Antonio Briceño, miembro de la etnia jivi, viajó desde el Estado Amazonas, en el sur profundo de Venezuela, durante tres días por carretera. El país tiene una superficie de 912.000 kilómetros cuadrados y el viaje más largo entre los puntos más equidistantes podría durar a lo sumo dos días: pero Briceño llevaba tres días en la ruta junto a otros 130 indígenas de su comunidad.
“Maduro tiene excluidos a los indígenas. Por eso, hemos venido a la capital parapedir que sea revocado. El Gobierno ni siquiera reconoce a nuestros diputados”, afirma Briceño, en referencia a la decisión del Supremo de suspender la proclamación de los tres parlamentarios de su provincia por supuestas irregularidades en el proceso que les confirió la victoria en diciembre del año pasado.
A Briceño le ocurrió como a tantos otros venezolanos de provincias que sufrieron lo indecible para poder llegar hasta la capital en una jornada tan significativa. Bien lo sabe Victoriano Castro, de 79 años, quien viajó desde Barquisimeto (centro oeste del país). “La escasez ha empujado a muchos a marcharse [de sus lugares de origen]. Pero aquí en Caracas tampoco hay muchas cosas. No se consiguen medicinas. El Gobierno de Maduro es el peor de nuestra historia”, subraya apesadumbrado.
Abelardo Victo es argentino y vive desde hace dos años en este país junto a su esposa venezolana. “Voy a todas las marchas de la oposición. Argentina ya ha salido de los Kirchner, ahora les queda a los venezolanos salir del Gobierno de Maduro para que comiencen a marchar mejor las cosas en Sudamérica”.
El panorama en la Avenida Francisco de Miranda era sobrecogedor. A pesar de todos los impedimentos que el Gobierno aplicó, las calles aledañas lucieron repletas de gente. Parecían ejércitos de hormigas saliendo de sus escondites para hacer tumultos. Esa imagen explica, quizá, por qué el Gobierno prohibió el sobrevuelo de drones en la zona de la manifestación. La oposición ha dado un certero golpe de opinión pública y el Gobierno ahora deberá buscar una respuesta política para revertir una situación que luce claramente en su contra.
Muchas personas decidieron retirarse de todas las calles donde se concentraron las protestas apenas culminó la lectura del comunicado de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), pero otras decidieron tomar la autopista Francisco Fajardo, que cruza la capital venezolana de este a oeste. La Policía decidió sacarlos de ahí con gases lacrimógenos y disparos de perdigones. “Permanecer en la autopista es responder al llamado de los infiltrados y empañaría el éxito de la toma de Caracas”, aseguró la MUD a través de sus redes sociales.