La CIA y el FBI identifican a «Los Duques», los hackers del Kremlin

Un trabajo de investigación publicado ayer por The New York Times señala que el FBI advirtió a los demócratas que estaban siendo atacados catorce meses antes de las elecciones.

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Los ciberataques que los servicios de inteligencia estadounidenses atribuyen a hackers que trabajan a las órdenes de Moscú llevan camino de convertirse en una novela de espías, que pronto tendrá su propia película y que inevitablemente deberá llevar como subtítulo lo de “basado en hechos reales”, porque la CIA y el FBI han reunido suficiente información para concluir que la ofensiva rusa no es una historia de política ficción, sino que es real como la vida misma, ha interferido seriamente en las elecciones y está amenazando el funcionamiento de las democracias, en Estados Unidos y en Europa.

Y la película tendrá un protagonista claro, Los Duques, que es el nombre del grupo de espionaje cibernético con buenos recursos y bien organizado que ha estado trabajando para el Gobierno ruso desde al menos el 2008 y cuya ofensiva contra el sistema informático del Partido Demócrata alteró seriamente todas las estrategias de campaña de Hillary Clinton y también de varios candidatos al Congreso.

La CIA sostiene como una evidencia incontestable que la intención de los ataques era favorecer la elección de Donald Trump, mientras que el FBI, que dirige el republicano James Comey, se reserva su opinión, no dice que sí, ni que no, cuando fue precisamente la Oficina de Investigación Federal la que en su vigilancia de la red –dado que Los Duques intentaban continuamente piratear computadoras de la Casa Blanca y el Departamento de Estado– descubrió el ataque de los hackers rusos y avisó a la dirección del partido.

Un trabajo de investigación publicado ayer por The New York Times señala que el FBI advirtió a los demócratas que estaban siendo atacados catorce meses antes de las elecciones, pero que la reacción fue escasa y lenta porque los afectados “subestimaron la gravedad del ataque cibernético”. Hasta el punto de que el responsable del sistema informático de los demócratas no se tomó en serio los avisos del agente especial Adrian Hawkins, otro protagonista de la película que tuvo que insistir una y mil veces en que debían tomar medidas para bloquear el acceso a los intrusos.

Pero los primeros avisos se hicieron vía telefónica. “Yo no tenía manera de diferenciar la llamada que acabo de recibir de una llamada de broma”, se ha justificado por escrito Yared Tamene, responsable informático de los demócratas en un memorándum interno, obtenido por el Times. El despiste demócrata permitió a Los Duques moverse a sus anchas por las computadoras del partido durante casi siete meses y penetrar en la máquina de John Podesta, el jefe de campaña de Clinton. No fue hasta que Wikileaks irrumpió en la campaña que los demócratas empezaron a reaccionar, pero ya era demasiado tarde.

Sacando a relucir miserias del partido y de sus candidatos, Los Duques convirtieron la campaña en un sinvivir para Hillary Clinton y hasta provocaron la dimisión de la presidenta del Comité Nacional, Debbie Wasserman Schultz. Que esos ataques fueron determinantes en el resultado entra en el terreno de la opinión y es imposible de verificar, pero ya se ha constatado que sí fueron determinantes en Ucrania.

Ahora los demócratas pretenden que los miembros del colegio electoral que han de elegir al 45º presidente conozcan los informes de la CIA y el FBI para que voten en conciencia. Larry Lessig, un profesor de Harvard, aseguró ayer en Político que le consta que al menos veinte votantes republicanos están dispuestos a no votar por Trump. Para dar la vuelta al resultado hacen falta 37 deserciones.

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