¿Hasta dónde puede llegar a ver un telescopio? Es la pregunta que se hicieron en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), donde se encuentra el telescopio óptico-infrarrojo más grande del mundo, el Gran Telescopio CANARIAS (GTC). Explorando todas sus posibilidades, se ha observado una región del espacio 10.000 veces menos brillante que el cielo más oscuro que puede verse desde la Tierra. Muestra un tenue halo de estrellas alrededor de la galaxia UGC00180, a unos 500 millones de años luz de distancia y muy parecida a nuestra vecina Andrómeda. Eltrabajo, que publica la revista Astrophysical Journal, confirma la existencia de estas formaciones y corrobora el actual modelo que explica el nacimiento de las galaxias.
La teoría indica que muchas estrellas habitan en las partes externas de las galaxias. Es lo que se conoce como halo estelar y es el resultado de la destrucción de otras de menor tamaño. «Los modelos predicen que las galaxias se forman a través de un continuo bombardeo de galaxias menores. Cuando las pequeñas se fusionan con la principal, desaparecen y apenas dejan rastro de su vida pasada excepto por esta pequeña tenue luz en las partes de fuera de la galaxia central», explica Ignacio Trujillo, investigador del IAC y primer autor del estudio. El problema es que esas estrellas se dispersan en un espacio enorme, más incluso que la propia galaxia, por lo que su brillo conjunto es muy débil; más aún si están muy lejos de la Tierra.
Una tecnología que ya existe
Con el desarrollo tecnológico se dispone de telescopios cada vez más grandes, capaces de explorar el brillo superficial de los objetos más débiles. Es el caso del GTC, ubicado en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en Garafía (La Palma). Sin embargo, afirma Trujillo, «cualquier telescopio con el suficiente tiempo podría obtener una imagen así. Lo que nos permite GTC es hacerlo en un tiempo razonable, inferior a 10 horas. Con telescopios más pequeños, para obtener una profundidad similar, serían necesarias semanas de observación».
La pregunta, entonces, es por qué hasta ahora no se había explotado este potencial de los telescopios. «Dentro de la comunidad de científicos existía el prejuicio de que era imposible obtener un brillo superficial tan extremadamente débil con una técnica como la propuesta. Ciertamente los retos que hemos tenido que superar han sido enormes. Para ello hemos desarrollado una nueva técnica de observación que rota la cámara del telescopio para evitar las posibles fuentes de contaminación lumínica, como reflexiones de luz en la cámara o en la cúpula del telescopio», asegura este investigador.
Gracias a esta nueva forma de asomarse al espacio, será posible estudiar los halos estelares en galaxias distantes y «comprobar las predicciones del modelo de una forma mucho más exigente, es decir, en centenares de galaxias y no en unas pocas», dice Trujillo. En su opinión, usar el telescopio de este modo no sólo es viable, sino que hace posible obtener más datos de otras galaxias si se combina el GTC con otros instrumentos de observación.