En una de las vías más antiguas de Santo Domingo, la calle Mercedes, que en un tiempo fue llamada del Truco porque en ella funcionaba un salón de billar, o truco, se levanta un templo de elegante estructura: la iglesia y convento de Las Mercedes. En éste resalta la que es considerada como la más bella torre de la ciudad, cuya forma cuadrada, maciza, se abre en diez arcadas a la altura del armazón de las campanas. Nueve arcos son de medio punto. El décimo es considerado como único de su estilo en el país, por su dibujo lobulado de derivación mudéjar. Los cuatro extremos de la cúpula del campanario tienen decoraciones en forma de pirámides y en la cúspide, una imagen religiosa. (Para tomar la foto mi hijo Alexis baja a la calzada desde la acera de enfrente).
Un paraguas sirvió de paracaídas
Allá por el siglo XIX, en los tiempos de la España Boba, cuentan los relatos que un domingo en el cual caía una ligera llovizna, el campanero de Las Mercedes, un hombre de 50 años llamado José Rondón, encontró que las cuerdas de las campanas, de las cuales se podía tirar desde una ventana en el segundo piso para no subir más alto, esta
ban resbaladizas por la lluvia. Decidió subir por las escaleras, se encaramó sobre una de las ventanas y abrió el paraguas que llevaba en la mano izquierda para protegerse del agua. Con la mano derecha agarró una de las cuerdas, pero resbaló y salió despedido por los aires, hacia abajo. Pero al agarrar con las dos manos el paraguas, éste le sirvió de paracaídas, un artefacto que todavía no se cono
cía en el país. A partir de esa fecha, a Rondón, quien era además pertiguero de la Catedral, le apodaron José ‘Pajarito’.
(Pertiguero, según la RAE, era el ministro secular en las iglesias catedrales, que asistía acompañando a los que ofician en el altar, coro, púlpito y otros ministerios, llevando en la mano una pértiga o vara larga guarnecida de plata).
Las Mercedes y Logia masónica
Durante la ocupación haitiana, el templo Las Mercedes estuvo cerrado al culto. En 1842 sufrió daños causados por un terremoto y el complejo religioso (iglesia, Capilla de la Tercera Orden y convento) se había convertido en propiedad del Estado. En 1859 el presidente Pedro Santana donó el edificio del convento a la Logia Cuna de América, pero dejó el templo en manos de un capellán que dependía directamente del Arzobispado de Santo Domingo.