El pasado martes 08 de octubre se inauguró en los salones de la Embajada de Francia en la República Dominicana, la extraordinaria muestra intitulada: “Hace doscientos años nacía Théodore Chassériau”. La exposición cuenta con tres obras auténticas y documentos originales del artista, los cuales forman parte de la colección privada de la diplomática, artista y gestora cultural Carmen Miranda Levy de Gauch.
El grueso de obras que se exhiben, comprende además préstamos de reproducciones del artista autorizadas por la Reunión de museos nacionales de Francia. Asimismo, se registra la copia de un cuadro antiguo del retrato de la madre del artista, atribuida a Chassériau, correspondiente a la colección privada de la señora Nicole Dominó y cuyo original se encuentra en el museo del Louvre. Otra de las piezas que conforman esta exposición es el “Retrato del general Juan Esteban Aybar” de la colección del Señor Alejandro Luis, también atribuido a Chassériau.
Las coordinaciones para celebrar el bicentenario del natalicio del artista francés de origen dominicano Teodoro Chassériau inician, según comenta Carmen Miranda Levy, desde 1996, cuando encontrándose como Encargada de negocios a. i. en la Embajada dominicana en Paris, Francia y, a su vez, en la delegación dominicana ante la Unesco, se permitió, escribirle una carta al entonces recientemente nombrado Secretario de Estado de Turismo, hoy Ministerio, el Sr. Felucho Jiménez, sugiriéndole la creación del Museo Teodoro Chassériau en Samaná. Igualmente, al Louvre, solicitándole una exposición de obras del gran artista en la República Dominicana. Luego, el 5 de junio de 2004, publica en el suplemento “Areito” del periódico HOY, la propuesta para la conmemoración del 150 aniversario del fallecimiento del gran artista.
Muchas de esas iniciativas, guiaron a Carmen para crear el 26 de diciembre de 2010, la Asociación bicentenario con sede en Suiza, en Paris, en Haití y en República Dominicana, con el objetivo de desarrollar una labor de sensibilización hacia la obra de ese extraordinario maestro romántico del siglo XIX, Don Teodoro Chassériau, empezando así la cuenta regresiva para festejar en grande con un proyecto ambicioso conjuntamente con el pueblo francés.
Carmen Miranda comenta además que lo que se puede observar en la exposición en los salones de la Embajada de Francia, es solo una parte de la colección que ha acumulado a lo largo de 30 años, pues todavía la continua completando, no solo con obras, sino también, por documentos originales, libros antiguos y recientes sobre el artista y/o su familia, amigos y conocidos. Todo eso con el objetivo firme de crear el Museo Teodoro Chassériau en un rincón de Samaná.
Investigación
Lo más importante en la investigación sobre la producción visual de un artista como Chassériau, ha sido, a juicio de Carmen que a lo largo de este proceso, hoy, a dos siglos de intervalo y en los casi 30 años explorando sobre Chassériau, ha podido conocer sobre el artista y su obra, además de una parte de sus descendientes, conservando amistades, consultado su producción visual en la sala de dibujos del Museo del Louvre con sus notas al margen, documentos escritos por personas que le conocieron en vida, revisando las críticas de la época, de Baudelaire, de Theophile Gautier, sus amigos, libros y revistas, antiguos o recientes.
Hace poco, Carmen Miranda, propuso al Ayuntamiento de Samaná declarar desde el 20 de septiembre de 2019 hasta el 20 de septiembre de 2020, año del Bicentenario del Nacimiento de Teodoro Chassériau y, el 18 de septiembre del 2019, dos días antes del bicentenario, la Sala Capitular del Ayuntamiento del Municipio de Samaná, mediante Resolución No. 19-2019, acata la solicitud tan anhelada y manda a que se realicen actividades en todo ese período alusivas a su figura.
Muy contenta con la resolución del Ayuntamiento de Samaná, Carmen espera que los eventos que se puedan realizar durante ese lapso de tiempo permitan revalorizar la memoria histórica y cultural en base a reflexión e intercambio sobre la vida de un artista emigrante, cultivando los valores de solidaridad y amistad como parte de la construcción de una cultura para la paz, la tolerancia y la diversidad cultural.
Algunos se preguntarán ¿por qué Argelia? Se incluye, porque Chassériau, fue invitado varias veces a Argelia por el gran califa de Constantina, incluso, en la exposición actual, se puede disfrutar de la reproducción autorizada por la Reunión de museos nacionales de Francia, del retrato que le hace Chassériau al gran califa Ali-ben Ahmet, cuyo original se encuentra en el Museo d’ Orsay. De hecho, insiste Carmen, a partir de las visitas del artista a Argelia, se observa una evolución en su paleta y en el gesto, en los trazos, … como un nuevo renacer caribeño.
