El ejército sirio ayudado por la aviación rusa reforzó su control sobre la provincia de Alepo, en su ofensiva que ha provocado al menos 518 muertos y obligado a huir a decenas de miles de civiles, bloqueados ahora en la frontera turca.
Las operaciones militares han ocasionado el desplazamiento de 31.000 personas de Alepo, según los últimos datos de la ONU, muchas de las cuales se han dirigido a la frontera con Turquía, donde permanecen atrapadas a la espera de que las autoridades del país vecino les permitan entrar.
Turquía mantiene su frontera cerrada. En tanto, los ministros de Defensa de la OTAN se reúnen en Bruselas para estudiar la demanda de ayuda de Turquía –que alberga a 2,7 millones de refugiados sirios– y Alemania –que recibió en 2015 a 1,1 millones de migrantes– para hacer frente a la crisis migratoria.
En el terreno militar, combatientes del régimen y rebeldes libraban intensas batallas en la localidad de Tamura mientras la aviación rusa lleva a cabo nutridos bombardeos contra varias localidades, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Desde el inicio de la ofensiva, el régimen de Damasco, apoyado por el Hezbollah libanés y milicianos iraníes, ha retomado varios sectores en el norte de la provincia de Alepo y asedia ahora a los insurgentes en los barrios del este de la ciudad homónima, donde viven unos 350.000 civiles.
El régimen avanza además hacia Tall Rifaat, uno de los tres últimos feudos de los rebeldes, que suelen abandonar algunas posiciones para así reducir sus pérdidas.
Según el OSDH, que posee una amplia red de fuentes en todo el país, en estos diez días de ofensiva 518 personas perecieron en Alepo, provincia del norte de Siria, entre ellas 23 niños, muertos por los bombardeos rusos.
«Al menos 143 combatientes del régimen, 274 rebeldes y yihadistas extranjeros, así como 89 civiles murieron desde el 1 de febrero hasta el martes por la noche», indicó a la AFP Rami Abdel Rahman, director del OSDH.
23 NIÑOS MURIERON POR LOS BOMBARDEOS DE LA AVIACIÓN DE RUSIA
‘Sangre, matanza y ruinas’
Al proseguir sus bombardeos, Rusia hace oídos sordos a los llamados de la ONU y de Estados Unidos en favor de un alto el fuego, y desmiente que sus ataques maten a civiles.
Aunque las esperanzas de resolver políticamente el conflicto son mínimas, representantes de 17 países y de tres organizaciones se reúnen el jueves en Múnich para intentar reactivar el proceso diplomático, tras el fracaso de Ginebra a fines de enero.
Con los combates, decenas de miles de habitantes han huido de sus casas en la provincia de Alepo hacia la frontera turca: la ONU calcula que son 31.000, 80% de los cuales mujeres y niños.
Pero Turquía mantiene cerrado el puesto fronterizo de Oncupinar, único punto de paso accesible entre el norte de la provincia de Alepo y Turquía, aunque está abierto para heridos, enfermos y convoyes de ayuda.
El miércoles, camiones volvieron a pasar a Siria para traer ayuda a los sirios, mientras los heridos fueron admitidos en un hospital de la localidad fronteriza turca de Kilis.
Abdel Karim Bahlul, uno de los afortunados en haber pasado a Turquía, describe una «situación horrible en Tall Rifaat y en los pueblos al norte de Alepo».
«Los niños mueren bajo los bombardeos, de hambre y frío. La gente está en las carreteras, y no tiene dónde ir. Los bombardeos rusos han parado la vida en Tall Rifaat y otros pueblos. Sólo hay sangre, matanzas y ruinas», dijo.
Turquía, que ya acoge a 2,7 millones de refugiados sirios, teme un nuevo flujo que podría ser de 600.000 personas más.
Su objetivo de Ankara es de momento mantener esta ola de migrantes más allá de sus fronteras y otorgar a los refugiados los servicios necesarios.
Por otro lado Turquía teme nuevos atentados cometidos por yihadistas procedentes de Siria. Cuatro cinturones explosivos fueron descubiertos por el ejército en las maletas de un grupo de sospechosos interceptados en Karkamis (sudeste), en la frontera siria.