El componente esencial de un modelo de formación dual es la convergencia didáctica entre la teoría (centro académico, por ejemplo) y la práctica (empresa) a través de un plan de estudios que permite a las personas empoderarse de conocimientos que le hacen capaces de desempeñarse con eficiencia en el mundo laboral.
No hay posibilidad, por lo tanto, de formación dual exitosa sin una alianza sólida entre las instituciones de formación técnica y profesional y las empresas de un determinado país. Es, además, una estrategia empresarial contra el desempleo juvenil.
El estudiante aprende en ambientes reales, con maquinaria y tecnología de vanguardia, en los espacios físicos de las empresas, representando un aprendizaje significativo y experiencia laboral para toda la vida.
En República Dominicana es relativamente bajo el número de egresados de este tipo de programa. En 30 años han sido formados 8,525 técnicos en 38 ocupaciones. Sin embargo, la participación de las empresas industriales ha sido evidente: el 89% de ellos contaba con un contrato de aprendizaje al momento de iniciar el proceso formativo en la empresa. Las industrias se convierten en “escuelas” de las que egresan estos técnicos y, además, facilitan la rápida inserción laboral de los mismos.
Diversas industrias dominicanas –pequeñas, medianas y grandes- son estas escuelas y son el escenario de esta colaboración. Para la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), la formación dual será cada vez más la puerta hacia trabajos formales y de mayor valor agregado.
Las ventajas de este modelo han sido probadas por países de renta alta, como España, Finlandia y Alemania: La AIRD y sus empresas socias han sido aliadas de dicha modalidad desde sus inicios.
Puerta de oportunidades
Según un estudio de EDUCA, Acción Empresarial por Educación, titulado “Los jóvenes dominicanos: esos desconocidos”, el grupo comprendido entre las personas que tienen de 25 a 29 años de edad constituye el 27% de la población total, es decir 2.7 millones de jóvenes. Contrario a lo que muchos pueden pensar, no se trata de una carga, sino de una oportunidad para el país.
Su integración a un mercado de trabajo laboral –junto a otros factores clave de la competitividad-, daría a la economía garantías de sostenibilidad. Sin embargo, según este estudio, sólo el 44.7% de estos jóvenes están en situación de ocupación, y una gran parte de ellos en el mercado informal, ubicando a República Dominicana en el primer lugar en América Latina en cuanto a desempleo juvenil se refiere.
Más de 750,000 jóvenes –entre 15 y 24 años- buscan empleo y no lo consiguen. La educación que han recibido –en la mayor parte de los casos- no garantiza constituirse en un elemento que agregue valor ante las necesidades del mercado de trabajo y los procesos que implica la Cuarta Revolución Industrial en marcha y, por lo tanto, las posibilidades de los jóvenes se ven reducidas, especialmente para aquellos que provienen de hogares de menores ingresos. Estas estadísticas muestran una especie de inercia en este renglón.
La formación dual de los jóvenes –tanto de los ya empleados como de aquellos que podrían integrarse a un primer empleo- es una ventana de oportunidades que el país debe fortalecer. Es una responsabilidad compartida del Estado y de las empresas.
Los estudiantes que ingresan a este sistema concluyen el proceso con altas capacidades en un área determinada y con mayores probabilidades -en el caso de los jóvenes- de encontrar ubicación en el sistema laboral.
Entre los beneficios para las empresas que incursionan en esta vía se encuentran que amplían su nómina de elegible con gente capaz, que conocen y que les conoce, así como la reducción de la inversión en el proceso formativo, el cual, además, se ajusta a las necesidades de la empresa.
La formación dual tiende a aumentar la probabilidad de empleo, la duración en el primer empleo, los salarios y el crecimiento salarial posterior; mejora la transición hacia el empleo y permite la transferibilidad de las habilidades adquiridas durante el proceso formativo.
Superar obstáculos
Para constituir la formación dual en una fuerte ventana de oportunidades es necesario superar diversos obstáculos. Por ejemplo –como indicó el director del Instituto de Formación Técnico-Profesional-, en las empresas dominicanas coexisten niveles disímiles de desarrollo. La microempresa, con un significativo peso en el empleo y casi nula modernización, es todavía preponderante frente a empresas productoras de bienes y servicios cuyos procesos se basan en tecnología de punta.
Un primer elemento tiene que ver con facilitar procesos de modernización de las pequeñas y medianas industrias, de modo tal que se coloquen en condiciones de entrenar una mano de obra que responda a los requerimientos actuales. Asumir procesos continuos de innovación tecnológica es labor de las empresas, facilitar la inversión en estos procesos es papel del Estado y de políticas productivas proactivas.
El modelo exige, además, la construcción de una adecuada relación entre la institución formativa y la empresa, una compleja planeación para garantizar tanto la oferta como la calidad de la formación. Es un trabajo conjunto y continuo.
Trabajo conjunto
La AIRD ha planteado reiteradamente y en las más diversas áreas la necesidad del diálogo público-privado para impulsar políticas productivas proactivas. En el caso de la formación de capital humano no es la excepción. Este diálogo con el Infotep no es la excepción.
La formación dual está llamada a cambiar la fisonomía del mercado laboral, a abrir puertas a la juventud, a reducir el desempleo juvenil. Numerosas empresas ya lo están haciendo (en el Desayuno Temático efectuado en agosto del presente año, dos importantes empresas presentaron su experiencia: Barrick Pueblo Viejo y Central Romana), mostrando impactos que, en definitiva, expresan que la formación dual es un camino firme hacia la innovación, un mayor valor agregado a la formación y a empleos de calidad.