Dado que el nuevo coronavirus, 2019-nCoV, se puede transmitir de una persona a otra (y eso posiblemente incluya a los portadores asintomáticos), viaja a mayor velocidad que el que causó el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), la primera epidemia global del siglo XXI, que dejó 800 muertos, 8.000 infectados y un costo de USD 40.000 millones. Así, ya ha infectado a más de 30.000 personas en 25 países, además de haber causado 630 muertes. Con un cuadro tan sombrío, los expertos en salud pública intentan anticiparse a los posibles escenarios del porvenir.
Algunos epidemiólogos confían en que las cuarentenas y las limitaciones de viajes lograrán, en primer lugar, contener el brote, y a continuación eliminar al microorganismo. Eso es lo que ocurrió con el coronavirus del SARS en 2003, recordó a Stat Mike Ryan, titular de emergencias sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Otros, en cambio, son menos optimistas y creen que esa posibilidad es cada vez más improbable. “Los brotes independientes, autónomos, de 2019-nCoV en las principales ciudades del mundo podrían ser inevitables, debido a la considerable exportación de casos presintomáticos”, advirtieron Joseph Wu y otros investigadores de la Universidad de Hong Kong en un estudio que publicó The Lancet.
Existe, entonces, la posibilidad de que el nuevo coronavirus hubiera llegado para quedarse. “No es prematuro hablar de eso”, enfatizó a Stat Amesh Adalja, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Johns Hopkins. “Sabemos que los virus respiratorios son especialmente difíciles de controlar, así que creo que es muy posible que este nuevo foco termine con que el virus se vuelva endémico«. Eso favorecería dos escenarios, principalmente.
Escenario 1: simplemente otro coronavirus, se asienta y tiene poca injerencia
El 2019-nCoV se sumaría a los cuatro coronavirus que actualmente circulan entre los humanos, llamados 229E, NL63, OC43 y HKU1. “Imagino un escenario en el cual se convierte en el quinto coronavirus humano endémico”, dijo Stephen Morse, de la Universidad de Columbia. “No les prestamos mucha atención”.
En efecto, el cuarteto es poco conocido fuera de los círculos de la virología. No obstante, se han integrado “al paisaje estacional invierno-primavera de las enfermedades respiratorias”, reconoció Adalia. El OC43 y el 229E, descubiertos en la década de 1960, habían afectado durante siglos a vacas y murciélagos, respectivamente. El HKU1 y el NL63 se identificaron luego de la epidemia del SARS, y también tenían una historia de circulación entre animales; no se sabe exactamente cuándo pasaron a las personas, ni qué facilitó ese salto.
Aunque dos de ellos, el OC43 y el 229E, tienden a ensañarse con los niños y los ancianos, en general los cuatro pueden afectar a cualquier persona: “En su mayoría causan síntomas de resfrío común”, señaló Richard Webby, experto en gripe del Hospital de Niños St. Jude. Es decir, hasta 10 días de secreción nasal, tos y congestión.
Pero todos —y en particular, el HKU1— también pueden causar neumonía, y en ocasiones la muerte. En un estudio realizado durante cuatro inviernos, de 1999 a 2003, en Rochester, Nueva York, tuvieron incidencias oscilantes, lo cual los asemeja a la gripe: pueden causar cuadros graves, medios, simples e infecciones asintomáticas.
Las probabilidades de que el 2019-nCoV se sume a esa familia son “moderadas”, según Stat. “Existe una probabilidad razonable de que se convierta en el quinto coronavirus que se contagia en las comunidades”, dijo Adalia. Como él, Webby manifestó “la esperanza de que, sí, tendremos un par de años de actividad intensa del 2019-nCoV, pero luego se asentará como los otros cuatro coronavirus”.
Escenario 2: el 2019-nCoV regresa repetidamente, en las estaciones frías, como la gripe
Tanto la gripe como los coronavirus son menos frecuentes en los meses de calor y humedad, porque no pueden tolerar esas condiciones: por eso es posible que, pasado el invierno boreal, la combinación de los esfuerzos internacionales por contenerlo y la llegada del verano haga que las infecciones del microorganismo surgido en China hasta casi cero.
