El niño que dejó crecer su afro por dos años para donarlo a pequeños con cáncer

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Thomas Moore tomó hace dos años una valiente decisión. No cortaría su pelo y dejaría que creciera y creciera. No parecía a simple vista una decisión muy corajuda, pero con el paso de los días, de los meses, fue notando cómo sus compañeros de clase lo molestaban y cómo hasta los profesores lo alentaban a que dejara de una vez por todas ese “absurdo” look.

Podría tratarse de un acto beligerante para desafiar los roles de género y poner de manifiesto que los niños también llevan el pelo largo, para demostrarle a sus amiguitos que tener una larga cabellera no pone en duda la virilidad, pero tal propósito todavía no estaba en la agenda del pequeño. Estaba sí un ideal muy noble: donar su pelo para los niños con cáncer.
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Todo nació de un video que Thomas vio con su mamá en donde fue testigo de cómo una pequeña de cinco años, Khyrstin Andrews batallaba contra el cáncer y con llevar su cabeza desprovista de pelo. “Fue muy emocionante ver cómo él sintió que podía hacer algo por esa chiquilla, depsués del video él me propuso naturalmente que quería donar su pelo”, dijo Angilea Pulos, la madre de Thomas a la cadena NBC en Washington.

Con esta apuesta del pequeño Thomas, Khyrstin tendría el pelo crespo y voluminoso propio de una niña afroamericana. Sin embargo, no se logró el cometido de tener por lo menos 10 pulgadas de pelo, que es lo mínimo para una peluca, antes de que la niña muriera. En redes sociales, en donde se conoció la historia y en donde se hizo viral depsués de ser más de 50 mil veces compartida, la madre de Khyrstin Andrews le dejó saber toda su admiración y respeto por tan inspirador acto.

11109274_1019332711411616_7210683791017141837_n1Thomas no es el primer niño que decide hacer este acto valiente. El año pasado las redes se conmovían con la historia de Christian McPhilamy, el rubio niño que donó a la fundación Children With Hair Loss cuatro colas de caballo (cada una de 10 pulgadas) después de haberse dejado crecer su pelo.

A pesar de tener que lidiar con el obvio “pareces una niña” de sus compañeros y hasta con los sobornos de los tíos que le hacían promesas si dejaba que le cortaran el pelo, él niño mostró absoluto compromiso con su causa y le dejó saber el mundo cómo un simple acto podría hacer la diferencia.

De la misma manera que McPhilamy, Thomas después de ver que sus crespos ya alcanzaban el largo suficientes para poder ser convertido en peluca, le pedió a su mamá que lo llevara a un salón de belleza, especializado en pelo afro, y logró dar el noble insumo para tres pelucas.

No sorprende que las redes hagan de estas historias inspiradoras algo viral, lo que sí no deja de ser peculiar es que sean niños los que estén tomando esta iniciativa, pero quizás si los niños se están arriesgando a llevar el pelo largo para hacer la vida de otros mejores, las niñas también se arriesguen a llevar el pelo muy corto con el mismo propósito. Y quizás, solo quizás, algún adulto atienda el llamado de las generaciones más jóveneas cada vez más comprometidas por hacer algo transformador.

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