La gran estrella de la gimnasia internacional, la estadounidense Simone Biles, conquistó el oro del concurso general individual y sumó así el segundo título de su debut olímpico en Río, dando otra exhibición en una final que siempre llevó el nombre de la tricampeona mundial.
Dos puntos por detrás quedó su compañera de equipo Alexandra Raisman, mientras que el bronce fue para la rusa Aliya Mustafina, que retuvo la tercera plaza obtenida en Londres.
Biles, de 19 años, sigue a toda velocidad por su autopista dorada hacia el récord de convertirse en la primera gimnasta de la historia que se va de unos mismos Juegos con cinco de los seis títulos posibles.
Esta vez no hubo suspense en lo que era la crónica de un oro anunciado, pero sí un final apoteósico con Biles volando de nuevo sobre el tapiz a ritmo de samba, sonriendo y haciendo divertida esa exactitud que se construye con miles de repeticiones en la oscuridad de un gimnasio.
Propietaria del récord histórico de oros mundiales (10) y reina de la gimnasia desde que irrumpió hace tres años el en circuito senior para revolucionarlo todo, Simone no es sólo la dueña indiscutible de este deporte, sino que va aprobando con nota cada examen de su carrera para ingresar al grupo de los dioses olímpicos.
De momento ya lleva dos.
Como hizo en la clasificatoria y en la final por equipos del martes, Biles fue la mejor en todos los aparatos menos en las barras asimétricas, el único que se le resiste.
Siguiendo de cerca cada uno de sus movimientos estuvo la veterana Alexandra Raisman, que después de revalidar el oro colectivo hace dos días se colgó la plata individual, obteniendo la segunda mejor nota en salto, viga de equilibrio y suelo, donde defenderá el martes su título de Londres.
Precisamente es colgada de las barras donde Mustafina no tiene rival. La rusa, que no pudo competir en el último Mundial por lesión, es la defensora del título olímpico de la modalidad que logró en Londres, de donde se fue como la gimnasta más premiada. Dos de aquellas medallas ya las ha repetido en Rio: la plata por equipos y el bronce individual.
Protagonista de una remontada espectacular, la gimnasta venezolana Jessica López fue la mejor latinoamericana de la final al acabar en la séptima posición, cuatro puestos por encima de la gran esperanza de los anfitriones, Rebeca Andrade, que siguió un camino inverso y fue deshinchándose mientras se consumía la final.
Aunque el corazón se le rompió a Brasil cuando Jade Barbosa aterrizó mal durante el ejercicio de suelo y acabó desgarrada en lágrimas antes de ser retirada de la pista en silla de ruedas, con toda la Arena arropándola entre aplausos.