Sí, el embarazo cambia tu cerebro, pero es para prepararte para ser madre

El embarazo puede ayudar al cerebro de la mujer a “reconocer las necesidades de su recién nacido, a darse cuenta de las amenazas sociales o a ayudarle a crear el lazo madre-hijo”, señala Elseline Hoekzema, la investigadora que llevó a cabo un estudio reciente en la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Credit Cheryl Senter

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El embarazo cambia el cerebro de la mujer, modifica el tamaño y la estructura de áreas relacionadas con la percepción de los sentimientos y la perspectiva ajena, según los resultados del primer estudio sobre el tema publicado hace unos días.

La mayoría de estos cambios se mantienen durante los primeros dos años después de dar a luz y durante la primera infancia del niño. Mientras más pronunciados son los cambios en el cerebro, más alto es el grado de apego emocional de las madres con sus bebés.

“Es simplemente fascinante”, dijo el Dr. Ronald E. Dahl, director del Instituto de Desarrollo Humano en la Universidad de California en Berkeley, quien no participó en el estudio publicado en la revista especializada Nature Neuroscience. Afirmó que la interpretación de los investigadores que sostiene que los cambios en el cerebro de la mujer enfatizan la respuesta maternal es “provocativa, y pienso que muy posiblemente verdadera”.

Durante el estudio, los investigadores primero escanearon cerebros de mujeres que nunca habían concebido y, cuando dieron a luz por primera vez, los escanearon de nuevo. Los resultados fueron excepcionales: pérdida de materia gris en muchas áreas cerebrales involucradas en el proceso conocido como conocimiento social o “teoría de la mente”, que es la capacidad de comprender y considerar cómo otras personas perciben las cosas.

¿Qué puede significar la pérdida?

Hay tres posibilidades, dijo Paul Thompson, neurocientífico de la Universidad de California del Sur, quien no participó en el estudio. “La más intuitiva es que perder materia gris no es benéfico, que en el futuro puede haber consecuencias negativas”.

Quizá, dijo, puede tratarse solamente de un reflejo “neutral” del “estrés, la dieta y la falta de sueño” relacionados con el embarazo.

Una tercera posibilidad es que la pérdida sea “parte de la programación cerebral para lidiar con el futuro”, señaló. La explosión hormonal en el embarazo puede causar un “recorte o adaptación celular útil” que conecte directamente ciertas áreas cerebrales para que sean más eficientes en aspectos de la crianza “como la alimentación, el estado de alerta extrema y la enseñanza”, sostuvo.

El estudio se inclina fuertemente hacia la tercera posibilidad.

“Definitivamente no queremos lanzar un mensaje que diga que ‘el embarazo te hace perder el cerebro’, pues no pensamos que así sea”, dijo Elseline Hoekzema, investigadora de la Universidad Leiden en los Países Bajos, quien llevó a cabo el estudio en la Universidad Autónoma de Barcelona, España.

“La pérdida de volumen de materia gris no necesariamente representa algo malo”, dijo. “También puede tratarse de un proceso benéfico de maduración o especialización”.

El embarazo, explicó, podría ayudar a que el cerebro de la mujer se especialice en “la capacidad de reconocer las necesidades del recién nacido, a darse cuenta de las amenazas sociales o a apoyar el apego entre madre e hijo”.

El estudio, que tomó más de cinco años, reunió a 25 mujeres en España que nunca habían concebido, pero que esperaban poder hacerlo. Sus cerebros se escanearon antes de embarazarse y a los pocos meses de haber dado a luz. Como grupo de referencia, también escanearon dos veces a 20 mujeres que nunca se habían embarazado, más o menos con los mismos meses de diferencia entre uno y otro escaneo.

Solamente las mujeres embarazadas mostraron reducción de materia gris, adelgazamiento y cambios en la superficie del área del córtex relacionada con la cognición social. Los cambios eran tan claros que solo al ver las imágenes de los resultados se podía saber qué mujer había estado embarazada. Los investigadores dijeron que no saben aún qué fue lo que disminuyó: las neuronas, otras células cerebrales, las sinapsis o partes del sistema circulatorio.

