Trump busca enterrar su pasado de «playboy»

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Siempre se jactó de sus famosas fiestas con modelos alrededor de la pileta de su mansión de Palm Beach. También mostraba orgulloso su imagen en las tapas de revistas con alguna conejita de Playboy y solía calificar en público a las celebridades de Hollywood en una escala del 1 al 10, de acuerdo a su ir o venir. Dueño de un peinado anaranjado y bronceado permanente, el megaempresario inmobiliario Donald Trump fue por décadas un ícono neoyorquino, una celebrity que protagonizaba cualquier evento en los años 80 y 90 de Manhattan.

Pero su fama de rancio playboy y maltratador de mujeres ahora lo acecha: el magnate, que hoy de manera casi inesperada, a los 69 años, es candidato a la Casa Blanca, busca mostrarse como un presidencial padre de familia, aunque le es imposible disipar los fantasmas del pasado. Estos días varios artículos en la prensa estadounidense contaron sus andanzas de juventud y desnudan el desdén que el magnate solía dispensar a sus esposas, colaboradoras, modelos. En un momento donde es acusado de misógino, de llamar a las mujeres “cerdas” o “perras”, de tratar a las damas como objeto y de espantar al electorado femenino con su lenguaje sexista, sus años de “bon vivant” pueden ser un lastre. Las damas son ya el 53% del padrón y los republicanos no ganan el voto femenino desde la época de George Bush padre, en 1988. Esta tendencia podría ser un desastre para el partido en las elecciones generales de noviembre, ya que los sondeos indican que un 70% de las mujeres tiene una imagen negativa de Trump.

Protestas. Manifestantes se reunieron frente a la sede del Partido Republicano, para mostrar su rechazo a Donald Trump. /BLOOMBERG

Por varios años, entre 1990 y 2005, Trump solía frecuentar el programa de radio de su amigo, el irreverente Howard Stern. Tocaban temas como la importancia del sexo oral, y el magnate contaba, por ejemplo cuánto le gustaría ir a la cama con Cindy Crawford, la top model del momento, o la cantante Mariah Carey. También contó que “podría haber tenido” a la princesa Diana. Más tarde se le adjudicaron romances con Carla Bruni, Kim Bassinger y hasta Madonna, con la que se habría visto varias veces –ella lo desmintió– en el hotel Plaza frente al Central Park.

 

 Esa era la imagen que cultivaba el magnate en sus charlas y también en los libros que escribió: un playboy de Manhattan que frecuentaba las discotecas de moda, vivía rodeado y seducido por hermosas mujeres y que hablaba de sexo sin tapujos. Los demócratas ven allí un punto esencial para atacar al millonario en la campaña para las elecciones de noviembre, segun consignó The Washington Post. Las charlas radiales del empresario con Stern fueron puestas al aire en un aviso de campaña en Arkansas, apenas un test de lo que puede venir.

 

Apoyo. La actual esposa de Trump, Melania, lo acompaña durante un acto, en febrero. /AP

En 1990, Trump se divorció de su primera esposa, la modelo checa Ivana, con la que había tenido 3 hijos (Donald, Ivanka y Eric). En su momento, ella llegó a denunciar que él la había forzado a tener sexo y que no le pagaba por administrar algunos negocios del magnate. El dijo que prefería que sus esposas se quedaran en casa. Luego vino su tormentoso romance y matrimonio con la modelo Marla Maples (tuvo una hija, Tiffany) y en 2005 pareció aquietar su vida al casarse con la modelo eslovena Melania Krauss, con quien tuvo a su hijo Barron. En la campaña suelen aparecer todos juntos y cada tanto les da la palabra para que digan alguna frase. Su hija Ivanka es la protagonista de varios de los avisos de campaña. Suele decir que Melania es su mejor asesora aunque parece una figura decorativa.

Modelos. Donald Trump, en una imagen de 2010, con las ganadoras de los concursos de Miss EE.UU. y Miss Universo, en Nueva York. /AP

El propio Trump busca bajar el tono de su pasado. “Nunca pensé que podría competir por la presidencia o ser político, así que me divertía con Howard en la radio y la gente lo adoraba”, dijo al Post. Dijo que su vida real no es “libidinosa” como la prensa retrata y que es “mucho más simple de lo que la gente piensa”.

En realidad, el propio Trump era el que contaba sus aventuras en los libros que escribió. Sus amigos recuerdan las fastuosas fiestas en la pileta de la mansión Mar-a-Lago, en Palm Beach. Cuando fue dueño del concurso Miss Universo, las chicas se amontonaban en su limusina, relatan sus allegados. (ver aparte) ¿Cuál versión de Trump es la que prevalecerá en la carrera presidencial? Como dijo el veterano asesor de campaña republicana Ed Rollins, que ahora trabaja para el magnate: “Definir a Trump será uno de los grandes desafíos de esta campaña”. Hace 10 o 20 años, dice Rollins, “era la versión joven de Hugh Hefner (el fundador de Playboy). Hoy se lo ve como un empresario exitoso, una celebridad y un buen padre”.

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