Los riesgos para América Latina del empobrecimiento de la clase media de EE.UU.

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Muchas personas de clase media en Estados Unidos temen por su estabilidad financiera

¿Por qué deben preocuparse las familias de la floreciente clase media en Guanajuato, México, de las penurias económicas que sufren familias estadounidenses de una clase media que se desploma en Cleveland o Cincinnati?

Pues porque sus destinos pueden estar más entrelazados que nunca.

La prosperidad económica de muchas de esas familias mexicanas, y de muchas otras en América Latina, depende de trabajar para fábricas que exportan a Estados Unidos.

Y el comportamiento de esas exportaciones puede a su vez depender de cómo se sienten financieramente -y por ende, de cómo votaran en las elecciones de noviembre- sus contrapartes estadounidenses.

Fábrica de Ford en México
La clase media mexicana ha crecido gracias al trabajo creado por empresas que tienen su principal mercado en EE.UU. gracias al TLC.

Pero además, el apoyo al libre comercio está desapareciendo del lenguaje de muchos dirigentes en esa nación.

Una combinación de problemas económicos de los trabajadores estadounidenses y el surgimiento del fenómeno político de Donald Trump amenaza con sentirse en muchos barrios de clase media en México y otros países latinoamericanos dependientes de las exportaciones al norte.

Y naciones como Colombia, Perú y varios otros podrían tener que enfrentar llamados desde partes de la sociedad estadounidense a revisar la conveniencia de sus acuerdos comerciales.

Una nueva Detroit

La industria automotriz mexicana es un muy buen ejemplo.

La misma experimenta un auge que ha creado más de 100.000 empleos nuevos en todo el país desde 2010, en sitios como Guanajuato, muchos de ellos bien pagados.

El TLC fue negociado cuando nadie tenía en el radar a China, al cambio climático, la crisis financiera o la desigualdad

Kevin Gallagher, Universidad de Boston
AFP

Es una tendencia que ha permitido el fortalecimiento de una clase media en un país como México, donde tradicionalmente la polarización entre ricos y pobres ha sido la norma.

Y el dinero para estas fábricas mexicanas viene principalmente de Estados Unidos.

Apenas en abril pasado, Ford anunció, por ejemplo, la construcción de una nueva planta en San Luis Potosí, a un costo de US$1.600 millones.

Y la razón principal por la que todo ese capital fluye a México es por el libre comercio.

Las factorías pueden exportar libremente a Estados Unidos los miles de autos que producen en México, lo que ha hecho que el país construya más automóviles que Detroit y que la industria automotriz mexicana sea tal vez la vitrina más optimista del impacto del libre comercio en ese país.

La nueva variable

Todo esto podría cambiar con Donald Trump, quien califica al tratado de libre comercio con México y Canadá como «el peor de la historia».

Un mensaje que cala entre su electorado clave: los obreros blancos estadounidenses.

Estatuas de desempleados
Algunos le echan al libre comercio la culpa del desempleo

Hace un par de décadas ellos podían aspirar con confianza a ser parte de la clase media de su país, pero ahora muchos luchan para no caer en la pobreza. Y ven en el libre comercio una amenaza frontal a sus intereses.

La clase media es ahora más pequeña en Estados Unidos.

Según un estudio del Centro Pew, un organismo privado de investigación estadounidense, ha caído de ser el 61% de la población total en 1951, al 50% en nuestros días.

Sin apoyo político

Ya ha sido bien documentada la importancia de este fenómeno para explicar el surgimiento de la candidatura presidencial de Trump como una especie de voto protesta por los blancos que se han ido quedando atrás en el escalafón económico estadounidense.

Obrero con casco
Los obreros estadounidenses antes tenían acceso más fácil a la clase media.

Y ahora este escenario político hace que en Estados Unidos se debilite, a un nivel no presenciado antes, el respaldo que Washington ofrece a un sistema económico global de libre comercio, que si bien es frecuentemente criticado, ha ayudado a generar la riqueza en la que surgen las clases medias de muchas naciones en desarrollo.

Este viernes el columnista del The New York Times David Brooks apuntaba a que, por primera vez en la historia contemporánea, el candidato oficial del partido republicano estadounidense está en contra del libre comercio.

Donald Trump amenaza con cancelar el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá. Y prácticamente anticipa una guerra comercial con China.

Su contrincante en el partido Demócrata, Hillary Clinton, no llega a esos extremos.

Pero anuncia sin embargo su profunda desconfianza hacia nuevos tratados de libre comercio, los mismos que Bernie Sanders, desde el ala más izquierdista del partido, descalifica como herramientas de los multimillonarios para explotar a los pobres del país.

Discurso en alza

Ese discurso está calando en las masas. Un estudio recientemente publicado por el Instituto Brookings dice que el 69% de los seguidores de Trump, e incluso un49% de los simpatizantes del partido demócrata, piensan que los tratados de libre comercio son negativos para el país.

Donald Trump
Trump dice que el tratado de libre comercio con México es el «peor de la historia».

Solo el 45% de los demócratas, y apenas 41% de la población general, los apoyan.

Las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos apuntan a un recrudecimiento de esas tendencias.

Especialmente si Donald Trump llega al poder, una renegociación del libre comercio con México y otros países latinoamericanos puede estar en camino.

Oportunidad

No todos los expertos ven esto necesariamente como una mala cosa. «Es una oportunidad, no una amenaza. El TLC fue negociado cuando nadie tenía en el radar a China, al cambio climático, la crisis financiera o la desigualdad», le dice a BBC Mundo Kevin Gallagher, profesor de la Universidad de Boston.

«El problema es que no tenemos un buen molde para un tratado del siglo 21 que permita el crecimiento balanceado de una manera ambientalmente sensata y socialmente inclusiva», alega.

Hillary Clinton
Clinton ha sido ambigua en su apoyo al libre comercio.

Pero otros ven efectos negativos más serios en la actual discusión política estadounidense sobre el libre comercio.

«Lo que los negocios necesitan realmente es estabilidad» sostiene a BBC MundoEric Verhoogen, profesor y director del programa de investigación en el Centro Internacional para el Crecimiento, Universidad de Columbia.

«El mayor inconveniente de las amenazas de renegociar el TLC no es tanto que los aranceles estadounidenses se incrementen a los niveles existentes antes del TLC, sino que están introduciendo incertidumbre sobre el régimen normativo en el que operan los exportadores mexicanos».

Incertidumbre que podría frenar decisiones de inversión.

Lo que será una mala noticia para muchas de las familias de México y otras partes del continente que han prosperado junto con las fábricas exportadoras de manufacturas a Estados Unidos.

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