Desde niño Teo se vio obligado a vivir en un ambiente cargado de rechazo y maltratos, lo que le llevó a probar desde temprana edad el trago amargo de un enemigo inmisericorde que casi termina matándolo: la depresión.
Es el más vivo ejemplo de que este trastorno mental no es exclusivo de personas adultas o de avanzada edad, como percibe la mayoría de los ciudadanos.
Esos golpes de la vida y la depresión que acarreó, lo convirtieron más tarde en un adolescente que lucía frío, indiferente y narcisista, pero en realidad se trataba de una coraza para ocultar los verdaderos sentimientos de un joven introvertido que solo quería ser feliz.
A la edad de seis años padeció el primer trauma de su vida, cuando su abuelo fue asesinado a puñaladas por dos haitianos a quienes había ayudado desde pequeños, para despojarlo de un dinero que guardaba para la próxima visita de su nieto.
“Ese día ellos se pusieron sumamente insistentes para que mi abuelo les diera un dinero que él había buscado para dármelo cuando yo llegara y como él se mantuvo firme en que no les daría el dinero ellos, le dieron más de 40 puñaladas”, sostuvo con un dejo de culpabilidad en cada palabra.
Teo creció viendo la depresión de su madre y bajo los rigores de un padre al que define como machista, violento y abusivo, quien llegó a calificarlo de afeminado, solo porque llevaba una relación cercana con su mamá, a quien desde pequeño procuraba ayudar en los quehaceres de la casa y hacerla sentir bien, lo que su progenitor entendía que eran cosas de mujeres.
Cuenta que su padre también le reprochaba porque no sabía defenderse de los insultos y golpes que le propinaban sus compañeros de colegio y en el barrio. El acoso escolar o “bullying” también lo sufrió en carne propia
Su progenitor era maestro, pero ese carácter férreo lo adquirió tras recibir entrenamiento militar. “Me pegaba y le parecía poco todo lo que hacía, nunca fue afectivo con sus hijos”, precisa el joven, ahora con 19 años, y quien refiere que sufría hasta insultos de su padre por perder dos puntos en un examen de 100.
Tenía apenas 15 años cuando sus padres decidieron separarse, una triste realidad en la familia que afectó mucho más a su hermano dos años menor, pero que para él era la mejor solución a sus angustias que comenzaron en la niñez.
El quiebre de esa relación fue tan solo el comienzo del drama que Teo comenzó a padecer siendo un adolescente, con un padre autoritario que maltrataba a su madre y a sus dos vástagos.
Tras el divorcio de sus padres le tocó compartir hogar con su padrastro, una relación que en principio parecía auspiciosa, pero que se tornó tan difícil como la convivencia con su padre biológico, pues también sufrió abuso verbal y maltratos físicos.
Las secuelas de los cambios repentinos de hogar y el ambiente hostil en cada caso, hicieron mella en un adolescente que fruto de la depresión ni siquiera podía acometer las tareas más sencillas. Comenzó a sentir un cansancio extremo, quería dormir todo el tiempo, se aislaba en su cuarto, tenía a ratos pocos deseos de ingerir alimentos y por momentos un apetito desbordado.
“La mayoría del tiempo estaba triste, agobiado, no podía dormir y en las noches lloraba mucho, me sentía mentalmente agotado”, dijo el joven mientras entrelazaba constantemente los dedos de sus manos.
Sus bajones de autoestima se acrecentaron, especialmente cuando en una ocasión salió con su hermano a realizar unas tareas y el padrastro no los dejó entrar a la casa.
La solución fue volver a vivir con su padre y su nueva pareja, pero la relación con su madrastra y las dos hijas de ella se tornaron al poco tiempo conflictivas.
Su mayor frustración fue cuando su madrastra acusó a sus hijastros de ladrones, además de que en ocasiones se quedaban solos en la vivienda sin alimentos por un día completo.
Con la acusación a cuestas de ser un rebelde, Teo recuerda que su depresión llegó al punto más alto cuando comenzó a tener ataques de pánico, ansiedad casi permanente y se sintió totalmente acorralado, sin salida. Con ese cuadro tan devastador, llegó la idea del suicidio. “Sentía que no podía más”, apuntó el adolescente sobre el momento más difícil de su vida.
Se arrepiente de haber tratado con dureza y de haber hecho todo el esfuerzo por alejar de su vida a una persona que le dio cariño y apoyo, pero a la que no supo corresponderle igual porque “mi moral se había corrompido por todos los abusos y momentos negativos”.
Al borde de la muerte
Una sobredosis de los antidepresivos y somníferos que usaba para tratar su depresión y la ansiedad dejaron a Teo tres días en coma en una unidad de cuidados intensivos y otra semana en habitación normal.
Fue encontrado por su hermano ocho horas después de ingerir los fármacos y asegura que logró sobrevivir por la rápida intervención de los médicos.
Tras superar el estado de coma, este episodio lo llevó a reflexionar y entender que debía darle un cambio radical a su vida y comenzar a ver las cosas de otra manera, lo que incluía una tregua en la relación con su padre.
Desarrolló una pasión por el “parkour”, una disciplina física que a Teo le encanta porque implica tener dominio del cuerpo al enfrentar riesgos, con escaladas y saltos que le permiten sentirse en libertad.
Un libro
Actualmente lleva un tratamiento para la depresión y la ansiedad, pero Teo afirma que el ejercicio físico y estar inmerso en la escritura de un libro se han convertido en su mejor terapia.
En su libro hay dos personajes centrales, uno que muestra la vida feliz antes de la depresión y el otro que presenta los altibajos producto de este trastorno mental.
Estudia Gestión de Negocios, pero sueña con una ONG que establezca casas de acogida para brindar techo y alimentación a las personas de la calle.
En el hogar la convivencia ha mejorado y cuando a Teo le llega un “bajón” se sienta en la computadora a escribir, hace ejercicios o llama a un amigo para conversar. Siente que le está ganando la batalla a la depresión y a las personas con esa condición les sugiere que saquen todo lo que llevan dentro. “Que griten, lloren, pataleen y hagan lo que sea para sacarlo, para no llegar al extremo de atentar contra sus vidas”.
Sin embargo, consciente de que se trata de un enemigo artero y traicionero, su definición de la depresión está cargada de un marcado recelo: “Es el enemigo más obstinado y constante que una persona puede tener, siempre está ahí acechando, incluso en los momentos que uno siente que está mejorando, porque de repente vuelves y chocas con la realidad. Si avanzaste cinco pasos, la depresión te puede hacer retroceder quince”.
OMS: Mayor inversión
Con ocasión de conmemorarse este 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental y en un momento en que millones de personas han visto alterado su ritmo de vida debido a la pandemia del Covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace un llamado a los países para incrementar las inversiones a favor de la salud mental.
Ahora más importante
Según la experiencia adquirida en emergencias pasadas, se espera que las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de salud mental aumentarán considerablemente en los próximos meses y años. Invertir en los programas de salud mental en el ámbito nacional e internacional, infrafinanciados desde hace años, es ahora más importante que nunca, plantea la OMS.