El informe “Perspectivas para América Latina y el Caribe”, publicado ayer por el Fondo Monetario Internacional, revela que Brasil tendrá el peor índice de crecimiento económico en la región para este año y el próximo. Sólo está mejor que Venezuela.
El documento elaborado por Alejandro Werner –director del departamento del Hemisferio Occidental del FMI- advierte que la economía brasileña podrá sufrir un nuevo revés en 2017: “Existe una posibilidad de recesión” indicó. De acuerdo con el documento, “los indicadores señalan una demora en la recuperación de la actividad, dado que el gasto privado continúa débil”.
Las estimaciones del Fondo revelan que Brasil irá a crecer como mucho 0,2% hasta diciembre próximo y 1,5% en 2018. “Esto refleja que el año 2016 fue mucho más negativo de lo que esperábamos”, asegura el trabajo del organismo. Por lo visto, la evolución brasileña estará muy por debajo de la Argentina, que según los cálculos de Werner debe trepar a 2,2% este año y 2,8% el próximo. Su dossier señala, sobre las perspectivas brasileñas: “Los altos niveles de desempleo y de endeudamiento del sector privado continuarán imponiendo un lastre a la demanda”.
Dice, también, que el gobierno de Michel Temer ha anunciado medidas “para ayudar a las empresas fuertemente endeudadas, al tiempo que promueve otras para reducir los trámites burocráticos y los costos de las actividad empresarial”.
Sobre Brasil considera positivo el debate que debe iniciarse ahora en el Congreso sobre la reforma previsional. Pero advierte que “la situación fiscal de varios gobiernos estaduales es cada vez más complicada”. Para América Latina, el director del Hemisferio Occidental admitió que la “recomposición es más débil que lo previsto en octubre, precisamente en función de las debilidades de algunas de las principales economías (Brasil).
El gobierno brasileño, sin embargo, se mostró mucho más optimista para este año. Inclusive descartó que las nuevas políticas económico-financieras de la administración Trump puedan tener alguna influencia en Brasil. El presidente del Banco Central brasileño, Ilan Goldfajn, sostuvo recientemente en Davos: “No estamos preocupados por un dólar fuerte” y señaló que la política monetaria de Estados Unidos debe tener cambios graduales: “Esa es una buena señal”. Para este funcionario, el dólar fuerte no sólo será consecuencia de una suba de las tasas de interés por la Reserva Federal sino que obedecerá a las perspectivas de mayor crecimiento global y de la recuperación de las commodities. Se estima que una suba de las tasas estadounidenses tendrá un efecto de absorción de capitales en el mundo; y por consiguiente implicará un encarecimiento del crédito externo para los países sudamericanos. En cuanto a las commodities, el mismo Werner indicó que no ve posibilidades de una mejora real en los precios.
El ministro de Hacienda brasileño, Henrique Meirelles, considera que Brasil está fuera de riesgo por las políticas que pueda adoptar Trump. Para él, el hecho de que el tipo de cambio sea “fluctuante” lo pondría a salvo, ya que no hay ninguna meta que imponga un valor determinado, ni formal ni informal, al nivel del real. “Los factores domésticos prevalecen sobre los externos”, subrayó.