Imaghen está en una capilla exterior muy próxima a la calle Monseñor Nouel, quien era Arzobispo de Santo Domingo cuando, bajo el gobierno de Horacio Vásquez.
Mientras se pasea por la concurrida y adoquinada calle Arzobispo Meriño de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, junto a la entrada de la Catedral Primada de América hay una imagen que llama poderosamente la atención.
Está en una capilla exterior muy próxima a la calle Monseñor Nouel, quien era Arzobispo de Santo Domingo cuando, bajo el gobierno de Horacio Vásquez, fue declarado el día 21 de enero, día de fiesta nacional y religiosa en todo el territorio de República Dominicana.
Se trata de la madre espiritual y protectora del pueblo dominicano, la Virgen de la Altagracia, pero no es una imagen más, ni los acostumbrados trazos del lienzo que según la tradición inspiró la enseña tricolor.
Una joven, quizás adolescente, Virgen de la Altagracia de 24 x 24 pulgadas se alza tras un cristal que la resguarda, como resguarda también algunas monedas ofrendadas por quienes pasan por allí en expresión de su devoción.
Su autor es Dustin Muñoz, poco conocido por las generaciones contemporáneas a esta “Tatica”, como le llaman cariñosamente en Quisqueya a la que, según documentos históricos, sería la primera advocación mariana venerada en América.
Famoso por sus diversas obras artísticas, entre ellas el obelisco Macho del Malecón de Santo Domingo hace más de una década y pinturas de otras advocaciones hispanoamericanas, Muñoz accedió en agosto de 2022, en torno al cierre del Año Jubilar de su coronación, a recrear la imagen de la Sagrada Familia que caracteriza al cuadro de la Virgen de la Altagracia.
“Yo dejo que fluya”, dice Muñoz sobre su proceso creativo, el cual inicia desde que le proponen un nuevo proyecto y no cuando empieza el boceto, “soy sencillamente un instrumento, es como que tú eres un instrumento utilizado para sacar una imagen de algo que está más allá del artista como tal”.
Cinco meses más tarde, obtuvo el resultado: el rostro tranquilo de una adolescente con rasgos criollos y de entre 12 y 15 años, porque “aunque la Biblia no tiene referencias a la edad que tenía la Virgen al momento del nacimiento de Jesús, por la tradición y la cultura de la época se espera que tenía una edad joven”, argumenta el artista, quien dice no tener una musa en específico para ello.
La “llena de gracia” está coronada por ramas de un naranjo, fácil de identificar por los frutos y las espinas que la adornan, pero estas últimas también son una alegoría de la corona de espinas que los romanos trenzaron para el “rey de los judíos”.
Además de 12 estrellas a su alrededor, el lucero que guió a los tres Reyes Magos brilla desde el extremo derecho, mientras que desde el lado izquierdo san José admira la escena ante sus ojos: la joven madre vela el sueño de su recién nacido.
Aunque la composición responde a la iconografía tradicional, existe un elemento más que llama la atención. El “niño envuelto en pañales” no se encuentra en un pesebre como narra el evangelio según san Lucas, sino entre un montón de paja, con los pies encogidos y sobre una cruz que junto a tres clavos advierten el final que le espera al Niño Dios.
“Cuando uno está haciendo una obra así, experimenta y les transmite a muchas personas sentimientos muy variados: alegría, tristeza, esperanza… No sé cómo explicarlo”, confiesa el autor de este acrílico sobre lienzo en formato cuadrado, y agrega: “uno sabe que van a ir muchas personas con diferentes circunstancias a acercarse al cuadro, no van solamente a pararse ahí a apreciar una obra de arte, sino que hay otras cosas de por medio”.
Pero para lograr tal resultado este no es el primer acercamiento de Muñoz con la que es considerada por los católicos dominicanos como la protectora de Quisqueya. Como otros tantos devotos, el artista ha tenido desde pequeño la influencia de sus abuelos y padres, fieles de “la que se apareció en el naranjo”. Además, por varios años fue monaguillo de la parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, de su natal Loma de Cabrera.
Origen de la devoción
Varias historias relatan el origen del cuadro de la Virgen de la Altagracia en la República Dominicana.
La carta pastoral de los obispos publicada en enero de 2022 expresa que “la imagen de Nuestra Señora de la Altagracia ha sido un regalo para el pueblo dominicano, por su manifestación a través de tantos favores que por su intercesión recibimos como nación”.
Según la tradición contada, la Madre de Dios se dio a conocer como “la Altagracia” a una jovencita llamada “la Niña”. Esta le pidió a su padre, un hacendado español que viajaría de Higüey a Santo Domingo, que le trajera de regalo el cuadro de esta Virgen. La buscó sin éxito alguno hasta que, de regreso a Higüey, pernoctando en la posada del Paso de los dos Ríos, en Hoyoncito, contó su preocupación y de repente un hombre de edad avanzada se le acercó con un pliego en la mano y le dijo: “He aquí lo que tu hija quiere, llévaselo”.
Al regresar a su hogar, efectivamente, era la imagen de los sueños de su pequeña, siendo este el primer milagro que se atribuye al cuadro.
Luego de dos años de investigaciones, Alcides Díaz, autor de la publicación “Nuestra Señora de la Gracia, primera advocación mariana de América”, asegura que esta devoción es un culto demostrado que no vino de ninguna parte, que nació directamente en el país y que nació de los milagros de la virgen en el “nuevo Higüey”.
El también presidente del Centro de Estudios Altagraciano (CEA) afirma que “todas las otras versiones del origen de la Virgen de la Altagracia fueron simplemente dichas, pero no demostradas”, haciendo referencia a leyendas como que la imagen fue traída de España.
Según la publicación “Apuntes de Rosa Duarte”, fue esta imagen la que inspiró los colores de la bandera nacional dominicana; pero contrario a su significado, Díaz explica que los colores de la Virgen significan: “el azul es porque ella subió al cielo, el rojo es porque ella es humana y el blanco que tiene en el frente hasta llegar al nacimiento del Niño Dios es por la pureza de haber dado a luz al Hijo del Hombre”.
Fechas
Para honrar a la Virgen de La Altagracia existían dos conmemoraciones: la del 15 de agosto y la del 21 de enero.
La fecha de celebración de la Virgen fue siempre la del día 15 de agosto, que también es la festividad de la Asunción de María al cielo.
El 21 de enero es la fecha de la gran fiesta ofrecida por los higüeyanos al volver sanos y salvos de la Batalla de la Limonade, convirtiéndose así en una gran corriente popular de devoción a la Virgen de la Altagracia en todo el país.