Evaluar la salud de una economía es siempre tarea complicada, pues hay muchos indicadores que observar y su interpretación requiere de varias teorías y modelos económicos. Ante tanta complejidad, las personas tienden a elegir una variable que les sirva de termómetro, siendo el tipo de cambio una de los más populares.
En nuestro país, la crisis económica de 2003 vino acompañada de una fuerte devaluación que generó un significativo aumento en el costo de la canasta familiar, mientras que durante la recuperación en 2004-2005 el peso dominicano se recuperó frente al dólar y se estabilizaron los precios. A partir de entonces, se interpreta que una economía está fuerte si se mantiene estable o si se aprecia el tipo de cambio, y ante cualquier asomo de devaluación se reviven viejos temores del pasado.
No obstante, juzgar el estado de la economía a partir del tipo de cambio puede ser engañoso. En las décadas de los ochenta y noventa el yuan chino estaba constantemente devaluándose, mientras que la economía china vivía años de un dinamismo sin precedentes. Justo lo contrario ocurría en Japón, donde el yen japonés fue progresivamente ganando valor frente al dólar, pero la economía nipona entraba en los noventa en un doloroso estancamiento.
En el caso norteamericano, tanto en la crisis económica de inicios de los ochenta como en la Gran Recesión de 2008-2009 el dólar se apreció fuertemente frente a la mayoría de las monedas del mundo. Entonces, es normal preguntarse, ¿qué determina la depreciación o apreciación de una moneda? Para entender mejor la respuesta, es importante recordar que el tipo de cambio es el precio de una moneda respecto a otra, y todo precio es el resultado de la interacción entre oferta y demanda.
Varios factores pueden alterar la oferta y demanda de divisas, siendo la tasa de interés casi siempre el más importante. Y es que cuando un país incrementa la tasa de interés más que el resto del mundo, hace más rentable invertir en su moneda, por lo que muchos inversionistas nacionales e internacionales pasan a comprar la moneda del país que recién aumentó su tasa, invierten sus fondos en instrumentos financieros en esa moneda y disfrutan de un mayor rendimiento.
Un ejemplo de esto es el dólar norteamericano, que en días recientes ha tenido una apreciación tan importante que alcanzó la paridad con respecto al euro. Desde el nacimiento del euro a principios del siglo XXI, casi todo el tiempo se necesitaban entre 1.1 y 1.6 dólares para comprar un euro, pero en días recientes el dólar y el euro valen lo mismo.
Esto se explica por los sucesivos aumentos en la tasa de interés realizados por la Reserva Federal de los Estados Unidos durante los primeros seis meses del año, pero además porque ha anunciado que seguirá subiendo la tasa de interés durante 2022 y 2023. Por el contrario, el Banco Central Europeo no ha realizado ningún aumento de tasas, y se ha mostrado muy poco dispuesto a realizar incrementos significativos en el futuro cercano.
Ante esta situación, no solo es normal que el dólar haya alcanzado la paridad respecto al euro, sino que se puede esperar que la moneda norteamericana se siga apreciando en los próximos meses. Algo similar ha ocurrido en nuestro país, pues el Banco Central dominicano lleva desde noviembre del año pasado una carrera de subidas de tasas de interés, tanto así que los instrumentos de inversión a 3 años emitidos por el Banco Central en noviembre 2021 tenían un rendimiento de 4.8%, y los emitidos en febrero 2022 tuvieron rendimiento de 8.5%. Es decir, en apenas 4 meses casi se duplicó la tasa de interés de estos instrumentos. Como resultado, el peso tuvo una apreciación de 5% a inicios de año, algo poco usual en la dinámica cambiaria dominicana. En cuanto a perspectiva futura, se espera que el Banco Central dominicano continúe con importantes ajustes en la tasa de interés, generando así mayor rentabilidad en las inversiones en pesos en comparación con las inversiones en dólares, por lo que se prevé que el peso dominicano se mantenga estable, o incluso que se continúe apreciando.
Esta apreciación no es reflejo de fortaleza o debilidad de la economía dominicana, es simplemente el resultado natural del incremento en las tasas de interés. De cara al futuro, debemos acostumbrarnos a que a veces el dólar sube y a veces baja, y que los movimientos cambiarios no deben ser visto como señal de preocupación ni de confianza en el porvenir.