Los territorios de Siria e Irak están devastados. Más de 200 mil civiles sirios murieron en los últimos cuatro años bajo el fuego cruzado de Bashar al Assad y los rebeldes –algunos moderados y otros extremistas. Sólo en 2015, unas 6.300 personas murieron por la violencia en territorio iraquí.
Las ciudades sirias de Aleppo, Raqqa, Homs y Palmira son algunas de las más afectadas, junto con las iraquíes Mosul, Hatra, Ramadi y Tikrit. Una infografía muestra además los monumentos más afectados por una guerra que involucra a terroristas y dictadores, pero también a Occidente y a Rusia junto con Irán y Hezbollah.
La Mezquita de los Omeyas, construida en el siglo VIII, de tres naves y un minarete de cinco pisos de altura, famosa por albergar los restos del profeta Zacarías, quedó reducida a escombros el 24 de abril de 2013 por los bombardeos.
Al igual que la de los Omeyas, La Gran Mezquita Omari, de la ciudad de Daraa, también fue destruida por tanques del Ejército sirio durante los enfrentamientos con los rebeldes.
Bosra, ciudad del sur de Siria, alguna vez fue la capital de la provincia romana de Arabia. Un magnífico teatro romano del siglo II, ruinas romanas y bizantinas, así como varias mezquitas, se encuentran dentro de sus murallas. Muchos edificios circundantes a las históricas construcciones ya fueron colapsados por los ataques.
La mezquita de Oweis Al Qarani fue anteriormente un lugar de peregrinación de chiitas de Irán, el Líbano e Irak antes de que fuera tomada hace un año por rebeldes sunitas que luchan para derrocar a Al Assad.
En marzo de este año, el Estado Islámico destruyó la ciudad iraquí de Hatra, considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Un video del ISIS muestra a los yihadistas en la antigua ciudad de Hatra, destruyéndola con mazos y disparando fusiles Kalashnikov contra las preciadas estatuas.
Entre 2012 y 2013, el histórico castillo medieval conocido como Crac de los Caballeros, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y uno de los principales atractivos turísticos del país antes del comienzo de los enfrentamientos y la violencia, estuvo dominado por los rebeldes.
Para recuperarlo, el régimen lanzó morteros, cohetes y armas automáticas contra los yihadistas. Como corolario, las tropas del Ejército izaron la bandera dentro de la fortaleza, pero no sin costos. El emblemático edificio sufrió grandes deterioros. Dado en a lo largo de 2013 los terroristas los opositores a Al Assad lo utilizaron como base militar, los potentes bombardeos del gobierno devastaron el lugar y lo dejaron en ruinas.