Este lunes se ha cumplido el centenario de un pacto que cambió la historia de Oriente Medio. El 16 de mayo de 1916 un diputado conservador británico, Mark Sykes, firmó un acuerdo secreto con el diplomático francés François Georges-Picot para que Reino Unido y Francia se repartieran los territorios de esa región en el caso de que su bando venciera en el conflicto que luego se conoció como la Primera Guerra Mundial.
Este pacto estipulaba que el territorio que corresponde con las actuales Jordania, Irak y las áreas en torno a las ciudades israelíes de Haifa y Acre quedaría bajo el control de los británicos; mientras que los franceses se quedarían con el sudeste de Turquía, el norte de Irak, Siria y Líbano.
El analista Ishaan Tharoor explica en ‘The Washington Post’ que, en última instancia, ese plan nunca se convirtió en realidad por varios motivos: primero, fuentes soviéticas revelaron su existencia; después, la caída del Imperio otomano, los tratados posteriores y el cambio de los intereses coloniales alteraron la composición de la región.
A pesar de que el documento no se aplicó, Tharoor destaca que su contenido sí sentó las bases para «un siglo de crisis y disfunción», debido a que primero «alentó el gran deseo de una nación árabe independiente» y, después, lo «traicionó».
«Sentimiento de traición y vulnerabilidad «
Ishaan Tharoor recuerda que los británicos instalaron reyes para gobernar nuevos países en Irak y Jordania y aceleraron el advenimiento de un Estado sionista, para la ira de los palestinos que vivían allí. A su vez, los planificadores coloniales franceses propagaron «divisiones sectarias» cuando establecieron las actuales Siria y Líbano. Los kurdos, una minoría étnica sin Estado, fueron «directamente ignorados».
El autor detalla que «Sykes-Picot, ideado en los pasillos del poder colonial, llegó a representar algo mucho más grande en las mentes de muchas personas en el mundo árabe». Además, cita las palabras de James Barr, autor del libro ‘A Line in the Sand: Britain, France and the Struggle That Shaped the Middle East’ (‘Una línea en la arena: Gran Bretaña, Francia y la lucha que dio forma a Oriente Medio’), quien considera que ese acuerdo se convirtió en «la clave no solo del sentimiento de traición que crearon los asentamientos de posguerra, sino también para la vulnerabilidad de la región a la injerencia extranjera».
«Cambió el curso de la historia»
«Cientos de miles de personas han muerto a causa de Sykes-Picot y todos los problemas que ha creado», ha comentado a la revista ‘New Yorker’ el kurdo Nawzad Hadi Mawlood, gobernador de la provincia iraquí de Irbil, quien ha agregado que «cambió el curso de la historia y la naturaleza».
Por otro lado, el supuesto legado del Sykes-Picot también se ha convertido en una fuente fértil para la propaganda de los yihadistas del Estado Islámico, uno de cuyos principales objetivos es «corregir los errores» de ese pacto. Tharoor recuerda que, en 2014, esos terroristas publicaron un video propagandístico que mostraba a sus miembros derribando una muralla de polvo a lo largo de la desértica frontera entre Siria e Irak mientras aseguraban que estaban «demoliendo» la historia de Sykes-Picot.
Por otro lado, el analista señala que tachar un acuerdo colonial de un siglo de antigüedad como el ‘pecado original’ de Oriente Medio resulta «conveniente y algo ingenuo» al mismo tiempo, ya que esa postura no tiene en cuenta «la historia de las sociedades pluralistas que existían antes de la división de las tierras otomanas ni las muchas décadas de mal gobierno árabe que vinieron a partir de entonces».
Con todo, Tharoor se hace eco de Steven Cook y Amr Leheta, dos investigadores sobre Oriente Medio, quienes argumentan que los conflictos que la región vive hoy en día «no son realmente sobre la legitimidad de las fronteras y la validez de los lugares llamados Siria, Irak o Libia», sino «acerca de quién tiene el derecho de gobernar».
Para finalizar, Ishaan Tharoor concluye que «la respuesta a esa amarga lucha no se puede encontrar en las líneas de un mapa trazado hace 100 años».