En América Latina, los particulares, las empresas y los Gobiernos ahorran poco y mal y ello restringe las posibilidades de crecimiento de la región, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) difundido hoy en Santiago.
«América Latina y el Caribe enfrentan una crisis de ahorro, con realidades fiscales y demográficas que auguran un futuro difícil», señala este estudio.
La tasa de ahorro nacional en América Latina y el Caribe entre 1980 y 2014 fue de solo el 17,5 % del producto interno bruto (PIB), muy por debajo del 33,7 % registrado en las economías emergentes en Asia y del 22,8 % de las economías avanzadas.
Solo África subsahariana registró ahorros inferiores, con un 13,8 %, indica el documento, titulado «Ahorrar para Desarrollarse: Cómo América Latina y el Caribe Pueden Ahorrar Más y Mejor».
«La región tendrá importantes desafíos fiscales en los próximos años», prevé el organismo, que asegura que «incrementar los ahorros sería una de las claves para garantizar tanto el crecimiento como la fortaleza de las economías».
El estudio analiza los motivos del bajo nivel de ahorro registrado por particulares y Gobiernos y sus impactos económicos, así como la falta de eficiencia que limita las oportunidades de inversión de las empresas y que incide negativamente sobre el ahorro empresarial.
Al respecto, ofrece recomendaciones para revertir la situación y elevar las tasas de ahorro, en línea con las economías más exitosas del mundo.
«Pequeños incrementos en los ahorros podrían derivar en impactos significativos. Por ejemplo, por cada punto porcentual adicional de ahorro nacional, la inversión interna de la región crece en casi 0,4 puntos porcentuales», señala.
«Esto equivale a 20.000 millones de dólares adicionales disponibles para financiar proyectos de infraestructura u otras inversiones en capital humano necesarias para aumentar la equidad y fortalecer el desarrollo».
«No podemos justificar nuestros bajos niveles de ahorro simplemente aduciendo que no somos buenos a la hora de guardar dinero», dice José Juan Ruiz, economista jefe del BID.
Aunque el sistema bancario en Latinoamérica ha crecido y ofrece casi un 30 % del PIB en préstamos al sector privado, está muy por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de las economías emergentes de Asia, donde aporta alrededor del 80 %.
Además, los hogares, especialmente los de menos recursos, poseen un limitado acceso a instrumentos financieros de ahorro o enfrentan altos costos.
«El problema se ve acrecentado por la poca confianza en los bancos, un analfabetismo financiero generalizado y la gran informalidad laboral», advierte el documento.
Solo el 16 % de los adultos en la región registra ahorros en bancos, comparado con el 40 % en las economías emergentes de Asia y un 50 % en los países avanzados.
Los sistemas de pensión constituyen otra de las restricciones, ya que menos de la mitad de la población de la región ahorra para su jubilación a través de un sistema de pensión contributiva.
En este sentido, el informe advierte de que a menos de que este problema se corrija, la situación empeorará a medida que vaya envejeciendo la población.
La crisis de ahorro implica que la región encuentre dificultades para disponer de los recursos necesarios para construir aeropuertos, carreteras y otras obras de infraestructura imprescindibles para impulsar el crecimiento.
Las inversiones en la región deben aumentar durante décadas entre 2 y 4 puntos porcentuales del PIB anual (dependiendo de cada país) para aliviar las limitaciones al crecimiento, o entre 100.000 millones y 200.000 millones de dólares anuales.
Las políticas fiscales también han tenido un gran impacto sobre el ahorro, considera el informe, en el que se indica que «el gasto público es demasiado elevado en subsidios y demasiado bajo en inversiones de capital».
«Los declives económicos recientes han empeorado esta situación ya que los Gobiernos han optado por recortar los gastos de inversión como sustituto a reformas fiscales políticamente más difíciles», señala.
El documento identifica áreas clave en las que los Gobiernos podrían ahorrar más y gastar de manera más eficiente. La asistencia social, gastos tributarios (exenciones fiscales) y subsidios energéticos sufren las «filtraciones» más prominentes, entendiendo por esto que acaban beneficiando más a los ricos que a los pobres, por un monto de aproximadamente 100.000 millones de dólares al año.
La falta de eficiencia en materia de salud y educación representa otros 50.000 millones anuales.
Si este problema se solucionara, podrían proveerse fondos suficientes para cerrar la brecha de inversión en infraestructura que existe entre América Latina y las economías avanzadas.
Además, los Gobiernos de la región afrontan dificultades a la hora de recaudar impuestos, con una evasión estimada del 52 % de la recaudación potencial, amén de poseer una estructura de impuestos que penaliza el ahorro.