El gobierno de Japón está a punto de ordenar la activación de un gigantesco sistema refrigerante de más de un kilómetro de largo, un muro de hielo subterráneo, que busca contener el agua radiactiva que sigue filtrándose de la planta nuclear de Fukushima, que experimentó uno de los peores desastres nucleares de la historia tras el terremoto y tsunami de 2011.
La idea es que el agua que rodea el subsuelo de la planta atómica no siga filtrando la radiación proveniente de la planta hacia el Océano Pacífico, uno de los graves problemas que ha generado el accidente nuclear.
Este sistema de refrigeración le está costando al gobierno japonés unos 312 millones de dólares, y a pesar de que ya está en su fase final, algunos expertos dicen no estar seguros de que realmente funcionará.
El complejo artificio tecnológico consiste en 1,550 ductos a 30 metros de profundidad que bombean refrigerante con el fin de congelar el subsuelo y crear eventualmente la barrera gélida de 1.5 kilómetros de largo alrededor del reactor y las turbinas de Fukushima.
La barrera congelada fue terminada el mes pasado y lo que se intenta ahora es ir activándola por etapas, de acuerdo a la Tokyo Electric Power Co., TEPCO, la empresa dueña de la planta.
Agua contaminada
Una vez el gigante de hielo esté funcionando a su total capacidad, TEPCO comenzará a extraer el agua debajo de las turbinas que filtran radiación, un proceso que culminará en el año 2020.
Pero el éxito de esta operación es una caja de pandora.
Es la primera vez que se intenta una solución de ese tipo. Incluso Sunichi Tanaka, presidente de la Agencia de Regulación Nuclear de Japón, dijo que no tienen una idea clara de cómo actuará la barrera congelada: «Sus efectos son todavía desconocidos debido a que los resultados que se buscan están basados en simulaciones», dijo a la agencia de noticias AP.
Además, para que tenga los efectos esperados, el sistema refrigerante deberá estar en funcionamiento durante más de un siglo.
Y es que el principal problema de Fukushima tiene que ver con la cantidad de radiación que contiene. Los estimados hablan de un equivalente que asciende a 14,000 veces el monto liberado por la bomba atómica lanzada por EEUU sobre Hiroshima en agosto de 1945.
Un ejemplo de la magnitud del impacto ambiental está en el hecho de que rastros de radiación filtrada de Fukushima se han conseguido en la costa oeste de EEUU en bajos niveles.
Es por esto que las autoridades japonesas insisten en no escatimar esfuerzos ni dinero para contener la radiación, que entre otras cosas, ha convertido a Fukushima en una ciudad fantasma.