas de las Fuerzas Armadas de sus más cercanos familiares, especialmente hermanos e hijos, quienes ocuparon las más importantes posiciones militares.
Sostiene que esa manera Trujillo consolidaba su poder dentro de las instancias militares, a la vez que garantizaba la prolongación de la dictadura.
El historiador Alejandro Paulino Ramos.Nepotismo temprano
“Desde muy temprano, en los primeros meses de la dictadura, ya Trujillo había dado pasos para que sus hermanos ocuparan altos puestos militares y de esa manera mantener el control sobre los cuerpos castrenses”, evoca Paulino Ramos.
“Por ejemplo, en 1931 el dictador designó a su hermano José Arismendi (Petán) Trujillo, como capitán y jefe del cuerpo de ayudantes, cerrando el paso a cualquier disidencia cercana que pudiera poner en peligro su vida, mientras que a su hermano menor, Aníbal Trujillo, le confirió el rango de coronel en 1933 y de general de brigada en 1936”, expresa.
Además, agrega: “Por igual, a Héctor (Negro) Trujillo, quien al parecer, entre sus hermanos era el que contaba con la máxima confianza del dictador en el marco de sus familiares más cercanos, lo nombró coronel en 1936 y luego generalísimo en 1957, rango que solo él ostentaba en su condición de dictador, sin contar que ya antes, en 1952, lo había hecho elegir como presidente de la República, aunque todo el poder militar y estatal seguía concentrado en su persona”.
De acuerdo con Paulino, también era alto oficial de las Fuerzas Armadas Pedro Trujillo, hermano del sátrapa, elevado al rango de coronel en 1954, mientras que su sobrino José García Trujillo fue subsecretario de la Marina y la Aviación.
José Trujillo Valdez, padre del dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien fue congresista de la tiranía.Otros familiares también jefes
Al profesor Paulino Ramos le llama la atención la forma en que Trujillo utilizó en las diferentes instancias del Estado a sus más cercanos parientes, incluyendo a su padre, José Trujillo Valdez, quien fue congresista hasta 1936, cuando falleció.
Por igual, el hermano del tirano, Virgilio Trujillo, ocupó una curul en la Cámara de Diputados durante varios años, aunque también a partir de 1931 se destacó como jefe del Estado Mayor del Ejecito.
Igualmente, Luis Ovidio Ruiz Trujillo, sobrino de Trujillo, ocupó la subsecretaria de Educación, y Teódulo Pina Chevalier, tío del dictador, fue secretario de Estado, para solo citar algunos casos.
Ramfis Trujillo, designado coronel del Ejército con apenas cuatro años.Ramfis y Rhadamés Trujillo, altos oficiales en la infancia
Paulino Ramos también observa que, en su afán por llevar a sus parientes más próximos a instancias de poder, Trujillo cayó en la exagerada actitud de nombrar a hijos Ramfis y Rhadamés Trujillo al frente de importantes mandos dentro de las Fuerzas Armadas, cuando todavía eran menores de cinco años.
“Al primero (Ramfis), que nació en 1929, ya en 1933, cuando apenas cumplía los cuatro años, lo designó por decreto como coronel del Ejército y en 1938 ya le había conferido en rango de general de brigada, cuando todavía no alcanzaba los diez años. Esto en el entendido de que Ramfis sería el jefe militar que lo sustituiría al momento de su desaparición”, afirma.
El historiador argumenta que con ese interés, en 1948 ya Trujillo había hecho organizar la Aviación Militar Dominicana y su joven hijo fue nombrado jefe del Estado Mayor Conjunto de Aire, Mar y Tierra, de modo que antes de cumplir los veinte años el descendiente mayor del dictador tenía su propia fuerza militar concentrada en la base aérea de San Isidro, dotada de flotillas de aviones, barcos y tanques de guerra.
Paulino Ramos relata que Rhadamés Trujillo, nacido en 1942, fue mayor del Ejército a los diez años, aunque según un funcionario de la Universidad de Santo Domingo que le daba seguimiento por orden del propio mandatario, en 1959 cuando se desempeñaba como teniente de la Aviación Militar, y en 1960, cuando era capitán, “se mostraba flojo de carácter y temperamento, y había que ponerlo en contactos con otras instancias para que fortaleciera su personalidad”.Angelita, “reina” y embajadora extraordinaria
Angelita Trujillo, por obra de su padre, el dictador, llegó a ser embajadora extraordinaria en misión especial ante gobierno de Inglaterra.
“Y como si fuera poco, la madre de Trujillo, a quien todos llamaban doña Julia, quedó investida, siempre por decisión oficial, con la condición de primera dama de la República. De esa manera, tanto los cuñados del mandatario, así como sus sobrinos, primos, yernos y suegros vinculados a la familia, en diferentes ocasiones ocuparon importantes puestos en la administración pública”, sostiene el investigador.
Paulino Ramos precisa de manera concluyente: “Aunque el nepotismo de Trujillo se considera marcado a nivel de toda la estructura del Estado. Sin embargo fue en la estructura militar donde estuvo centrado, debido a que de esta manera se ejercía en la práctica un poder determinante por encima de todas las estructuras de la administración pública, lo que a la larga hizo posible la permanencia del dictador como presidente de la República desde agosto de 1930 hasta mayor de 1961”.