Eso, sin embargo, no significará necesariamente su fin. Podría, como la gripe, volver cada año.
“Puede suceder que suframos una pandemia», como parece ser actualmente el camino del 2019-nCoV, “y luego, según el comportamiento del virus, podría asentarse como una enfermedad respiratoria que regresa de manera estacional”, explicó Morse a Stat.
En ese caso es importante determinar la virulencia del microorganismo, que suele estar vinculada a su genética. El agente del SARS llegó al 10% de mortalidad, mientras que otro coronavirus, el causante del síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS) llegó al 37%; la gripe en general causa la muerte de menos del 0,1% de las personas que infecta (aunque la pandemia de 1917 llegó a una tasa de 2,5%).
En el caso del causante de la neumonía de Wuhan, por ahora se estima en un 2%, pero todavía es prematuro calcularlo. Además este nuevo coronavirus tiende a mutar “de manera notablemente veloz”, según el biólogo Michael Farzan, de Scripps Research, quien participó en los estudios de SARS. Pero tiene una similitud genética con el coronavirus del SARS que permitiría albergar esperanzas de que, al igual que ese pariente, tenga un sistema molecular que reduce la velocidad de las mutaciones, como una suerte de corrector.
Las probabilidades de que el 2019-nCoV haya llegado para quedarse son “bastante altas”, según Stat. “Podríamos ver el surgimiento de un nuevo coronavirus que bien podría convertirse en otro patógeno estacional que causa neumonía”, dijo el experto de la Universidad de Minnesota Michael Osterholm. “Sería más un resfrío y menos un SARS. El único patógeno con el que lo puedo comparar es la gripe”.
¿Cómo interviene la inmunidad humana?
En todo caso, la evolución que apunte a los picos estacionales podría apuntar a una virulencia menor. “El virus no quiere matarnos antes de que lo transmitamos. Por eso, podíamos esperar una lenta atenuación de su virulencia” en caso de que se convierta en recurrente, como la gripe.
La fatalidad también depende de cómo evoluciona la inmunidad humana, algo que también es incierto. “Todo el mundo al llegar a adulto debería tener alguna inmunidad al coronavirus”, dijo Tim Sheahan, de la Universidad de Carolina del Norte. Pero como no es duradera, la gente mayor puede reinfectarse; por eso los ancianos tuvieron una tasa de mortalidad mayor en los casos del SARS y el MERS, un patrón que está siguiendo el 2019-nCoV.
“Al igual que los rinovirus (los que causan los resfríos comunes), uno se podría infectar numerosas veces en la vida”, dijo Susan Kline, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota. “Uno puede generar una respuesta de anticuerpos, pero se pierde. Así que ante una exposición posterior, uno no tiene la protección».
Pero los síntomas suelen ser un poco más leves. Dada la familiaridad del coronavirus de Wuhan con el del SARS, algunos creen que podría operar una memoria inmunológica que previniera las infecciones; Sheahan, en cambio, lo dudó.
En la hipótesis del regreso estacional del virus, ¿qué habría que esperar para su segunda aparición? “Depende de cuánta gente se infecte en la primera”, dijo Webby a Stat. La cifra, sin dudas, es mucho más alta que los más de 30.000 casos identificados hasta el momento, dado que las personas que tienen síntomas suaves, o que son asintomáticas, no están incluidas en las estadísticas de los sistemas de salud.
“Esta primera ola será particularmente mala porque tenemos una población inocente desde el punto de vista inmunológico”, analizó Adalia. Pero las futuras podrían alcanzar a personas que ya estuvieron expuestas, y no necesariamente enfermas, al 2019-nCoV, y encontrar resistencia. Eso, advirtió Morse, “si el virus no desarrolla los trucos de la gripe”, que suele cambiar las moléculas superficiales que el sistema inmunológico percibe, y avanza invisible para los anticuerpos.