La solución para la obesidad infantil está en casa

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Enfermedades potencialmente terminales como el cáncer, apoplejías, enfermedades cardiacas y diabetes tipo II afectan, por lo general, a adultos. Sin embargo, a menudo son consecuencia de la obesidad infantil.

Dos nuevos estudios realizados en más de medio millón de niños en Dinamarca, a quienes se monitoreó durante varios años, encontraron una relación entre un índice de masa corporal elevado y un mayor riesgo de contraer cáncer de colon y sufrir una apoplejía a edad temprana. Estos estudios, presentados hace unos meses en la Cumbre Europea de Obesidad en Gotemburgo, Suecia, destacan la importancia de prevenir y revertir el aumento de peso en niños y adolescentes.

Uno de esos estudios, que incluía a 307.677 personas danesas nacidas entre 1930 y 1987, agrupó a las personas según su índice de masa corporal. El riesgo de presentar una apoplejía por coágulo en la edad adulta temprana aumentó por 26 por ciento en mujeres y 21 por ciento en hombres por cada incremento de unidad de obesidad en todas las etapas de la niñez, pero especialmente a los 13 años.

Aunque ninguno de los estudios presentados en la cumbre prueba que el exceso de peso en la niñez es responsable de los índices elevados de cáncer y apoplejía, es cierto que los niños con sobrepeso tienen más probabilidades de convertirse en adultos con sobrepeso, a menos que adopten y mantengan patrones más saludables de alimentación y ejercicio.

La obesidad se desarrolla con mayor frecuencia a partir de los 5 o 6 años o durante la adolescencia, y “los estudios han demostrado que un niño que es obeso entre los 10 y 13 años tiene un 80 por ciento de probabilidades de convertirse en un adulto obeso”, de acuerdo con la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente.

En un estudio publicado en 2014 en The New England Journal of Medicine, Solveig A. Cunningham y sus colegas de la Universidad de Emory encontraron que “los niños de cinco años con sobrepeso tenían cuatro veces más probabilidades que los niños con un peso normal de tener sobrepeso a los 14 años”. El estudio, que abarcó una muestra representativa de 7738 niños en edad preescolar, encontró que el riesgo de obesidad no variaba según el estatus socioeconómico, raza o grupo étnico, o peso al nacer. En cambio, identificó el exceso de peso adquirido en los primeros años de vida como un factor de riesgo de obesidad en la niñez para todos los sectores de población.

Generalmente se considera que los niños son obesos cuando su índice de masa corporal se encuentra en o por encima del percentil 95 de otros niños de su misma edad o sexo. Actualmente, casi un tercio de los niños estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos. En el 2012, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos reportaron que 18 por ciento de los niños y 21 por ciento de los adolescentes eran obesos.

Los efectos negativos del exceso de peso en la niñez y adolescencia a veces se presentan en la juventud misma. En un análisis de las complicaciones derivadas de la obesidad juvenil, el Dr. Stephen R. Daniels, pediatra en la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado y el Hospital Infantil en Denver, encontró que con frecuencia aparecían problemas en varios sistemas de órganos del cuerpo mucho antes de llegar a la edad adulta. Entre ellos están la presión alta, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo II, así como los niveles altos de triglicéridos dañinos, hígado graso no alcohólico, apnea obstructiva del sueño, asma y dolor de articulaciones, además de problemas al caminar.

Además, los adolescentes obesos tienen índices más altos de depresión, lo cual puede contribuir a una mala alimentación y falta de ejercicio, situación que puede generar un circulo vicioso y resultar en una mala calidad de vida.

Un estudio realizado por el doctor Jeffrey B. Schwimmer y sus colegas de la Universidad de California, San Diego, encontró que los niños y adolescentes obesos reportaron una calidad de vida tan disminuida que se podía comparar con la de niños con cáncer.

En conjunto, los datos destacan la importancia de prevenir un aumento de peso excesivo en niños pequeños: una tarea que recae principalmente en los padres, quienes son responsables de su alimentación y actividad física. Como lo plantean los investigadores del Centro Médico Universitario Groninga de los Países Bajos: “El pronto reconocimiento del sobrepeso y obesidad infantil por parte de los padres es sumamente importante, pues permite que las intervenciones empiecen en una edad temprana”. Sin embargo, encontraron en un estudio de padres de 2203 niños de cinco años que “los padres subestimaron el sobrepeso de sus hijos en el 85 por ciento de los casos”.

“Me gustaría exhortar a los padres a cambiar el ambiente en casa”, dijo en una entrevista el Dr. Daniels de la Universidad de Colorado. “Sin ser demasiado autoritarios, deben limitar los alimentos con alta densidad calórica, mantener las bebidas azucaradas por fuera del hogar, asegurar que los niños coman la cantidad adecuada de frutas y verduras y limitar el consumo de bocadillos altos en calorías. Los padres también deben estar atentos a las oportunidades de realizar actividades físicas y establecer reglas claras sobre el tiempo de uso de la televisión y otros electrónicos”.

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