“Es único trabajar en un lugar que llega hasta Júpiter”: la historia de Edward Hirst, el guatemalteco que dirige la misión Juno de la NASA

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Edward Hirst nació en ciudad de Guatemala en 1970 y se mudó a Estados Unidos para estudiar ingeniería aeroespacial en la Universidad de Texas.

Edward Hirst trabaja en la Agencia Espacial de EE.UU. (NASA, por sus siglas en inglés) desde hace 23 años. Por eso, no suele cuestionarse lo excepcional que es para un latinoamericano estar al frente de un proyecto de exploración espacial de miles de millones de dólares que está haciendo historia.

Hasta que alguien le pregunta a qué se dedica.

«Cuando trabajas todos los días en un lugar, se vuelve rutina. Pero cuando se lo describes a alguien, es ahí cuando te das cuenta cuán único es trabajar en un lugar que llega a Júpiter», le cuenta a BBC Mundo el ingeniero en aeronáutica guatemalteco.

Hirst, de 46 años, es el director de misión Juno, una sonda espacial de la NASA que, después de viajar durante casi 5 años por el espacio, consiguió realizar con éxito la peligrosa maniobra de ingresar en la órbita de Júpiter el 5 de julio.

El objetivo de Juno es estudiar al planeta más grande, antiguo e inalterado del Sistema Solar para desentrañar sus misterios.

Una ilustración de Juno acercándose a Júpiter. La nave tiene cámaras para sacar fotos al planeta de mayor calidad en la historia.
Una ilustración de Juno acercándose a Júpiter. La nave tiene cámaras para sacarle fotos al planeta con la mayor calidad en la historia.

En concreto busca conocer la atmósfera, composición, campo electromagnético y sistema de auroras de Júpiter, para luego entender mejor el origen de todo el Sistema Solar.

Y, por supuesto, tiene la misión de sacar las fotos de Júpiter de mayorresolución en la historia de la exploración espacial, para deleite de los terrícolas.

De Guatemala a las estrellas

Hirst, hijo de madre guatemalteca y padre estadounidense, nació en Ciudad de Guatemala en el seno de una familia vinculada a los aviones.

Su abuelo fue uno de los primeros pilotos comerciales en viajar por América Central, su tío volaba fumigando cultivos y su padre sirvió en las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.

Por eso, cuando en la escuela le encomendaron la tarea de contactar a alguna empresa para solicitarle información institucional, eligió el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL, por sus siglas en inglés).

infografía

«En la mente de un niño de 8 o 9 años, el JPL sonaba como un lugar que me mandaría posters de aeronaves y cohetes para colgar en las paredes de mi cuarto», cuenta Hirst.

Sin embargo, lo que recibió fueron fotos de Júpiter, Urano y otros planetas. «Fue tan inesperado que se convirtió en un momento de transformación en mi vida», dice.

Desde ese entonces fue dando uno a uno los pasos necesarios para formarse primero en Guatemala y después en Texas, y así finalmente ganarse un puesto en el JPL en 1993.

No cualquiera logra trabajar para la NASA.

Entre los nervios y la emoción

Cuando Juno ingresó en la órbita de Júpiter, el investigador principal de la misión, Scott Bolton, dijo: «¡Acabamos de lograr lo más complicado que jamás haya hecho la NASA!».

Por eso, no es de extrañar que los días previos al evento, los ánimos en el equipo fueran una mezcla de nerviosismo, emoción y hasta relajación.

Hirst en Pasadena
Hirst (izquierda) en la sala de control de la misión Juno del Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena, California.

«Desde el punto de vista emocional es como una montaña rusa porque literalmente llevas meses y años preparándote para ello», explica Hirst.

Si bien la nave fue lanzada en agosto de 2011, la misión comenzó en 2003 con su planificación y desarrollo. En total, la NASA invirtió US$1.130 millonesen Juno,r

«Creas los diseños, realizas las pruebas y haces todo a tu alcance para asegurarte de que funcione. Luego la mandas al espacio y le dices: ‘Esto es todo lo que precisas para llevar a cabo tu misión'».

A lo largo de su recorrido de 2.7000 millones de kilómetros, la nave debía cuidarse por sí sola con las herramientas que Hirst y el resto del equipo del JPL le dieron.

Debía sobrevivir a la basura espacial y los asteroides, desacelerar al llegar a la órbita de Júpiter e ingresar en ella, sólo para después tener que resistir a su radiación extrema, poca luz solar y gravedad, entre otros factores de peligro.

Juno sorteó todos los riesgos.

Lo que se viene

El próximo hito dentro de la misión Juno será el 27 de agosto, cuando la nave complete la órbita de 53 días de polo a polo y vuelva a acercarse a Júpiter, esta vez con todo el equipo funcionando a pleno, cuenta Hirst.

Es entonces que comenzará a enviar la mayor cantidad de datos científicos, así como también las esperadas imágenes de Júpiter en detalle.

La NASA tiene previsto dar fin a la misión en febrero de 2018.

Entonces, Juno se suicidará, estrellándose contra Júpiter.

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