Una mujer activa tiene hasta un 71 por ciento menos de posibilidades de padecer un cáncer de mama con independencia de si es delgada o tiene sobrepeso. Esta es la principal conclusión de un estudio pionero en España, liderado por el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam), que ha contado con la participación de 23 hospitales y los datos de 1.017 pacientes.
No es la primera vez que se demuestra la relación entre sedentarismo y este tumor tan común. Se sabe que limitar el tiempo que permanecemos sentados y sedentarios tiene un efecto preventivo sobre la aparición del cáncer de mama y otras enfermedades oncológicas. Pero este nuevo estudio aporta datos concretos: ¿Cuánta actividad física es necesaria para alejar la enfermedad? ¿a qué edad se debe empezar para obtener mejores resultados? ¿el ejercicio es protector también en mujeres delgadas? ¿y si ya he tenido un cáncer, también evita una recaída?
La investigación de Geicam responde a todas estas dudas. «Hemos demostrado que las recomendaciones internacionales sobre ejercicio físico son eficaces para prevenir el cáncer, pero la edad influye y también la intensidad. A mayor actividad física, mejores resultados y pasado el umbral de la menopausia es necesario hacer un ejercicio más intenso para obtener el mismo nivel de protección», explica Marina Pollán, investigadora del Instituto de Salud Carlos III y autora principal de esta investigación. Lo que sí deja claro el trabajo es que las mujeres que no realizan ninguna actividad elevan hasta en un 71 por ciento su riesgo.
Más de 30 minutos al día
Las recomendaciones internacionales aconsejan practicar una actividad moderada durante 150 minutos a la semana. Esta actividad se podría traducir en caminar de forma enérgica durante al menos 30 minutos al día. El estudio demostró que para alcanzar la mayor protección se debería cambiar la actividad por un ejercicio más vigoroso o pasar de los 30 a los 75 minutos diarios. También se vio cómo las que ya se consideran postmenopáusicas necesitan hacer este ejercicio más intenso para obtener el mismo nivel de protección de las mujeres premenopáusicas. Las que obtuvieron la mejor nota fueron aquellas que siempre habían estado activas o habían realizado durante toda su vida algún deporte.
Las ventajas del ejercicio se vieron con independencia del exceso de peso de las participantes en el estudio, pese a que la grasa y la obesidad se saben que son un factor de riesgo en sí mismo para este y otros tipos de cáncer.
Para mujeres sin hijos
El sedentarismo es un factor de riesgo «de primer orden», aseguró Pollán. Tanto que podría servir de alguna manera para corregir otras situaciones peligrosas más difíciles de modificar como el no tener hijos en la que es más difícil intervenir. En la investigación se vio cómo el efecto beneficioso parece más marcado en mujeres que no han sido madres, aunque también se vean cambios positivos en las que los han tenido.
Otro dato a tener en cuenta es que la protección de la actividad física fue más claro en mujeres con un tipo de tumor llamado HER2 positivo (sus células malignas tienen la proteína HER2 en su superficie) y en las que presentan receptores hormonales positivos, mientras que no está tan claro en las mujeres con un tumor triple negativo, un cáncer hoy de mal pronóstico.
Evitar recaídas
Aunque el trabajo que presentó Geicam no lo recoge, se sabe que el ejercicio podría ser un arma eficaz para mujeres que ya están en tratamiento para combatir las temidas recaídas. Otra investigación presentada recientemente en Estados Unidos lo demuestra. «Nosotros solo hemos investigado en prevención primaria, pero creemos que también puede ser eficaz para reducir la mortalidad. Eso sí, es importante que estas mujeres hagan ejercicio, adaptado a sus propias limitaciones».