Los trabajadores más sanos son aquellos cuyos empleos no los enferman

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Una fuerza laboral más saludable es más productiva y más barata.

La base de los sistemas de bienestar es que la enfermedad afecta el trabajo, pero ignoran que el trabajo puede provocar enfermedades

¿Por qué se les debe pagar a los empleados para que hagan ejercicios si se les puede amenazar? Ésa es la conclusión amenazante que algunos han sacado de un estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine la semana pasada.

Los investigadores retaron a varios centenares de personas a dar 7,000 pasos al día y les ofrecieron diferentes incentivos a los diferentes grupos. Descubrieron que el miedo a perder dinero motivó más a las personas que la esperanza de ganarlo.

Para la industria corporativa estadounidense del “bienestar” de US$6 mil millones — la cual pretende engatusar a los empleados para que sean más saludables — la implicación parece ser clara. Los empleadores deberían abandonar las zanahorias y comenzar a blandir garrotes.

El estudio me irritó porque el año pasado me amarré una serie de dispositivos para que mis jefes pudieran monitorear mis patrones de ejercicio, mi frecuencia cardíaca y mi sueño durante una semana. Las compañías les estaban dando estos dispositivos a sus empleados como parte de sus iniciativas de bienestar y yo quise probar uno.

En el transcurso de esa semana, creo que encontré la respuesta a la pregunta de cuál es la mejor manera de incentivar a los empleados a hacer más ejercicios. La respuesta es: ninguna en absoluto.

Es cierto que es difícil rebatir el argumento de venta de la industria del bienestar de que una fuerza laboral más saludable es más productiva y más barata (especialmente si la compañía es responsable de los costos de salud de los empleados). La pregunta es cómo encarar la situación.

Los programas de bienestar que estimulan a los empleados a hacer más ejercicios, comer de forma más saludable y dejar de fumar son populares, pero la investigación dura como tal sugiere que estas “intervenciones en el estilo de vida” son la parte menos efectiva de cualquier estrategia. Un estudio de siete años del programa de PepsiCo llegó a la conclusión de que la compañía sí alcanzaba costos de salud más bajos, pero todos los ahorros provenían de la parte de “manejo de la enfermedad” del programa: la que ayudaba a las personas con problemas existentes, como la diabetes.

También hay riesgo de consecuencias no deseadas. Cuando yo usaba mis dispositivos sentía que no sólo sería juzgada en cuanto a lo que hacía en el trabajo, sino en cuanto a lo que hacía en mi tiempo libre también. Una noche salí a darle una vuelta a la manzana a las 11 de la noche porque estaba preocupada de que mi “contador de pasos” era demasiado bajo. Mi compañero de cuarto pensó que estaba un poco desquiciada.

Pero sucede que yo no era la única. Cuando los investigadores André Spicer y Carl Cederström investigaron los efectos de los programas corporativos de bienestar, descubrieron que a menudo usaban el tiempo libre de los empleados y los ponían ansiosos.

El estrés y la ansiedad son riesgos de salud que se pueden pasar por alto si uno está demasiado enfocado en temas como la aptitud física. Un amigo mío solía trabajar en una gran consultoría de gestión donde trabajaba largas horas bajo una gran presión.

Como estrategia para lidiar con la situación, empezó a ir al gimnasio a altas horas de la noche. Me dijo que era el único momento en que sentía que tenía cierto control sobre su vida. Estaba haciendo tanto ejercicio que se hubiera ganado una estrella dorada en la mayoría de los programas de bienestar, pero en realidad se estaba consumiendo.

Esto es lo que me molesta de las iniciativas que simplemente instan a los empleados a correr más y comer mejor. Tales programas de bienestar se basan en la idea de que la salud afecta el trabajo, pero ignoran el hecho de lo contrario también puede suceder.

La evidencia de que el trabajo puede ser malo para la salud es abundante. Los estudios muestran vínculos entre el trabajo por turnos y los ataques al corazón, entre las sillas mal diseñadas y el dolor de espalda, y entre el acoso laboral y la ansiedad.

Sin duda, esto debe ser un camino productivo para la industria del bienestar. Las herramientas que ayudan a averiguar cuándo el empleador es el causante del problema serían mucho más útiles, ya que la solución de estos asuntos está directamente dentro de su alcance.

Hace poco encontré una empresa de nueva creación llamada Soma Analytics cuyo objetivo es proporcionarles a los empleadores una herramienta de diagnóstico como ésta. Su producto es una aplicación para los teléfonos inteligentes de los empleados, la cual, se afirma, detecta los cambios sutiles en sus niveles de estrés, tales como cambios en el tono de la voz, o la calidad del sueño. El empleador no recibe datos individualizados, pero puede ver cuando todo un equipo, división o demografía parecen estar estresados.

Johann Huber, uno de los fundadores de Soma, espera que esto motive a las compañías a averiguar cuándo están presionando demasiado a ciertos equipos en particular, para que puedan abordar el problema antes de que los trabajadores comiencen a enfermarse o a renunciar al trabajo.

La tecnología como ésta podrá tener sus críticos, pero al menos está orientada en la dirección correcta. Las compañías deberían dejar de incitar a los empleados a estar “saludables” y enfocarse en no enfermarlos.

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