Superó una depresión de nueve años y hoy es inspiración para muchos jóvenes

El joven Carlos Tancredo trabaja en la actualidad para ayudar a jóvenes depresivos que pasan por lo que él un día pasó

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Carlos Tancredo es un joven cristiano de 30 años de edad. Nació en la comunidad El Caño, Yamasá provincia Monte Plata. Aproximadamente nueve años de su vida, tiempo en el que vivía en San Pedro de Macorís, permaneció sumido en una depresión que casi le impulsa a acabar con su existencia.

Abstraído por esta enfermedad o trastorno mental, el joven que hoy es administrador de un mini markert, en el distrito municipal Don Juan, se veía cada día con tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo. Cuenta que día tras día escuchaba voces que le susurraban al oído: “No vales nada, no eres nada en la vida, eres un fracasado”.

El joven, también formado de locución, buscó ayuda médica y los doctores le diagnosticaron trastorno bipolar, una enfermedad mental severa. Las personas que la sufren experimentan cambios de ánimo pocos comunes. Pueden pasar de ser muy activas y felices a sentirse muy tristes y desesperanzadas.

Carlos narra que antes de superar este trastorno que envolvió su vida desde el año 2006, cuando tenía 17, hasta el 2015, y ya con 26, no paraba de llorar y en varias ocasiones escribió cartas en las que explicaba por qué quería quitarse la vida. Recuerda que la primera vez que escribió una, dijo: “Déjame no quitarme la vida ahora”.

Esa primera carta fue como un ensayo a sus verdaderas intenciones. “Todo lo hacía para culpar a mi padre. Él fue muy cruel con nosotros, nos golpeaba por vernos golpeados”, comenta el hijo mayor de cinco hermanos, y agrega que ahora, tras su cambio de mentalidad, la relación con su progenitor es mejor que antes. “Tenemos diálogos; gracias a Dios todo cambió”, añade.

Relata que, un día escribió una misiva, decidido a terminar con su vida y cuando fue a buscar el frasco de veneno que tenía guardado, este nunca apareció.

“Creo que Dios siempre tuvo un propósito bonito conmigo. Siempre doy gracias al apoyo de mi hermano Pedro Miguel, porque él nunca se apartó de mí. La depresión es muy cruel, ella nos hace creer que todo terminó e incluso nos hace el llamado a la muerte”, reseña el hoy estudiante de psicología clínica.

Tras aquella tempestad psicológica han pasado cuatro años de superación y cambio de mentalidad en el joven Carlos Tancredo. Tanto así, que ha dedicado su vida para ayudar a jóvenes depresivos.

“Me siento afortunado de servir de guía para muchos jóvenes, para esas niñas que en algún momento pensaron que no valían nada, pero Jesús ha entrado a su vida y le ha hecho pensar diferente, no nos detendremos. Seguiremos siendo el bastón de esos ciegos, la escalera de esos que han dudado de su real importancia en la vida”, expresa con mucho optimismo.

Carlos abrió con múltiples canales de ayuda en redes sociales, a través de los cuales auxilia a jóvenes que viven lo que él vivió. “Nuestras publicaciones llegan a cientos de miles de personas que leen nuestros textos y vídeos en la página Consejeriafamiliar01 en Instagram y Facebook”, refiere.

Continúa diciendo: “De muchos países me escriben jóvenes dándome gracias porque nuestros mensajes le han cambiado la vida. El caso más triste fue el de una adolescente de 16 años. Ella me escribió diciéndome que tenía todo listo para cortarse las venas, pero al leer un mensaje de esperanza de los que divulgamos, le cambió la vida”.

Datos y cifras de la Organización Mundial de la Salud

Cerca de 800 000 personas se suicidan cada año.

Por cada suicidio, hay muchas más tentativas de suicidio cada año. Entre la población en general, un intento de suicidio no consumado es el factor individual de riesgo más importante.

El suicidio es la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años.

El 79% de todos los suicidios se produce en países de ingresos bajos y medianos.

La ingestión de plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego son algunos de los métodos más comunes de suicidio en todo el mundo.

Prevención y control, según la OMS

Los suicidios son prevenibles. Existen algunas medidas que se pueden adoptar entre la población, los grupos de población y las personas para prevenir el suicidio y los intentos de cometerlo. Esas medidas incluyen:

Restricción del acceso a los medios de suicidio (por ejemplo, plaguicidas, armas de fuego y ciertos medicamentos).

Información responsable por parte de los medios de comunicación.

Las intervenciones escolares.

Introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol.

Identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo.

Capacitación de personal sanitario no especializado, en la evaluación y gestión de conductas suicidas.

Seguimiento de la atención dispensada a personas que intentaron suicidarse y prestación de apoyo comunitario.

El suicidio es un problema complejo y, consiguientemente, las actividades de prevención exigen la coordinación y colaboración de múltiples sectores de la sociedad, incluidos los de salud, educación, trabajo, agricultura, comercio, justicia, derecho, defensa, política y medios de comunicación. Esas actividades deben ser amplias e integradas, dado que ningún enfoque individual por separado puede tener efecto en una cuestión tan compleja como el suicidio.

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