Muchas de las mujeres se reclutaron para el estudio en una clínica de fertilidad y las 16 que concibieron mediante tratamientos de fertilidad se compararon con nueve que se embarazaron naturalmente. Los tratamientos de fertilidad no ocasionaron ninguna diferencia en los cambios cerebrales, como tampoco el sexo de los bebés.

Los investigadores también escanearon los cerebros de 17 hombres que no habían sido padres y de 19 padres primerizos antes y después de los embarazos de sus parejas. En ninguno de los grupos de hombres hubo cambios en el volumen cerebral.

Los científicos querían saber si los cambios en el cerebro afectaban cualquier cosa relacionada con la maternidad. Encontraron que había regiones cerebrales importantes en las madres que mostraban más actividad cuando las mujeres miraban fotografías de sus bebés que cuando veían fotografías de otros niños.

Seis meses después de dar a luz, las madres contestaban preguntas de la Escala de Apego Maternal Posparto, que se usa para evaluar el apego emocional de las mujeres, el gusto o el rechazo hacia su bebé. El grado de cambios en la materia gris de la madre predecía el grado de hostilidad o apego, dijo la Dra. Hoekzema.

Los expertos dicen que es necesaria más investigación, donde participen más mujeres y con evaluaciones más claras de cognición social para sustentar si la pérdida de materia gris está realmente relacionada con la “teoría de la mente” y mejora las capacidades maternales.

Sin embargo, hay algunos precedentes que apoyan la conexión. Un estudio de 2014 mostró que “la gente con una mejor y más espontánea ‘teoría de la mente’ también tiene un volumen menor de materia gris en prácticamente las mismas regiones”, dijo Rebecca Saxe, profesora de neurociencia cognitiva en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien no participó en el estudio.

Durante otro periodo agitado de cambios hormonales —la adolescencia— la materia gris disminuye en varias regiones cerebrales que quizá se estén afinando para encarar la experiencia social, emocional y cognitiva de ser un adolescente.

“Creemos que se trata de crear plasticidad para el aprendizaje y no que los cerebros adolescentes están chiflados o se volvieron locos”, dijo el Dr. Dahl de la Universidad de California en Berkeley. Quizá hay “un periodo turbulento similar durante el embarazo”, dijo, “lo cual probablemente crea un periodo de cambio y trastorno, pero también puede crear una oportunidad para la plasticidad y el aprendizaje”.

En el estudio, las habilidades cognitivas de las mujeres se examinaron antes y después del embarazo, y “no hubo pérdida de memoria, habilidades verbales ni memoria operativa”, según notó el Dr. Saxe, lo que proporcionó “evidencia en contra del mito común del ‘cerebro de embarazada’”.

Dos años después de haber dado a luz, los escaneos de los cerebros de once mujeres que no habían tenido un segundo bebé mostraron la misma pérdida de materia gris en las mismas áreas, excepto por un área en el hipocampo, que había recobrado volumen. El Dr. Thompson dijo que era extraordinario que el hipocampo, importante para la memoria, se hubiera recuperado, posiblemente debido a todo el aprendizaje y la actividad requeridos de las nuevas madres.

“Ese aumento en el sistema de la memoria es algo por lo que muchos de quienes nos dedicamos a la neurociencia daríamos un brazo”, dijo. Las áreas cerebrales pierden volumen “como la erosión de las costas, pero no hay muchas cosas que hagan que las costas se recuperen”.

Quedan muchas preguntas. Pilyoung Kim, profesor asistente de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Denver y que no estuvo involucrado en el estudio, dijo que su investigación ha encontrado que algunas regiones del cerebro crecen durante los primeros meses después del parto, pero se pregunta si las áreas del cerebro materno aumentan y disminuyen en momentos diferentes durante y después del embarazo.

La Dra. Hoekzema continúa con su estudio, incluso de manera muy personal. “Estaba embarazada de mi primer hijo cuando analicé los resultados, pero desafortunadamente no pude hacer escaneos antes y después de mi embarazo”, dijo.

Ahora, tiene 20 semanas de su segundo embarazo. “Sí, definitivamente me escaneé antes de embarazarme”, dijo, “¡y lo haré de nuevo después del parto!”.

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