Niños de nadie: la dramática situación de menores y adolescentes sin familia que no tienen dónde ir en EE.UU.

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Muchos de los niños y jóvenes que llegaron a los centros temporales eran los más difíciles de recolocar en familias de acogida.

Cuando el lugar de refugio se convierte en peor destino que el escenario desde el que se huyó es que algo no funciona.

«No hay nada que me puedan quitar que me vaya a doler ni nada que me puedan ofrecer que me vaya a ilusionar».

Quien así habla apenas tiene 17 años.

María* es una de las miles de adolescentes perdidas en el complejo sistema de acogida en familias temporales en la ciudad de Los Ángeles, California.

Sus días se reparten entre vivir en la calle o pasar alguna noche en centros temporales en los que todavía no ha logrado encontrar una solución permanente a sus problemas.

Sin casa en Los Ángeles
Muchos de los menores y jóvenes del sistema de acogida temporal en familias terminan en la calle.

Y el panorama futuro no se presenta más fácil: las autoridades del condado de Los Ángeles decidieron cerrar las dos salas de espera que hasta ahora funcionaban como parche y puente entre la soledad de la calle y el calor de una familia de acogida.

Fallos en el sistema

Hablamos del Children’s Welcome Center (para niños hasta 11 años) y elYouth’s Welcome Center (para los mayores de 11 años).

Fueron inaugurados en 2012 y 2014 respectivamente por el Departamento de Servicios a Niños y Familias (DCFS, por sus siglas en inglés) del estado de California.

Con el tiempo, han salido a la luz profundas carencias en su funcionamiento, especialmente en el centro para jóvenes.

«Cuando abrimos estos centros, había menos niños que necesitaban una familia de acogida», le dice a BBC Mundo Philip Browning, director del DCFS.

Children's Welcome Center
El Children’s Welcome Center, dedicado a niños hasta 11 años, será sustituido por una sala de espera previa a la colocación de los menores en familias de acogida.

En algunos casos, se llegó a hablar de actividades ilícitas dentro del centro para mayores, como el comercio sexual, algo que el propio Browning reconoce.

«Las salas no estaban equipadas para hacer frente a la convivencia de chicos y chicas», señala.

A María no le sorprenden estos rumores sobre el tráfico sexual que se originaba en los centros.

«La tentación de hacer dinero en la calle es muy fuerte, sobre todo cuando la alternativa es estar en familias pobres y abusivas que sólo nos quieren por el dinero que reciben del gobierno y que en ocasiones están peor que nosotros mismos», cuenta.

«O caer en un centro en el que al día siguiente te tienes que ir».

Y es que uno de los problemas de estas llamadas salas de espera es que sólo pueden albergar a los jóvenes en sus instalaciones hasta 24 horas, por el tipo de licencia que tienen.

Preocupación de los trabajadores sociales

Más de 5.000 menores pasaron por una de estas dos salas sólo en 2015.

Ahora, con el cierre de los centros, los niños y adolescentes que requieran de un lugar temporal serán conducidos a cinco refugios de emergencia que el DCFS subcontratará externamente.

Es mucho más fácil colocar en una familia a un menor si la noche anterior ha dormido en una cama, ha comido, se ha bañado».

Astrid Heger, directora del VIP
AP

Entre los trabajadores de los servicios sociales cunde el temor de que en estos centros «de transición» los menores no encuentren los cuidados médicos y psicológicos que sí tenían en las salas de espera.

Para Astrid Heger, fundadora y directora ejecutiva del Programa de Intervención sobre Violencia (VIP, por sus siglas en inglés), el cierre de las salas de espera, que además están ubicadas en el mismo centro médico donde se encuentra su organización, es una mala noticia.

En su opinión, la apertura del centro de jóvenes dos años después que el de menores fue «el principio del fin».

«Hasta ese momento», dice, «el centro para niños funcionaba perfectamente, pero la llegada de jóvenes de más edad, algunos de ellos conflictivos, sin un plan exacto de qué hacer con ellos, lo puso todo del revés. Fue todo caótico».

Heger está profundamente preocupada por la suerte que correrán menores y adolescentes.

«Si hay algo que los centros abiertos por el DCFS demostraron es que es mucho más fácil colocar en una familia a un menor si la noche anterior ha dormido en una cama, ha comido, se ha bañado», sostiene Heger en entrevista con BBC Mundo.

