Sonrisas de por medio, el presidente Mauricio Macri y su par de Colombia, Juan Manuel Santos , firmaron el miércoles pasado en el palacio Nariño casi cuarenta convenios, que incluían desde la venta de autos, a la maquinaria para mejorar la agricultura en este país y hasta un acuerdo para impulsar el rugby -deporte que Macri jugó en su niñez y adolescencia- en estas tierras.
Pero, como dato valioso, entre la multitud de acuerdos también se incluyó la predisposición argentina a enviar militares «desarmados» en dos proyectos vinculados con el proceso de paz que impulsa Santos en Colombia.
Se trata, por un lado, del envío de monitores y técnicos para acelerar el desminado de zonas rurales dominadas hasta hace poco por las FARC. Por otro, enviar militares y civiles a la «misión política» que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas prepara para el día después de que el gobierno colombiano y la guerrilla firmen el ansiado y siempre postergado acuerdo de paz.
En este último caso, y según pudo saber LA NACION, ya han sido designados 80 militares argentinos que participarán de la supervisión de los acuerdos de paz. En conjunto con Chile, habrá una delegación de ambos países, como aporte a la iniciativa conjunta para preservar el pacto que dificultosamente avanza en las últimas semanas.
Su doble objetivo será para vigilar y verificar «la dejación de las armas y el cese del fuego y de las hostilidades bilateral y definitivo. Además, participar de la Iniciativa Global de Desminado para Colombia, que Santos agradeció públicamente a Macri durante la conferencia de prensa que ambos compartieron en la sede gubernamental Nariño.
Encabezará el grupo argentino-chileno el general de brigada Carlos Alfredo Pérez Aquino, nombrado en marzo pasado jefe del Comando Operacional de las Fuerzas Armadas.
Pérez Aquino no es nuevo en el contexto de las fuerzas de paz internacionales. Fue oficial del Estado Mayor de la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre; jefe del Batallón Conjunto Argentino en la Misión de la ONU en Haití, y representante del Ejército en el Grupo Argentino-Chileno para la creación de una Fuerza de Paz Combinada, entre otras misiones.
Las Fuerzas Armadas argentinas volverían, así, aunque desarmadas, al primer plano del escenario internacional en un conflicto de más de medio siglo, cuya solución «afecta a Colombia, pero también al continente», afirmó Santos.
En busca de liderazgo
«Hay una decisión política del Presidente y un proceso de construcción de confianza entre ambos países que permite que estos acuerdos avancen», afirmó a LA NACION el embajador argentino en Colombia, Marcelo Stubrin. Para el ex diputado radical, «las fuerzas armadas fueron muy reconocidas por su nivel técnico en las décadas del ochenta y noventa. Vamos camino a recuperar ese prestigio bien ganado», dijo el dirigente radical, en velada crítica a la misión de los militares durante el kirchnerismo.
Para el Gobierno, colaborar con el proceso de paz en Colombia y sostener la necesidad de «soluciones democráticas» en Venezuela forman parte del mismo combo: transformar a Macri en un referente con liderazgo regional, en coincidencia con los problemas políticos que atraviesa Brasil, la principal potencia del continente.
«Si América puede tener un continente integrado y en paz, es de las mejores propuestas que puede tener la humanidad para el siglo que comenzamos», dijo Macri luego de su encuentro con Santos. «Queremos jugar y nos dejan jugar», afirmó el secretario de Asuntos Estratégicos Fulvio Pompeo, que acompañó al Presidente en su viaje a este país.
