El Tratado de Basilea y la cesión de Santo Domingo a Francia

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El Tratado de Basilea y la cesión de Santo Domingo a Francia

El 22 de julio de 1795 fue firmado, en la ciudad suiza de Basilea, un tratado de paz entre la monarquía española de Carlos IV y la República Francesa, mediante el cual se oficializó el fin de la Guerra del Rosellón, también llamada Guerra de la Convención, que durante dos años enfrentó a España y a Francia.

En ese conflicto bélico, España resultó más lesionada en virtud de que parte importante de su territorio, especialmente Guipúzcoa, en el país vasco, y parte de Cataluña, fueron ocupadas por los franceses. Esta situación fue motivo suficiente por el cual España gestionó y firmó la paz con el fin de preservar su unidad territorial y garantizar la tranquilidad de sus súbditos.

¿Qué significó para España recuperar el territorio peninsular que estaba en poder de los franceses, y qué sacrificio conllevó? Para concertar la paz y recuperar sus provincias ocupadas, España tuvo que dar algo a cambio y, luego de reconocer el triunfo de sus rivales, se vio obligada a pactar una negociación mediante la cual, a petición de la República Francesa, le cedió una de sus más antiguas posesiones ultramarinas en las Antillas: la parte oriental o española de la isla de Santo Domingo.

El Tratado de Basilea puso fin a un cruel combate entre españoles y franceses.

De esa manera, tras la firma del Tratado de Basilea, Francia se convirtió en la soberana exclusiva de toda la isla de Santo Domingo, cuya parte occidental ya ocupaba desde hacía poco más de un siglo y le había sido reconocida por España mediante el Tratado de Aranjuez de 1777.

Tanto el Santo Domingo francés como el español se vieron impactados por la Revolución Francesa de 1789, que proclamó la libertad e igualdad de los seres humanos. «Todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos», fue el principio enarbolado por la revolución, según la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Durante el período transcurrido entre 1791 y 1804 los antiguos esclavos de la parte francesa de la isla se rebelaron contra el irritante sistema colonial francés, lucharon contra franceses, ingleses y españoles y, finalmente, proclamaron la independencia y abolieron la esclavitud para siempre.

Los dominicanos españoles, por su lado, observaron con preocupación el futuro inmediato del colectivo, ya que en medio de la revolución haitiana tanto Inglaterra, Francia y España volvieron a disputarse el control exclusivo, primero de la parte francesa, y luego de la parte española de la isla de Santo Domingo.

Los domincanos españoles vieron peligrar su aservo cultural.

Por ejemplo, a lo largo de la guerra de liberación de los antiguos esclavos, se produjeron ocupaciones militares de amplias zonas de la parte francesa, así como choques armados entre tropas españolas, unidades del ejército francés y fuerzas leales a los revolucionarios dirigidos por Toussaint Louverture.

La guerra generó un estado de inseguridad tal, que muchos dominicanos españoles abandonaran cinco pueblos e importantes puestos fronterizos, como San Rafael, San Miguel, Las Caobas y Bánica, que fueron ocupados por tropas leales a la causa haitiana.

Como consecuencia, la gran mayoría de sus habitantes naturales se vieron forzados a cambiar de morada, y como en los tiempos de las devastaciones de Osorio, se trasladaron hacia el sur y el norte de la parte española.

El Tratado de Basilea resultó beneficioso para España, que logró recuperar los territorios de la península ocupados por Francia, pero fue bastante lesivo los dominicanos españoles. Porque la generalidad de la población percibió la cesión a Francia, un país de cultura, religión, idioma y costumbres diferentes, como un acto atentatorio contra la identidad cultural dominicana que se había construido de manera sostenida durante poco más de tres siglos.

A partir de 1795 se esperaba que reinarían la paz y la amistad entre el rey de España y la República francesa, ya que el artículo IV del Tratado establecía que la República francesa debía restituir a España “todas las conquistas que ha hecho en sus estados durante la guerra actual. Las plazas y países conquistados se evacuarán por las tropas francesas en los quince días siguiente al cambio de las ratificaciones del presente tratado”.

 Pero lo que fue paz para la península ibérica, para la población dominicana fue un triste destino. Porque la comunidad dominicana española de la época sufrió una traumatizante decepción colectiva en virtud de lo estipulado por el artículo noveno del Tratado, según el cual:

“En cambio de la restitución de que se trata en el artículo cuarto, el rey de España, por sí y sus sucesores, cede y abandona en toda propiedad a la República francesa toda la parte española de la isla de Santo Domingo en las Antillas”.

De acuerdo con ese artículo, las tropas y autoridades españolas con asiento en el Santo Domingo español debían abandonar la isla un mes después de ratificado el Tratado, para entonces entregar la parte del Este “a las tropas francesas cuando se presenten a tomar posesión de ella”.

El artículo noveno también disponía que cualquier habitante del Santo Domingo español, que por intereses u otros motivos prefiriera abandonar la isla y trasladarse a otras provincias ultramarinas de España, estaba en plena libertad de hacerlo en el período de un año. Amparadas en esa disposición, muchas familias dominicanas abandonaron la isla con destino a Venezuela, Puerto Rico y Cuba, lo que provocó una apreciable merma demográfica de la parte española.

Tras la firma del Tratado, todo estaba listo para hacer formal entrega a Francia de la parte oriental de la isla en el plazo de un mes; sin embargo, ello no fue posible debido a diversas causas que retrasaron el acto de entrega por varios años.

Una de esas causas fue la revolución haitiana; y otra que Toussaint Louverture, el nuevo líder rebelde, ahora Gobernador y Comandante del Ejército francés en Saint Domingue, asumió facultades que no tenía y envió un representante ante las autoridades de la parte española exigiéndoles la entrega formal de las llaves de la ciudad de Santo Domingo. 

La independencia de Haití le dio otro rumbo al conflicto.

Joaquín García, el capitán general de la parte española de Santo Domingo, intentó infructuosamente convencer a los emisarios de Toussaint en el sentido de que aún se estaba a la espera de decisiones procedentes tanto del gobierno de Madrid como de Napoleón Bonaparte para cumplir con el protocolo del traspaso de mando. Pero Toussaint Louverture desestimó tales argumentos y ordenó una invasión militar, dirigida por él mismo, con el fin de efectuar la ocupación del Santo Domingo español, cosa que logró en enero de 1801.

Al cumplirse con lo estipulado en el Tratado de Basilea, teóricamente los dominicanos españoles pasaron a ser gobernados por Francia, pero lo que en realidad sucedió fue que, de manera astuta, y no consensuada, Toussaint Louverture unificó ambas partes de la isla bajo un solo gobierno. Y con ese proceder dio inicio al ideal de la “indivisibilidad política de la isla” que durante muchos años defendieron diversos legisladores y estadistas haitianos. En realidad, Francia tomó posesión del Santo Domingo español a partir del año 1803 cuando comenzó el período que en la historia dominicana se conoce como “La era de Francia en Santo Domingo”.

Fuente-Hoy.

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