Sin importar la condición social o económica, el dolor une a la familia peraviana ante la pérdida de diez de sus miembros en el derrumbe del techo de la discoteca Jet Set, una tragedia cuya huella marca a todo un país.
La tristeza y la impotencia cubren la provincia pero igual la solidaridad, el abrazo fraterno y en medio de un mar de llanto, de rostros compungidos, sube a lo alto el clamor de justicia.
Cientos de personas participaron en los actos fúnebres con los que la comunidad despidió a sus hijos muertos bajo los escombros.
El derrumbe acabó con la vida del empresario Luis Santana (Mello Electrofácil) y su esposa Dananlliris Feliz, Ismael Díaz Troncoso y su cónyuge Patricia Matos, el abogado Socrates Peña Cabral, la activista social Ana Figuereo (La Tato), Yoselín Santana, Manuel de los Santos Díaz, la abogada Juliana Altagracia Antuna Peguero y su colega Francelis Vargas, que pereció en un centro médico.
La Iglesia Católica honró sus almas y la de todos los perecidos con una misa en la parroquia Nuestra Señora de Regla, convocada por el obispo, Faustino Burgos Brisman.
Autoridades, empresarios, comerciantes, estudiantes, profesionales y representantes de organizaciones de la provincia Peravia acudieron a las honras fúnebres.
Entrada la noche del viernes, el cadáver de Santana no llegaba a la funeraria de Boca Canasta, donde desde primeras horas de la tarde ya estaba el de su esposa. Murieron unidos, pero el azar los separó.
Con esta tragedia, los banilejos recuerdan otros sucesos lamentables, como la muerte de una familia y su chófer ahogados en un túnel de la avenida 27 de febrero en la capital, cuando una corriente de agua inundó la vía a su retorno desde el aeropuerto de Las Américas.
Por igual, la de tres jóvenes en una discoteca en esta ciudad, el accidente de un avión el 11 de septiembre de 2011 en Estados Unidos cuando decenas de banilejos venían al país y en cuya memoria fue levantado un monumento.