Keiko Fujimori ganó este domingo en las elecciones presidenciales de Perú por un amplio margen. Sin embargo, la hija del ex dictador Alberto Fujimori deberá definir en una segunda vuelta –hasta el momento- frente a Pedro Pablo Kuczynski, si se confirma su ventaja sobre la izquierdista Verónika Mendoza.
La líder de Fuerza Popular obtuvo el 39,43% de los votos, según datos al 56% del escrutinio de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), mientras que Kuczynski la secundó con 24,02% y Mendoza con el 16,71% .
De esta manera, Keiko buscará el próximo 5 de junio, día que se realizará la segunda vuelta, tomarse revancha de la frustración de 2011, cuando perdió en el ballotage contra el actual presidente peruano Ollanta Humala.
La hija del ex dictador es protagonista de la política peruana desde 1994. Con sólo 19 años se convirtió en primera dama, porque su padre se divorció de su madre. Durante seis años lo acompañó a lo largo de un gobierno muy polémico, que incluyó un autogolpe con disolución del Congreso y sometimiento de la Justicia, y graves denuncias de corrupción y violaciones a los derechos humanos.
En 2000, tras la abrupta renuncia del padre en medio de una crisis política, se fue a vivir a Estados Unidos, donde estudió administración de empresas y se casó. En 2005 regresó a Perú y reanudó su carrera política. Rápidamente se transformó en la jefa del fujimorismo, que había quedado desperdigado. Un año después fue elegida congresista.
En la siguiente década se dedicó a recorrer el país para preparar su candidatura presidencial. Fue forjando una imagen de líder fuerte, pero humana. Sin embargo, no le alcanzó para imponerse en las elecciones de 2011. Su discurso seguía demasiado de cerca de Alberto Fujimori —preso desde 2007— y sólo la acompañaron sus más acérrimos seguidores. Salió segunda en la primera vuelta, con el 23,5% de los votos, detrás de Ollanta Humala, que obtuvo 31,7 por ciento. El ballotage lo perdió por una diferencia bastante más escueta: 51,4 a 48,6 por ciento.
Desde entonces cambió la estrategia. Empezó a tomar distancia de su padre y a sostener un discurso más centrista, aunque sin descuidar su eje programático, la mano dura contra el delito. También profundizó el trabajo político. Intensificó sus recorridas por las distintas provincias del país y logró unificar al fujimorismo en un sólo partido, Fuerza Popular.