Aylan Kurdi, el pequeño de tres años que apareció muerto en una playa turca, huía de Kobane, en Siria. La foto de su cuerpo sobre la arena expuso ante el mundo el drama de los refugiados, y obligó a los gobiernos europeos a tomar medidas concretas. Sin embargo, poco parece haber cambiado desde entonces.
Esta vez ha sido en Libia, en una playa a 50 kilómetros de la capital, Trípoli, llamada Al-Qarbouli. La Media Luna Roja recuperó el cadáver de una bebé que se encontraba enterrado en la arena.
La niña yacía inmóvil y le faltaba parte de un brazo. Un video mostró los esfuerzos por desenterrarla de la arena con suavidad, sin dañar más el cadáver.
Cerca de la bebé, los médicos encontraron a otros cinco migrantes muertos, tres hombres y dos mujeres, arrojados por las aguas del mar Mediterráneo. Los rescatistas buscaron entre sus ropas alguna identificación, pero el gobierno de Libia no ha confirmado aún ni sus nacionalidades ni de donde venían.
«Hemos recuperado seis cuerpos y estamos buscando en las áreas Al-Qarbouli y Tajoura», dijo Husam Nasr, médico de la Media Luna Roja, en referencia a zonas costeras cercanas a la capital.
Libia es uno de los principales puntos de inicio de la ruta hacia Europa de aquellos que huyen de la guerra y los conflictos en África y Oriente Medio. Por eso han proliferado allí los traficantes de personas, sobre todo desde la caída del dictados Muammar Khadafi, hace cuatro años.
Casi cada día, la policía detiene a migrantes ocultos en Libia, mientras que otros cientos son rescatados frente a las costas durante su huida hacia Europa.
Según datos de la ONU, al menos 3.000 migrantes han muerto en su intento por cruzar el Mediterráneo. Otros 550.000 han tenido más suerte y lograron llegar a Europa.
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