Estos virus mejoran tu salud

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Un nuevo estudio acaba de abrir una posibilidad tan sorprendente como lógica sobre lo que está sucediendo ahora mismo en nuestros intestinos, y posiblemente en el resto del cuerpo. El trabajo se ha centrado en la exploración del microbioma humano, formado por decenas de billones de bacterias de 1.200 especies diferentes que habitan nuestro organismo. La mayoría está en el tracto digestivo y su contribución a la digestión, la eliminación de patógenos y la producción de proteínas es esencial. A veces, esta comunidad también puede rebelarse y fomentar enfermedades, desde la diabetes a los trastornos mentales. Los detalles de estas conexiones no están claros, porque gran parte del microbioma es aún territorio sin explorar.

El nuevo estudio ha analizado la composición genética del microbioma de dos personas y ha encontrado en ambas una nutrida comunidad de virus bacteriófagos, literalmente devoradores de bacterias, viviendo entre microbios. Los investigadores han identificado de qué especies son esos virus y después han cruzado los datos con los de otras 64 personas de varios países. Los resultados, publicados en la revista PNAS, muestran que la mitad de los voluntarios, todos sanos, tienen en sus intestinos los mismos 23 virus bacteriófagos. En cambio, al analizar a pacientes con enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa, dos dolencias inflamatorias del intestino, encontraron una comunidad de virus más reducida y diferente a la de personas sanas.

Este tipo de resultados se asemeja mucho al que trabajos anteriores que muestran que hay un microbioma “sano” y otros relacionados con diversas enfermedades. Del mismo modo, los autores creen que cada persona tiene un “fagoma” único y que este también puede estar sano o enfermo.

“La implicación más importante de nuestro estudio es que debemos considerar los virus no solo como causantes de enfermedades, sino que, posiblemente, también sean beneficiosos para la salud humana”, explica a Materia Mark Young, investigador de la Universidad Estatal de Montana (EE UU) y principal autor del estudio.

Los bacteriófagos del tracto digestivo viven en estado latente dentro de las bacterias. El estudio ha identificado fragmentos de ADN viral de decenas de especies fagos incrustados en el genoma de los microbios. Estos pueden entrar en una fase activa, comenzar a replicarse y aniquilar a las bacterias. En 2010, un estudio similar confirmó la existencia de estos virus en las heces. Los autores señalaban que estos virus controlan la población bacteriana como depredadores en una inmensa sabana, lo que contribuye al equilibrio de todo el ecosistema. El estudio de Young señala que un individuo cualquiera puede tener hasta 2.800 especies de fagos activos en su intestino, muchos de ellos aún por identificar. Hasta ahora, muy pocos se han ocupado en estudiar esta pequeña e intrigante comunidad.

“Los virus y los seres vivos han estado interactuando desde el comienzo de la evolución”, recuerda Young. Por eso “no es sorprendente que, en algunos casos, virus y humanos hayan evolucionado para fomentar la salud”, añade.

Sin embargo hay que ser cautos con los resultados, admite Young. Este campo es aún muy novedoso y, como en el caso de cientos de estudios sobre microbioma, por ahora solo existe una correlación entre la presencia de virus y la salud, no una causa-efecto.

Además, hay que estudiar a mucha más personas para confirmar los resultados.“Es necesario hacer estudios mucho más extensos, pero todo lo que explica este trabajo tiene bastante sentido”, opina Manuel Zúñiga, investigador del CSIC experto en bacterias lácticas y probióticos. “Estos virus dependen de las bacterias para sobrevivir”, detalla. “Sabemos que las enfermedades alteran la comunidad bacteriana y por tanto la comunidad de virus que viven de ellas también cambia”, resalta.

Al igual que las bacterias del tracto digestivo se usan como terapia en los trasplantes de heces, los fagos también son prometedores como tratamiento. Estos virus son muy selectivos, cada especie se alimenta de un tipo muy concreto de microbios. Un posible uso terapéutico sería emplearlos en combatir infecciones sustituyendo a los antibióticos, lo que permitiría reducir significativamente los efectos secundarios (aniquilar la flora bacteriana beneficiosa) y solucionar la preocupante falta de nuevos antibióticos. El equipo de Young pretende ahora analizar qué papel juegan los virus bacteriófagos en los trasplantes de heces.

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