Aunque para la mayoría de las personas la ruptura de una relación de pareja es un proceso muy doloroso, que cuesta procesar, para algunas, la separación de su amado/a resulta extremadamente crítica. Una de las razones por las cuales la ruptura puede ser algo intolerable para una persona es la dependencia emocional.
La dependencia emocional es un patrón de demandas o carencias afectivas que busca de manera desesperada llenarse a través de las relaciones con los demás. Cuando se tiene una personalidad con tendencia a la dependencia, se forman relaciones de pareja caracterizadas por un vínculo casi fusionado, en las cuales se siente que se necesita indispensablemente de la otra persona para ser feliz o estar satisfecho/a con la vida. Las personas dependientes forman vínculos interpersonales desde las ideas irracionales “él/ella me completa” “sin él/ella no soy nada” “me quedaré solo/a” o “si no me quieren/valoran, no valgo”.
Para estas personas, cuando se termina una relación, se desencadenan sentimientos de miedo al abandono y la soledad tan profundos que resultan abrumadores. Su anhelo de estar en una relación es tal que, una vez han comenzado a reponerse de la sepa
ración, inician la búsqueda de otra con el mismo entusiasmo, tratando de aliviar la herida. Es por esto por lo que tienden a tener un extenso historial de separaciones y nuevos intentos.
Cuidado con la frase
Si tomamos la frase popular “un clavo saca a otro clavo” como una metáfora, lo que en realidad hay es un agujero que intenta ser llenado una y otra vez con la presencia del clavo (la relación). Y cuando este ya no funciona, o decide salir, se busca desesperadamente otro reluciente y aparentemente perfecto que pueda llenar el agujero, dando la falsa ilusión de que no existe un espacio vacío en el lugar en que se coloca el maravilloso clavo. Solo teniendo la valentía de dejar el espacio vacío para poder verlo por dentro, y dándose la oportunidad de trabajar en el interior, se puede reparar realmente la herida.