El fuerte temporal de lluvia y viento que afecta al sureste de España, ha dejado un aproximado de cinco muertos y al menos 3,500 personas desalojadas de sus viviendas, debido a las fuertes inundaciones.
Lo que ha provocado tales desastres en este país, es el fenómeno denominado la DANA o “gota fría”. Se trata de un episodio meteorológico que genera tormentas muy convectivas cuando entra en contacto con el aire cálido del Mediterráneo.
El diámetro de una “gota fría” puede alcanzar a unos cientos de kilómetros. Es homogéneo y sin línea de frente que lo separe de las masas circundantes, y tiene una influencia determinante sobre el tiempo.
Esta conduce generalmente a una circulación atmosférica de bloqueo en la que no existe un componente de vientos determinante puesto que ha quedado excluida de la circulación general del oeste.
No debe confundirse el término de «gota fría» con las bolsas de aire frío que tienen su origen en la mesoescala, bajo una tormenta o un chubasco en los que las precipitaciones sólidas o líquidas arrastran en su caída a la superficie, masas de aire frío del entorno en el que se han formado.
Tormenta sobre la playa valenciana de Gandía, a causa de la «gota fría». ( EFE )
Como el aire frío es más denso que el aire cálido, es capaz de acumularse en la superficie formando una «cúpula de aire frío» que recibe el nombre de bolsa de aire frío. Como el aire frío se acumula de abajo a arriba se genera una inversión térmica. No obstante en el límite con el aire cálido del entorno se establece un «frente de racha» que separa ambas masas de aire.
Se puede dividir a la DANA o «gota fría» en dos secciones tal y como se puede hacer con una vaguada: el borde oriental y el occidental. El borde oriental del chorro de cualquier sistema depresionario es claramente el más inestable, es el borde divergente en altura, es decir, el viento geostrófico que parte del vértice de la vaguada o sección sur de la “gota fría”, es más veloz que el propio viento del vértice, lo que genera un vacío de masas de aire en capas altas. Esto se solventa mediante ascensos de masas de aire, pues se generan movimientos convectivos que desencadenan las tormentas más intensas.
Los efectos de la «gota fría» serán más importantes cuanto mayor sea la temperatura de las aguas marinas ya que el vapor de agua asciende repentinamente debido a la menor densidad del aire caliente y se condensa, formando rápidamente nubes de gran altura (generalmente, de más de 10 km) que casi siempre son del tipo de cumulonimbos.
Las configuraciones de DANA o «gota fría» pueden desarrollarse en cualquier época del año, sin embargo, los efectos de las mismas son más notorios a finales del verano y principios del otoño al encontrarse las condiciones más propensas.
Cientos de vehículos inundados tras el paso de la «gota fría» en un depósito de vehículos en Orihuela (Alicante). ( EFE)
¿Dónde y cuándo se producen?
Este fenómeno se produce normalmente en la época otoñal y la zona de la península con más probabilidades de sufrir sus efectos es la mediterránea, ya que es ahí donde se genera el choque de aire polar que avanza sobre Europa Occidental con el aire cálido y húmedo del Mediterráneo.
¿Cómo se produce?
Una Dana o «gota fría» , nace de las corrientes en chorro, que son masas de aire frío, fuertes y estrechas situadas entre la tropósfera y la estratósfera (entre 10 y 50 kilómetro de altitud) que pueden llegar a discurrir a lo largo de miles de kilómetros y tener una anchura de varios cientos de kilómetros. Su movimiento habitual es oeste-este pero a veces un extremo de la corriente puede tomar una dirección norte-sur haciendo que la masa de aire se doble e incluso pueda llegar a romperse. Cuando esto ocurre, se crea una masa de aire independiente que sigue siendo fría pero que pasa estar completamente aislada y rodeada de aire templado. Es así como nace una DANA
¿Cuánto duran?
No tiene una duración fija. El ciclo de vida de una DANA acaba cuando la masa de aire aislada vuelve a unirse a una corriente en chorro o cuando termina mezclándose con el aire templado hasta desaparecer. Sus efectos sobre la superficie tampoco tienen una duración fija, aunque lo normal es que duren menos de una semana, y lo recomendable es estar atento a los avisos que da la Agencia Estatal de Meteorología.