Para resolver el problema de la resistencia a los antimicrobianos, el mundo necesita no sólo nuevos medicamentos, sino que también un nuevo comportamiento; es decir, es necesario que todos nosotros, los 7.000 millones de personas que lo habitamos, cambiemos de comportamiento. Debido al mal uso y abuso de los antibióticos, infecciones comunes, tales como la neumonía y la tuberculosis, se hacen cada vez más resistentes a los tratamientos existentes; en algunos casos, se han hecho completamente inmunes.
La amenaza es de escala mundial. De acuerdo al proyecto de Estudio sobre resistencia a los antimicrobianos que presido, las infecciones resistentes a los fármacos matan al menos a 700.000 personas cada año. Hasta el año 2050, si no se hace nada para abordar el problema, unos 10 millones de personas al año podrían morir a causa de enfermedades que alguna vez sí fueron tratables.
El desarrollo de nuevos medicamentos es un abordaje importante dentro de una respuesta coordinada para combatir la resistencia a los antimicrobianos. Sin embargo, no va a ser suficiente. También debemos reducir nuestra demanda de antibióticos y debemos entender que a veces pueden causar más daño que beneficio. Según un cálculo aproximado, casi la mitad de todas las recetas de antibióticos en Estados Unidos son inadecuadas o innecesarias. Por lo tanto, el pronunciado ascenso en la resistencia a los antibióticos no es nada sorprendente.
Mejorar la comprensión que tienen las personas de este problema será de crucial importancia para revertir esta tendencia. La mayoría o bien tienen un total falta de conocimiento de lo que es la resistencia a los antimicrobianos o creen erróneamente que es el cuerpo de una persona el que se hace resistente a los medicamentos, y no así la propia bacteria. Una mejor comprensión sobre cuándo usar antibióticos, y la forma de utilizarlos eficazmente, serán de gran ayuda para que las personas los usen responsablemente.
Necesitamos campañas como la iniciada por una entidad australiana de caridad llamada NPS MedicineWise, que llevó a cabo un concurso de vídeos que promueven la conciencia pública sobre el uso de antibióticos. El resultado fue una serie de películas cortas e ingeniosas que explican de forma sencilla y humorística cómo los antibióticos pueden ser mal utilizados.
Se necesitan estos tipos de esfuerzos en todo el mundo, en especial en los países más grandes y de más rápido crecimiento. Los países BRIC —Brasil, Rusia, India y China— consumen menos antibióticos por persona en comparación con EE UU, aunque lo están alcanzando rápidamente. ya que sus tasas de consumo superan a sus ritmos de crecimiento económico.
Los pesimistas argüirán que las conductas son difíciles de cambiar, especialmente cuando esto depende de impartir explicaciones científicas sobre gérmenes a grupos de personas incultas. Esa forma de pensamiento trae a la mente una de las razones más detestables que se arguyeron en contra de hacer que los medicamentos para el VIH se ofrezcan a precios asequibles a pacientes en países de bajos ingresos: se dijo que las personas en África no tienen relojes; por lo tanto, no iban a poder tomar sus medicamentos antirretrovirales tres veces al día.
Tal como han demostradolos investigadores, la verdad es que los africanos son perfectamente capaces de cumplir de manera fiable con la terapia antirretroviral, a menudo con mayor precisión que los norteamericanos. De hecho, en el mes de julio el Onusida anunció que se alcanzó, antes de lo previsto, la meta de tener hasta finales del año 2015 una cantidad de 15 millones de personas en tratamiento para el VIH, mismo que preserva muchas vidas.
Cada año el día 1 de diciembre, Día Mundial del Sida, se destaca el tema y se crea una conciencia mundial. Necesitamos un esfuerzo similar para hacer frente a los peligros que conlleva la resistencia a los antimicrobianos. El Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos, que se celebra cada 18 de noviembre, es un buen inicio; sin embargo, debemos también encontrar formas nuevas y creativas para difundir el mensaje.
La innovación tecnológica trae oportunidades sin precedentes para llegar directamente a las personas. Aproximadamente el 95% de los chinos y el 75% de los ciudadanos de la India usan teléfonos móviles de manera habitual. En las zonas donde las tasas de alfabetización son altas, el envío de mensajes de texto puede constituirse en una forma rápida y eficaz para difundir un mensaje. Investigaciones en Europa y EE.UU. muestran que el 90% de los mensajes de texto se leen dentro de los tres minutos siguientes a su recepción.
Las redes sociales se establecen como otra herramienta potente y relativamente barata para llegar a millones de personas. En China —hogar de la base de Internet más grande del mundo, con 641 millones de usuarios— 80% de los médicos utilizan los teléfonos móviles inteligentes para fines profesionales, en particular para proporcionar asistencia médica a través de las redes sociales, asimismo, existen algunos profesionales que atraen a millones de seguidores. Contratar a estos médicos, superestrellas de las redes sociales para que eduquen al público sobre la urgencia de la resistencia antimicrobiana es una oportunidad fascinante.
Una campaña antitabaco en las redes sociales liderada por la Organización Mundial de la Salud brinda otro modelo que pudiese ser seguido. Se usaron mensajes de celebridades chinas para aumentar el nivel de concienciación respecto a una ley que prohíbe fumar en espacios públicos cerrados.
En algunas partes del mundo, la mejor manera de combatir la resistencia a los medicamentos va a ser la promoción de cambios en el comportamiento que reduzcan la propagación de infecciones y minimicen la necesidad de tratamiento. El lavado de manos adecuado es un gran punto de inicio. En la India, una campaña ingeniosa llamadaSuperAmma utiliza imágenes de personas expuestas a situaciones de insalubridad para fomentar el lavado de manos. La campaña aumentó, de manera exitosa y sostenible, el lavado de manos habitual dentro de los grupos de personas involucrados, desde un nivel del 1% hasta el 30%.
El costo de un esfuerzo mundial para crear conciencia sobre la amenaza de la resistencia a los antimicrobianos sería minúsculo en comparación con las cantidades que se gastan para desarrollar nuevos medicamentos y tecnologías, mismos que, de todas maneras, tardarán años en estar disponibles para su uso. Los países urgentemente deben establecer campañas educativas y comenzar a cambiar comportamientos. Juntos, podemos romper nuestros malos hábitos relativos a los antibióticos.
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