Kevin Durant
Son múltiples las organizaciones que trabajan con los menores que necesitan familias de acogida. En la imagen, el baloncestista Kevin Durant participa en un acto organizado por KIND.

Pese a las críticas que se puedan hacer, Heger subraya que en esos centros se ofrecía atención médica y de salud mental a todo el que lo necesitara.

«Ahora no sabemos quiénes son estos contratistas que se van a hacer cargo de la atención a los menores sin casa, si están lejos, si prestarán atención médica y psicológica», añade.

Un cambio a mejor

Desde el DCFS insisten en que los nuevos centros son una solución aunque temporal a un problema que se estaba desbordando.

«Se va a ofrecer un servicio mucho más especializado que el que teníamos hasta ahora», defiende el director del DCFS.

Armand Montiel, portavoz del mismo departamento, le explica a BBC Mundo cuál es la principal diferencia.

Vamos a ser capaces de ofrecer un mejor servicio a jóvenes y menores gracias a los centros especializados».

Philip Browning, director del DCFS
Getty

«Los centros que decidimos cerrar tienen una licencia de estancia, lo que los convierte en refugios adecuados hasta las 24 horas».

Montiel señala que para una estancia más larga es necesario contar con una licencia de acogida temporal: «Eso implica hacer cambios en el edificio, tener más baños, más extintores contra incendios… otra estructura.

«Los centros de transición, por el contrario, ya tienen la licencia de acogida temporal y pueden acoger a los menores hasta 72 horas».

Montiel disiente de quienes plantean el cierre de los centros de espera como la culminación de un fracaso y dice que muchos de los jóvenes y menores que llegaban allí eran recolocados en familias de acogida en menos de 24 horas.

«Los que no quiere nadie»

Los que lo tienen más difícil son los chicos con necesidades especiales.

El término «necesidades especiales» comprende toda una serie de circunstancias: desde problemas de salud física o mental, abuso de sustancias, o grupos de hermanos que no pueden ser separados, hasta menores con problemas emocionales o de comportamiento y miembros de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trasgénero).

Hombre fumando crack
Los menores y adolescentes conflictivos o con necesidades especiales son los que más preocupan a los trabajadores sociales.

Es decir, «aquellos a quienes nadie quiere», comenta la joven María.

Ella ha entrado y salido de varias familias de acogida, con las que no ha encajado por diversos problemas que no detalla.

Proyectos de integración

No todo son historias de desesperanza. Aparte del VIP, hay muchas otras organzaciones que intentan llenar los huecos que las autoridades no alcanzan a cubrir.

Como ejemplo, BBC Mundo asistió a una fiesta muy especial: ocho niñas de familias de acogida celebraron su 15 cumpleaños vestidas de gala, con baile, regalos, sorpresas y torta.

Quinceañera.com
Quinceañera.com fue una de las coorganizadoras de la fiesta para ocho muchachas de familias de acogida.

Todo surgió porque Martha de la Torre, directora ejecutiva de El Clasificado y Quinceañera.com y acostumbrada a trabajar con la población latina, se preguntó qué hacen las chicas latinas de familias de acogida cuando se acercan a esta edad tan importante en la tradición mexicana.

«Tenía el sueño de organizar algo así, con varias jóvenes, y finalmente Quinceañera.com creció lo suficiente para poder asociarnos con Christine Divine (presentadora de Fox 11 News en el canal KTTV) y el DCFS, y entre todos logramos hacer algo así para motivar a estas jóvenes», le contó De la Torre a BBC Mundo.

Valeria, una de las cumpleañeras, radiante de felicidad, apuntó que quiere ir a la universidad y ser abogada o dedicarse al mundo de la moda.

Pero no quiso hablar de su pasado ni de cómo llegó al mundo de las familias de acogida.

«No me siento cómoda hablando de esto», dijo, perdiendo parte de la alegría que tenía unos minuitos atrás.

Valeria
Valeria (izquierda) es una de las ocho jóvenes que celebraron su Quinceañera en Los Ángeles.

Para María, sin embargo, los esfuerzos y proyectos de ayuda llegan tarde.

Según se acerca a la mayoría de edad, se le van cerrando más puertas de los servicios sociales.

«De alguna manera saldré adelante», afirma sin arrogancia.

«Como lo he hecho hasta ahora sin perder la cabeza».

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