La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) aclaró este lunes al presidente estadounidense, Donald Trump, que su supuesta sugerencia de bombardear con armas nucleares los huracanes antes de que lleguen al país «no es una buena idea» ya que podría causar «devastadores problemas medioambientales».
«Durante cada temporada de huracanes, siempre aparecen sugerencias de que uno simplemente debería usar armas nucleares para destruir las tormentas», indicó Chris Landsea, director de Ciencia y Operaciones en el Centro Nacional de Huracanes, dependiente de la NOAA, en un blog en el portal de la agencia.
Landsea remarcó que «además del hecho de que esta propuesta podría ni siquiera alterar la tormenta, deja de lado el problema de que la consiguiente lluvia radioactiva se movería rápidamente con los vientos afectando áreas del territorio y causaría devastadores problemas medioambientales».
«No es necesario decirlo, esto no es una buena idea», agregó.
De acuerdo con una información divulgada por el medio electrónico Axios este fin de semana, Trump supuestamente ha sugerido en múltiples ocasiones a directivos del Departamento de Seguridad Nacional que analizasen la posibilidad de usar bombas nucleares para frenar los huracanes.
Poco después, el propio mandatario aseguró que «nunca había dicho» semejante propuesta y calificó la información de «ridícula».
No se trata de la primera vez que funcionarios del Gobierno estadounidense han sugerido explorar esta opción, aunque los científicos siempre la han descartado por no ser efectiva dada la enorme cantidad de energía necesaria para hacer frente a la generada por el huracán.
En este sentido, Landsea subrayó que «si pensamos en la mecánica de la energía (…) la tarea de concentrar» tal cantidad de energía «en un lugar en medio de un océano remoto sería formidable», por lo que «la interferencia de fuerza bruta con los huracanes no parece prometedora».
En lo que va de temporada de huracanes, que comenzó en junio pasado, se han registrado tres tormentas tropicales, Chantal, Andrea y Barry, esta última que se convirtió en huracán en julio poco antes de tocar tierra en Luisiana (EE.UU.), donde dejó cuantiosas pérdidas materiales, pero ninguna víctima mortal directa.
En los últimos años, el país ha sido azotado por potentes huracanes como María, que provocó centenares de muertos en Puerto Rico y las Islas Vírgenes; y Harvey, en Texas, donde ocasionó multimillonarios daños económicos.