Teodoro Chassériau
Nació el 20 de septiembre de 1819 en el Limón de Samaná, actual República Dominicana. Su padre, oriundo de La Rochelle, Don Benoit (Benito) Chassériau, casó en 1806 con Marie-Madeleine Couret de la Blaquiére, hija de un hacendado criollo de descendencia francesa.
Poco después del nacimiento del pintor, la familia Chassériau abandonó Samaná para nunca más volver. De manera que el artista solo vivió en la isla sus primeros catorce meses de vida, instalándose en la ciudad de Brest con los suyos el 09 de enero de 1821 y, luego, en Paris el 20 de febrero de 1822.
Entre 1830 y 1834, Chassériau fue alumno de Jean Auguste Dominique Ingres, quien afirmó que sería “el Napoleón de la pintura”.
El destino le lleva a Nápoles donde realizó numerosos dibujos de paisajes. Se cree que antes de retornar a Roma, visitó Herculano, Pompeya, Salerno, Paestum y La Cava. Así lo confirman los dibujos que realizó por esas fechas, los cuales se conservan en el Louvre. Asimismo, las ciudades de Ischia y Capri le inspiraron magníficas acuarelas.
Se tienen noticias de que, en 1832, Chassériau pintó un cuadro de su padre, previo a su regreso definitivo de Ultramar, el cual se conserva también en el Louvre. Una obra en la que, sin duda, el artista idealiza a su padre –siempre ausente- y lo aleja de la vida que le describen entre denuncias, manejos turbios y desfalcos a través de los cargos que ocupó en representación de la Corte francesa, según lo que describe Louis-Antoine Prat, quien también revela que Chassériau había dibujado un retrato de su padre en 1831, pero “bastante más tosco”.
Sus hermanas le sirvieron frecuentemente como modelo. De hecho, les inmortaliza en un hermoso cuadro, intitulado: “Las dos hermanas de Teodoro Chassériau”, cuya copia forma parte de la exposición inaugurada recientemente en Santo Domingo en la Embajada de Francia.
Se dice que cuando Chassériau le escribe a su hermano Frédéric el 9 de septiembre de 1840, le comunica que mostró a su maestro Ingres sus estudios sobre Pompeya y se mostró muy satisfecho, diciendo y repitiendo varias veces que “parecían hechos por alguien que ya no tenía nada que aprender”.
Con frecuencia, Chassériau usaba la escritura como complemento de la obra, sobre este particular, comenta Louis-Antoine Prat que en uno de los dos mil doscientos dibujos conservados en el Louvre, escribió: “Il ne faut croire quen soi” “No hay que creer más que en sí mismo”.
En 1841, con 21 años, Chassériau recibía su segundo gran pedido, después de San Juan de Angély. Se trató de la capilla lateral de la iglesia San Merry de Paris, donde realizó un fresco dedicado a María de Egipto.
En 1845, presenta al Salón su retrato “Ali-ben Ahmet”, el jurado lo declina. Dolido, el artista destruye el cuadro, quedando solo un fragmento conservado en el Museo de Bellas Artes de Marsella.
Entre sus obras más destacadas, se encuentra la decoración de la escalera de honor del palacio del Tribunal de Cuentas de Paris realizadas entre 1844 y 1848. Se trata de quince óleos sobre lienzo con temas alegóricos a la paz, la guerra, la justicia y el comercio.
Relación amorosa de Chassériau
El viaje de Chassériau a Argelia ocurre en la primavera de 1846, en esta etapa no se interesa mucho en el paisaje, sino en la figura humana, las joyas y objetos que le rodean, dedicando varios dibujos a retratos de mujeres orientales, en particular de origen judío. En 1848, conoce a la actriz Alice Ozy, conservando una relación amorosa por dos años, inspirándole la belleza de Alice varios lienzos, entre los que destaca la obra “La bañista dormida cerca de un manantial”. Para 1855, se tuvo noticias del último esfuerzo del artista en el campo de la decoración religiosa con la obra “Descenso de la cruz” en el hemiciclo de la iglesia Saint-Philippe-dy-Roule en Paris.
Chassériau también cultivó el grabado, introduciendo así su línea de aguafuerte inspirada en “Otelo” de Shakespeare. Con tan solo 37 de años, en 1856, el gran genio del romanticismo se despide de la humanidad, dejando su obra como legado.
Nota: Biografía compilada por la autora del artículo, a partir de un resumen reflexivo de los textos “colectivo de autores”, bajo la coordinación de Doña Marianne de Tolentino, contenidos en el libro-catálogo: “Théodore Chassériau Obras sobre papel” en español y traducido al francés, a propósito de la muestra conmemorativa realizada en el 2004 en el Museo de Arte Moderno y Centro León Jimenes respectivamente.