El cantante Prince murió a consecuencia de una sobredosis de un fuerte analgésico, según indicó el Instituto Forense de Minnesota tras realizar la autopsia.
La muerte del cantante de 57 años fue un «accidente» causado por la automedicación de fetanyl, un fuerte analgésico opiáceo cuyos efectos se comparan con la morfina, dijo el organismo en un comunicado.
Prince fue hallado sin signos vitales el pasado 21 de abril en sus estudios de Minneapolis.
La estrella del pop dio su último concierto en Atlanta, Georgia, a principios de abril, luego de haber cancelado previamente dos presentaciones en esa ciudad del sureste de EEUU por problemas de salud.
De regreso a Minneapolis tras el concierto, su avión privado tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Illinois debido a malestares ligados a una gripe persistente.
Según AP, los nombres de al menos dos médicos han surgido en medio de la investigación policial a cargo de la Oficina del Alguacil del Condado de Carver, la Fiscalía General de Minnesota y la DEA.
El médico de familia Michael Todd Schulenberg trató a Prince en dos oportunidades antes de su muerte e indicó que había recetado medicinas al cantante, aunque se desconoce de qué tipo.
Schulenberg vio a Prince el 7 y 20 de abril, es decir, apenas un día antes de ser hallado muerto.
También se sabe que representantes de Prince pidieron ayuda al doctor Howard Kornfeld, especialista en adicciones radicado en California.
Una «epidemia»
Hay cifras que alertan sobre la gravedad de la adicción a las medicinas contra el dolor en Estados Unidos. Entre 1999 y 2014, más de 165,000 personas han muerto en el país por sobredosis de opiáceos, según registros de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés)
Que esa cifra incluso supere a los fallecidos por accidentes de tráfico ha llevado al presidente Barack Obama a catalogar esta adicción como una «epidemia».
Desde Atlanta (Georgia), a finales de marzo el mandatario aseguró que combatir esta dependencia ha sido una «prioridad» para su gobierno. «Creo que la gente todavía no entiende bien las dimensiones de este problema», dijo y pidió que se destinaran más fondos que permitan hallar un tratamiento.
Días antes, los CDC habían presentado 12 recomendaciones para la prescripción de opiáceos. Tres principios claves destacaron: que los tratamientos sin opioides se prefieran para tratar el dolor crónico; que cuando se utilicen, se recete la dosis más baja que resulte efectiva para reducir riesgos de sobredosis; y que los médicos monitoreen a sus pacientes.
Recién esta semana, la oficina de Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) dio a conocer el tratamiento más innovador que hay hasta el momento: un implanteque administra una pequeña dosis de un fármaco al organismo y permite reducir la ansiedad y los síntomas de abstinencia a los opiáceos.
Hasta entonces, solo se conocían dos estrategias médicas basadas en el uso de Buprenorphine (compuesto médico), aprobadas para combatir esta adicción: una pastilla y una película delgada que se coloca debajo de la lengua o en la mejilla para que se disuelva. Cualquiera de las alternativas debía ser aplicada a diario, mientras que la acción del implante dura seis meses.