Aunque ningún partido salió de la repetición de las elecciones generales celebradas el fin de semana en España con un mandato claro, los resultados muestran que es posible detener el avance de los “partidos protesta” europeos.
Podemos, un partido de izquierda radical, sufrió su primer revés desde que fuera fundado hace dos años con el objetivo de desbancar al sistema bipartidista español. El domingo detuvo su avance el voto al Partido Popular de Mariano Rajoy, presidente en funciones, que ganó las elecciones. Rajoy ahora está en una posición de fortaleza para continuar en el cargo probablemente con un gobierno en minoría, después de seis meses de punto muerto.
Las elecciones españolas han sido la última prueba a la que se ha sometido a una generación de radicales que podrían provocar cambios en el sistema político, especialmente después de la crisis financiera que ha aumentado la brecha de desigualdad existente en la mayoría de las sociedades occidentales. En Estados Unidos, y de cara a las elecciones del próximo noviembre, está teniendo lugar un forcejeo de características similares mientras líderes de partidos de extrema derecha en países como Francia y Austria construyen sus demandas de cambio político sobre la base del miedo a las migraciones masivas.
Podemos fue inspirado en parte por el éxito de Syriza, un partido de izquierda que llegó al poder en Grecia en 2015 denunciando las políticas de austeridad y fue parte importante de la casi desaparición del partido socialista griego. Antes de las elecciones del domingo pasado, Podemos se alió en coalición con Izquierda Unida, otro partido radical, para mejorar sus posibilidad de conseguir el sorpasso de los socialistas, el partido de izquierda más importante de España.
Pero en vez de plantear un reto al sistema de partidos es probable que ahora Podemos y su socio de coalición se enfrenten a “un problema organizativo serio” y una lucha por el poder, según Pablo Simón, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid.
En respuesta a una generación de líderes jóvenes que piden cambios políticos radicales, Rajoy, de 61 años, se ha presentado a sí mismo como defensor de la unidad de España y el continuismo por oposición al reto secesionista que plantea Cataluña.
Ha sido capaz de reforzar su mensaje en las horas finales de la campaña, después de que los británicos votaran para salir de la Unión Europea. El voto británico no solo ha llevado a la Unión Europea a una crisis política sino que ha hecho que los mercados financieros caigan. “No son momentos para añadir ni avivar la incertidumbre”, dijo Rajoy en televisión el viernes, poco después de que se conociesen los resultados del referendo británico.
Algunos votantes españoles captaron el mensaje. “Acabamos de ver el tipo de problemas que puede crear en toda Europa un referéndum británico, así que imagínate lo que un partido como Podemos podría hacerle a España”, expresó Óscar Fernández, de 44 años, que dijo que había decidido cambiar el sentido de su voto para apoyar a Rajoy después de haber votado a Ciudadanos, otro partido nuevo, en las elecciones de diciembre. “Creo que este no era el momento de aventuras políticas nuevas y arriesgadas para España”.
El Partido Popular de Mariano Rajoy consiguió 137 de los 350 escaños del parlamento, más que los 123 que obtuvo en diciembre. Los socialistas lograron 85 escaños en comparación con los 90 de las elecciones anteriores, en el peor resultado de su historia, y Podemos consiguió 71, los mismos que en diciembre después de aliarse con Izquierda Unida.
Aunque las elecciones han confirmado la fragmentación de la política española, ha reforzado algo la cantidad de voto que acumulan los dos partidos tradicionales que se han turnado en el gobierno desde 1982. Los conservadores de Rajoy y los socialistas tienen el 55,7 por ciento de los votos, cinco puntos más que hace seis meses.
Después de las elecciones de diciembre, que no arrojaron mayorías concluyentes y en las que los socialistas ya adelantaron a Podemos, los dos partidos negociaron para formar una coalición de izquierda que desplazara a Rajoy del gobierno. Pero las negociaciones se tornaron rápidamente en recriminaciones llenas de acritud y el rey Felipe VI tuvo que convocar a nuevas elecciones.
De cara a la repetición de elecciones, Podemos trató de ampliar su capacidad de convocatoria a la juventud desencantada que había apuntalado su ascenso meteórico el año pasado. Pablo Iglesias, líder del partido, se dirigió directamente a los votantes socialistas. Llegó a definir su partido como socialdemócrata y publicaron su programa como si fuera un catálogo de Ikea.
La estrategia de Podemos, de todos modos, ha demostrado que no ha logrado conseguir el equilibrio entre conseguir más votos de centro y aliarse, al mismo tiempo, con Izquierda Unida, un partido con raíces comunistas. Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, cuestionó el lunes que el partido optara por una “campaña edulcorada” en respuesta a las acusaciones por parte de sus adversarios de que llevaría a España a una situación cercana al colapso, como la que se vive en Venezuela. Al final, Monedero dijo en una entrevista con el canal de televisión Antena 3 que los votantes eligieron a Rajoy como “lo malo conocido”.
Ese tipo de miedos hacia lo desconocido también puede haber afectado a Ciudadanos, que ganó 32 escaños frente a los 40 que había conseguido hace seis meses. Después de meses de negociaciones estériles, tanto Podemos como Ciudadanos parecen haber perdido la capacidad de convocatoria y el factor de novedad que contribuyó a su entrada en el parlamento por primera vez el pasado diciembre.
“Si haces equilibrismo y puedes avanzar, todo está bien, pero en el momento en que te detienes y hay una pequeña ráfaga de viento, tiendes a caer”, dijo Simón, que aún así consideró que el declive de Podemos es “una gran sorpresa”, sobre todo porque la mayoría de las encuestas habían mostrado que Podemos podría adelantar a los socialistas.
Después de las elecciones del domingo, algunos líderes de Podemos trataron de señalar sus puntos fuertes, entre los que se incluye que han vuelto a ganar en las dos comunidades autónomas que tienen partidos que aspiran a separarse del país: Cataluña y el País Vasco. Iglesias había anunciado su apoyo a que los catalanes celebren un referendo sobre su independencia al mismo tiempo que enfatizaba que quería que Cataluña se quedara en España.
Mirando hacia adelante, Simón dijo: “Podemos no puede sacar más conejos de la chistera”. Advirtió que no debe compararse la trayectoria de Podemos con la de otros partidos que se enfrentan al sistema político tradicional, en especial con los de extrema derecha, como el Frente Nacional francés.
Sobre todo, la migración no es un tema de debate en la política española como lo fue en el Reino Unido, donde se ubicó en el centro de la campaña del referendo sobre la Unión Europea. En países como Francia, Alemania y Austria, partidos de extrema derecha retan al sistema político por haber decidido darle la bienvenida a una gran cantidad de refugiados de Siria y otros países. “El factor miedo se ha convertido en algo muy importante en la política europea pero no de la misma manera en todos los países”, dijo Simón.