La ciencia y la medicina nos dicen que dormir 8 horas diarias es lo que necesita nuestro cuerpo para poder funcionar de manera óptima. No es difícil de comprobar: cualquiera que haya sufrido de insomnio puede notar los efectos negativos de no dormir lo suficiente.
Pero es un mito que los humanos necesitamos dormir 8 horas seguidas. De hecho, por miles de años, los humanos dormíamos en dos etapas, con un intervalo entre ellas. Generalmente, apenas empezaba a caer la noche, la gente se acostaba y dormía por unas tres o cuatro horas (el primer sueño), se despertaba cerca de la medianoche por un par de horas y se volvía a dormir hasta la madrugada (el segundo sueño).
El historiador A. Roger Ekirch ha explicado que antes de la Revolución Industrial el sueño interrumpido era dominante en la civilización occidental. Extrae pruebas de documentos del mundo antiguo, medieval y moderno.
Ekirch pasó años revisando las primeras publicaciones, registros judiciales, diarios y registros médicos para averiguar cómo dormíamos. Encontró más de 500 referencias al primer y segundo sueño que se remontan a la Odisea de Homero.
«No es solo la cantidad de referencias, es la forma en que se refieren a ella como si fuera un conocimiento común«, dijo Ekirch en una entrevista a la BBC.
Sueño bifásico: la norma por miles de años
Esta claro que los humanos dormíamos en dos etapas durante el día pero entonces, ¿qué hacía la gente durante las horas entre el primer y el segundo sueño?
Ekirch cuenta que las personas se dedicaban a actividades más humanas como socializare, rezar, leer y, en muchos casos, a tener sexo. Los médicos medievales creían que las mujeres eran más fértiles durante las horas entre el primer y segundo sueño, y recomendaban intentar concebir durante ese periodo del día. Y esto era parte de la cultura popular de la época. En Los Cuentos de Canterbury, la obra medieval de George Chaucer, un personaje explica que la verdadera razón por la cual las clases bajas tenían más hijos era por qué intentaban concebir durante estas horas, ya que tenían que trabajar durante el día.
Una vez que comenzó la revolución industrial, las horas de trabajo se volvieron más largas. La productividad empezó a ser más valorada, y los humanos empezamos a perder horas de sueño para despertarnos temprano y acostarnos más tarde.
Además, a medida que la electricidad nos permitió tener luz dentro de nuestros hogares, los humanos empezamos a cambiar nuestro ritmo de sueño, conocido como el ritmo circadiano. Este es una parte de nuestra biología, como también de todos los animales, plantas y seres vivos en el planeta, que crea oscilaciones en nuestro organismo (como la tasa metabólica, producción de calor, floración en las plantas, etc.) de acuerdo con factores ambientales, como la hora del día o la presencia de la luz solar.
Nuestro ritmo circadiano determina internamente cuando nos «da sueño» y es comúnmente referido como nuestro «reloj interno». Para las personas que se despiertan y se acuestan a la misma hora todos los días, este reloj biológico funciona como una varita mágica, naturalmente despertando el cuerpo a la hora a la que uno acostumbra levantarse y adormeciendo el cerebro a la hora de dormir. Esta es la razón del por qué muchos se despiertan temprano sin ninguna alarma o reloj despertador, los fines de semana por ejemplo, sin realmente importar a qué hora uno se acostó a dormir o se quiso despertar.
El ritmo circadiano se va adaptando a los horarios del cuerpo cada aproximadamente 48 horas, pero este reloj biológico también impone sus propias medidas. Interesantemente, justo cuando las referencias al primer y segundo sueño desaparecen de los textos, empiezan a aparecen referencias al insomnio.
Insomnio y el sueño en la era moderna
El psicólogo Gregg Jacobs, de la Escuela de Medicina de Harvard, explica que el insomnio puede ser una respuesta biológica a intentar dormir de un solo tirón de ocho horas. «Durante la mayor parte de la evolución dormimos de cierta manera. Despertarse durante la noche es parte de la fisiología humana normal», explicó Jacobs en una nota para la BBC. Jacobs se especializa en estudiar el insomnio, desde qué lo causa hasta cómo tratarlo. Él dice que la idea de que debemos dormir en un bloque consolidado podría ser perjudicial, si hace que la gente que se despierta por la noche se sienta ansiosa, ya que esta ansiedad puede prohibir el sueño y así filtrarse a la vida diurna.
La falta de sueño y la «epidemia» de insomnio son notables características de las sociedades modernas. Una encuesta realizada en 12 países el año pasado concluyó que solo el 62% de los participantes duerme bien. En Argentina, un 64% de las personas reportan sufrir de algún trastorno de sueño como el insomnio, apnea o ronquidos.
Mucha de las personas que practican hoy el sueño bifásico dicen que han aumentado la cantidad de horas que pueden dormir, mejorando su calidad de vida en general. Estudios en países del Mediterráneo y Sudamérica cuentan que la «siesta» que se practica en estos lugares tiene efectos positivos para la calidad de vida de las personas. El sueño de la siesta, concebido durante la media tarde por una o dos horas, puede cambiar la manera de funcionar y producir de una sociedad. Estos estudios dicen que el sueño bifásico puede mejorar la memoria y capacidad de aprendizaje, generar mayor alerta y un mejor estado de ánimo durante el día.
Sin embargo, la gran mayoría de los médicos asegura que no está mal dormir ocho horas seguidas. El especialista en estudios de sueño Timothy A. Connolly explicó en una entrevista par la revista Everyday Health que lo más importante es conseguir las 7 u 8 horas mínimas todos los días. «Los estudios muestran que los adultos que duermen constantemente de 7 a 8 horas cada noche viven más tiempo», dice. Es cierto que algunas personas requieren solo 6 horas y otras pueden necesitar 10, pero el doctor aclara que todos necesitamos tener sueño de buena calidad y eso significa permanecer dormido por una cantidad determinada de horas seguidas. Por eso, concluye que «no vale la pena cambiar tu estilo de vida si ya duermes unas 7 o 8 horas durante la noche.»